San Cristóbal de las Casas, Chis.- Carlos Pascacio Hernández, denunció que durante un festejo con compañeros que se encontraban en el último día del preuniversitario, para pasar a la carretera, le suministraron en una bebida sin su consentimiento, Viagra, lo que le provocó una cardiopatía, fatiga, vómito y otros síntomas durante tres días.

En su , el joven narra que el incidente ocurrió al inicio de la pandemia, el 30 de marzo del 2020, cuando decidió ir con sus amigos al Burger King, “cerca de la Facultad de Medicina (de la Unach)”. Explicó que “todos pedimos de comer y yo pedí la hamburguesa más grande del menú, porque quería festejarme ya que estaba seguro de que había pasado el preuniversitario”.

Pero cuando estaban a punto de comer y el personal que atiende a los comensales sirvieron los refrescos a Alán “N”, Jesús “N”, Fabricio “N” y otro estudiante al que no identifica, estos le comunicaron que Walter (otro conocido) le llamaba desde el baño, por lo que “me insistieron que fuera a ver qué necesitaba”.

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Fue en ese momento que sus compañeros realizaron la broma para “adulterar mi bebida con Viagra (contraindicada para las cardiopatías) sin que yo me diera cuenta”. Después de unos minutos, Walter dijo “sentirse mejor”, pero agradeció a Carlos el gesto de haber llegado donde se encontraba.

En ese momento se dirigieron a sus mesas, pero cuando comenzó a comer y antes de tomar su refresco notó que el líquido tenía espuma, con un olor “muy raro”, lo que le causó preocupación, pero sus compañeros le comentaron que la máquina “había sacado así el refresco”.

Incluso Alán le dio un sorbo a la bebida, con el fin de que él se animara a tomarla, pues pensó que no había problemas porque “estaba con personas en quienes podía confiar”.

Mareado, con dolor de cabeza... y ellos se reían

Pero “no llegué a la mitad de mi hamburguesa cuando comencé a sentirme mal: perdí el apetito, comencé a sentirme mareado y me dolía la cabeza, por lo que no pude seguir comiendo y decidimos regresar a la Facultad de Medicina. Pero camino a la Facultad, “pasando el puente peatonal, comencé a sentirme peor…”.

Y agrega: “Tuve una sensación que nunca había sentido antes: sentí mi pulso en la lengua; además de sentirme desorientado y muy fatigado. Al llegar al edificio, nos sentamos en la cancha que se encuentra al frente; yo tuve que recostarme porque comencé a ponerme frío y muy cansado, por lo que les dije a estas personas, pero sólo se rieron y comenzaron a lanzarme objetos pequeños para provocar que me exaltara, riéndose de mi vulnerable situación”.

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Pero el malestar no paró ahí, porque cuando Carlos se dirigió a su salón, empezó a temblar y “sentirme con un malestar general”. Para ese momento presentó aumento de la frecuencia cardiaca. “No pude pedirle ayuda a los doctores que estaban ahí, porque me faltaba el aliento, y porque en ese entonces, creí que estaba en buenas manos de mis amigos”, explica.

Al salir del salón “volví a la cancha y luego fui al baño a vomitar aunque no pude”, pero a su lado estaba Fabricio. “Después volvimos a la cancha y le pedí a Alan que me comprara una botella de agua porque la boca se me había secado completamente. Tomé lo que pude sin poder quitarme la sensación de sequedad. Le pedí también por favor que su papá me llevara a mi casa para poder descansar y así volví a mi casa. Dormí y desperté con dolor de cabeza, fatiga, mareo y malestar general que me duraron tres días”.

Meses después se enteró de la broma

En ese momento, Carlos creyó que el malestar era por la emoción de haber sido acepado en la carrera de Medicina, pero “tras varios meses”, supo que mencionaban constantemente la palabra Viagra, pero escuchó frases como: “¿le contamos o que se entere solo?”, explica.

Fue entonces que preguntó a Jesús, “sobre estas burlas y bromas en las que yo estaba excluido”. Fue entonces cuando me contó lo que había pasado verdaderamente”. Supo que Walter, Alan, Fabricio y Jesús habían planeado todo un mes antes, cuando decidieron comprar la pastilla de Viagra “más potente” que compraron en una farmacia.

Solo esperaron la oportunidad para suministrar la pastilla en un refresco, “pero sabiendo mi condición de salud: arritmias, desmayos, taquicardias”, se aprovecharon de “esta situación y de la confianza que les tenía para hacer una broma, que pudo haber puesto en peligro mi vida”.

A dos años del suceso, Carlos decidió contar “la traición de mis agresores, quienes en su momento llamé amigos”, pero ellos: “Han intentado victimizarse y/o cambiar la historia para no quedar tan mal”, incluso sus amigos del estudiante han tomado este episodio con “indiferencia” y algunos han llegado a acusar a su “actual pareja de que yo decidiera tomar cartas en el asunto, como si lo que hicieron no hubiera sido lo suficientemente grave”.

“Con esto quiero hacer pública mi agresión, para poder recuperar parte de la paz mental por la que he luchado estos años y que no pase por alto, por lo mismo quiero concientizar la calidad de estudiantes que egresarán como médicos”, sostiene, pero “afortunadamente no sucedió nada muy grave, pero temo que el día de mañana una amiga, familiar o compañera pase por lo mismo y suceda lo peor”, concluye.

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