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Fresnillo.— En la comunidad Purísima del Maguey, de las 120 casas construidas, al menos 65 están abandonadas porque sus habitantes se fueron a Estados Unidos.
“La gente viene, invierte, construye su casa bonita y da dos o tres vueltas por año”, explica un campirano sentado en la banqueta de la calle principal.
Aquí sólo hay 240 habitantes. En Estados Unidos viven más de 500.
“Lo único que deja la cosecha de frijol es la joda, por eso la gente del pueblo se fue y sigue emigrando”, dice Ismael Aguilar.
Los migrantes han ido evolucionando, como dicen aquí. Primero fueron “espaldas mojadas”, luego ex braceros, después coyoteros, luego los que alcanzaron su residencia en Estados Unidos y los que obtuvieron su nacionalidad regresan como empresarios o profesionistas.
“Los que han emigrado son mil usos, como somos gente de rancho aprendemos cualquier oficio, allá hay jardineros, constructores, remodeladores de casas, cocineros, meseros, de todo hay. Ahora tenemos licenciados, doctores, ha sido un gran avance”, comenta orgulloso Martínez Hernández.
Sólo en 2017 aquí se invirtieron 14 millones de pesos del programa 3x1, hicieron canchas deportivas, un lienzo charro, un panteón y pavimentaron calles, entre otras obras.
En diciembre de 2017, Purísima del Maguey tuvo la mayor presencia de paisanos de que se tenga memoria, llegaron de un solo tirón más de 350 hijos e hijas ausentes.
Juana Hernández está feliz porque su hija a quien no veía desde hace seis años sigue con ella en casa. Sin embargo, pronto tendrá que volver a acostumbrarse a extrañarla, en el eterno retorno de la migración.