En una choza oculta entre los cafetales, tres de los siete hijos de Raymundo Ruiz Gutiérrez comen una hierba silvestre de sabor agridulce y semillas, para paliar el hambre a que están expuestos desde hace 25 días, cuando dejaron sus viviendas, para refugiarse en las montañas de Kakateal, territorio de Chenalhó, por los constantes tiroteos de armas de fuego de los tzotziles de Chalchihuitán.

En Chenalhó, los habitantes también viven aterrados
En Chenalhó, los habitantes también viven aterrados
En Chenalhó, los habitantes también viven aterrados
En Chenalhó, los habitantes también viven aterrados
En Chenalhó, los habitantes también viven aterrados
En Chenalhó, los habitantes también viven aterrados

Cuenta que el 8 de julio pasado, durante la ceremonia de clausura de la escuela primaria, un grupo de hombres de Chalchihuitán se parapetó desde los terrenos de Canaluntic y empezó a disparar con fusiles R-15, hacia Chenalhó y esto provocó que el evento se suspendiera y los niños, padres de familia y maestros se dispersaran entre el bosque.

En Chenalhó, los habitantes también viven aterrados
En Chenalhó, los habitantes también viven aterrados

Las balas de hombres de Chalchihuitán han llegado hasta las casas de Fracción Polhó.

En Chenalhó, los habitantes también viven aterrados
En Chenalhó, los habitantes también viven aterrados

Apenas, el 22 de noviembre los hombres se apostaron en las cercanías donde se estableció el puesto de vigilancia de la Policía Estatal Preventiva (PEP) y dispararon durante casi ocho horas. Los habitantes de Chenalhó saben que sus vecinos de la comunidad Pom, del municipio de Chalchihuitán están armados.

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