Guanajuato, Gto.
Chava siente que las rodillas le tiemblan en los llamados de auxilio por eventos criminales, pero hay que “tener aplomo”. El joven paramédico respira hondo y ágil sube a la ambulancia. “Aquí no hay malos ni buenos, sólo personas que atender”.
Lleva más de 10 años de servicio en la Cruz Roja Mexicana, de los que cuenta experiencias conmovedoras y de peligro, pero nunca de “tan alto riesgo” como las vividas en 2019, con decenas de heridos por violencia delictiva “y el panorama pinta peor este año”, acota.
La situación de mayor impacto en los servicios comenzó en 2018, y desde entonces va en ascenso por ataques, balaceras, asaltos. “Nosotros tenemos que hacer nuestro trabajo de forma profesional y que Dios nos bendiga a todos”, dice.
Siete paramédicos de Salamanca, Irapuato y Celaya, con formación y certificación como técnicos en Urgencias Médicas, coinciden en que su trabajo tomó niveles de muy alto riesgo y que la violencia abarca zonas urbanas y rurales, además de que provocó la salida de socorristas voluntarios. Sin embargo, ellos dan su testimonio y prefieren omitir su nombre real, ante el temor por el clima de inseguridad.
Zona de riesgo
Ruth Herrera Garcidueñas, administradora de la Cruz Roja en Irapuato, dice que el peligro al que están expuestos hace que el costo del seguro de vida de los paramédicos sea de los más caros.
En Irapuato se dejó de hablar de zonas específicas de riesgo, el peligro por eventos violentos por ataques y balaceras está en todas partes, hay días en una colonia, hay días en otra y hasta en el Centro. “Toda la ciudad está en una situación difícil ahorita”, completa.
Las noches del 12, 13 y 14 de enero de este año, al 911 llegaba una llamada tras otra por tiroteos con varios heridos registrados esos días de forma simultánea, con muertos y heridos en las colonias Rodríguez, del Bosque, Villas de San Cayetano, Las Américas, Barrio de la Salud, Azteca, San Gabriel y otras.
Salamanca se quedó con un paramédico voluntario de fin de semana; varios se fueron por verse envueltos en escenas criminales con muchos heridos y asesinados en zonas de constante conflicto, en todos lados.
En los registros de incidencia delictiva del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), Guanajuato se encuentra en la cúspide nacional en homicidios dolosos en 2019, con 3 mil 450 víctimas. El gobierno estatal atribuye al menos 92% de los crímenes al pleito entre cárteles criminales por el territorio.
El año pasado, la delegación de la Cruz Roja de Irapuato brindó más de 15 mil servicios de urgencias, 42 cada 24 horas. Tan sólo durante la primera quincena de enero de este año se ha registrado un incremento de 20% en atenciones, con relación al mismo periodo del ejercicio pasado. En Salamanca se estima que la institución proporcionó alrededor de 7 mil servicios.
En este contexto de violencia, las delegaciones de la Cruz Roja aplican el protocolo Acceso Seguro, que establece el no ingreso de su personal en entornos en los que peligre su vida porque si ya hay una persona herida el paramédico no tendrá que ser un segundo lesionado.
“El protocolo se activa en caso de que se dé un suceso que ponga en riesgo la vida de cualquiera de nuestro equipo. Por ejemplo, si hay una balacera en una zona, nosotros tenemos que asegurarnos, esperar cierto tiempo, la escena tiene que ser segura para entrar”, expone Herrera Garcidueñas.
Los protocolos predominan en hechos de alto impacto, como heridos por arma de fuego. Sin embargo, un paramédico de Celaya —que se reserva su nombre— indica que en algunos casos no son claros los protocolos, no se activan o los policías no brindan la protección de deben ofrecer: “La situación se complica, al hallarnos en peligro de muerte”.
La norma es que al acudir al rescate hay que esperar a que cesen los balazos, a que sea un lugar seguro y a que llegue la policía a revisar el sitio en conflicto. “Me han tocado servicios en los que estamos valorando lesionados y se vuelven a escuchar balazos o hay disparos en el trayecto”, describe Juan (nombre ficticio).
En otros casos, detalla, enfrentan maltrato o insultos de familiares de lesionados porque las unidades tardan en llegar.
“A veces, pues nuestras unidades tardan, pero no es porque uno no quiera entrar, si no se tiene la seguridad ante todo de nosotros, o son zonas de conflicto (...) cuando encontramos personas enojadas mejor nos retiramos o pedimos el apoyo de la policía para que ellos controlen la situación”, explica.
El 13 abril del año pasado, en Salamanca hombres armados interceptaron una ambulancia que trasladaba a un hombre herido de bala en el trayecto al hospital, extrajeron al paciente y lo subieron a un vehículo particular, ante el temor y el impacto emocional de los socorristas.
En esa fecha la benemérita institución cerró sus puertas al público por amenazas recibidas y dejó de brindar servicio en sus consultorios y ambulancias. Nunca imaginé que llegaran a faltar al respeto a la institución”, comenta José, operador de ambulancia.
El presidente del Patronato de la delegación de Salamanca, José María Rostro Fernández, afirma que de volver a surgir un riesgo semejante o mayor para los paramédicos, como el de abril de 2019, la suspensión de servicios volvería a pasar.
“El cierre fue por dos días escasos porque las amenazas fueron muy fuertes, de manera que no puede uno arriesgar a los jóvenes a que les hagan daño. Eso no puede ser. Si alguien quisiera hacer daño a la Cruz Roja, pues independientemente de lo que te diga Cruz Roja o no, yo cerraría.
En sus redes sociales mantiene los mensajes que la institución compartió en abril, que cita que los voluntarios “no somos parte de ningún conflicto”, así como la imagen de la Cruz Roja y la frase “No disparen”.
En aquella ocasión, la institución reanudó sus servicios con la custodia de elementos de las fuerzas de Seguridad Pública del estado, meses después la policía estatal dejó de dar la protección en la base y traslados de ambulancias. Además redujo el horario de servicio de atención médica los sábados. Ahora cierra a las dos de la tarde en lugar de las ocho de la noche.
La demanda por servicios prehospitalarios elevó los gastos de operación en servicios y de traslados en ambulancias.
Salen más las unidades que requieren más gasolina y mantenimiento y reposición del material médico que se llevan para la atención de lesionados.
“Los gastos son gigantescos, te estoy hablando de miles de pesos. ¡Imagínate!, ¿cuántos tienes tirados en la vía pública al mismo tiempo: seis o siete pacientes?, es una cosa enorme, es casi para llenar un estadio”, explica Rostro Fernández.
En el estacionamiento de la Cruz Roja de Salamanca varias unidades se encuentran inactivas, requieren reparación o mantenimiento. Siempre hay cuatro unidades activas con ocho o 10 paramédicos en alerta.
En Irapuato y Celaya, la institución tiene el mismo problema de unidades varadas que ocupan servicio mecánico, y de inseguridad, comentan los socorristas.