Mientras Felipe Gálvez leía un artículo sobre la matanza en la provincia de Tierra del Fuego, Chile, se percató de que los colonizadores se tomaban fotos posando junto a los cuerpos de los habitantes indígenas del pueblo selknam.

Esto, además de consternarlo, lo impulsó para hablar al respecto en su primera película como director: Los colonos.

“Decidí contarlo desde el punto de vista de los que ejercen la violencia y qué pasa antes de llegar a una matanza, pero también traté de que hubiera muchas reflexiones, de que no fuera sólo la responsabilidad de quienes salían a cometer estos crímenes, sino también qué pasa con quienes los pensaron y con quienes decidieron ocultarlo. Es una película que además no tiene héroe, lo cual es muy difícil en un western”, cuenta Gálvez en mesa redonda.

La función, admite el director, es invitar a los espectadores a reflexionar sobre una parte de la historia que no les enseñaron en la escuela: los procesos de colonización.

Los selknam fueron el pueblo más numeroso de los que habitaron la isla grande de Tierra del Fuego hasta que el interés de grandes compañías ganaderas, principalmente británicas, provocó un genocidio en la segunda mitad del siglo XIX.

“Los selknam son ocupados (ahora) como merchandise (mercancías), llegas a un aeropuerto y hay llaveros, peluches, las marcas de heladerías que ocupan su imagen, en marcas de skate, grafiti, eran tremendamente pop, pero nada se sabe de cómo fueron exterminados”, señala.

En el reparto destaca el actor Alfredo Castro (El conde), quien da vida a uno de los colonizadores más importantes: José Menéndez.

“Es la posibilidad de representar a una clase social y de representar a una de las personas que es dueña de este país (Chile)... A Alfredo le interesaba que si alguien de esas familias veía la película se sintiera interesado y dijera ‘sí siento que tienen toda la razón’”, cuenta el director.

La cinta, que acaba de estrenarse en cines, fue la sexta película chilena que se presentó en Cannes y la primera en ganar el Premio Fipresci, otorgado por la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica, además fue seleccionada para representar a Chile en los Oscar, pero finalmente no entró a la contienda, según explica su director, por su tardía llegada a cines.

“Llevo nueve años buscando fondos; hace siete años el Congreso reconoció el genocidio y hace cuatro meses el pueblo selknam fue declarado vivo, ahí la historia cambió... y la película fue elegida por la gente que participa en el cine; es una película de cosas del pasado que aún incomodan en el presente”.

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