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Ridley Scott es famoso por su franqueza.
El director de célebres películas entre las que se incluyen “Gladiador”, “Alien”, “Thelma & Louise” y “Blade Runner”, ciertamente dice lo que piensa.
¿Pide consejos? Preguntarle a alguien qué piensa es un “desastre”, me dice.
¿Y qué tal que no haya ganado un Oscar al mejor director, pese a haber estado al frente de algunas de las películas más memorables de las últimas cuatro décadas?
“La verdad es que no me importa”.
¿Y el hecho de algunos historiadores hayan sugerido que su última película, "Napoleón", es objetivamente inexacta?
“¿Quieres de verdad que te conteste eso?... Lo van a tapar con un pitido”, dice, dando a entender que su respuesta será una mala palabra.
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Nos reunimos en un elegante hotel en el centro de Londres.
Scott acaba de regresar de París, donde su película -con Joaquin Phoenix en el rol del soldado francés transformado en emperador, y Vanessa Kirby como su esposa (y obesesión) Josephine- tuvo su estreno mundial.
Es un espectáculo visual que contrasta la intimidad de la relación de la pareja con las acciones de un hombre cuyas ansias de poder provocaron la muerte de cerca de tres millones de soldados y civiles.
“Él es fascinante. Reverenciado, odiado, amado... más famoso que cualquier otro hombre o líder o político en la historia. ¿Cómo no querrías meterte con eso?”
La película tiene una duración de dos horas y 38 minutos.
Scott dice que si un film dura más de tres horas, se produce el factor “dolor de trasero” alrededor de las dos horas, que es algo en lo que piensa constantemente cuando está editando.
“Cuando empiezas a decir ‘Oh Dios mío’ y luego dices ‘Por Dios, no podremos comer por otra hora más’, es demasiado larga”.
A pesar del problema del “dolor de trasero”, se dice que Scott planea un montaje final más largo para Apple TV+ cuando la película se muestre por streaming, pero “no tenemos permiso para hablar de eso”.
Críticas
La película recibió muy buenas críticas en Reino Unido: The Guardian le dio 5 estrellas, y The Times cuatro a esta “espectacular historia épica”, pero los críticos franceses han sido menos positivos.
Le Figaro dice que la película podría ser rebautizada “Barbie y Ken bajo el Imperio”. La versión francesa de GQ afirmó que había algo “profundamente torpe, poco natural e involuntariamente divertido” en ver gritar a los soldados franceses en 1793 “Vive la France” con acento estadounidense.
Y un biógrafo de Napoléon, Patrice Gueniffey, atacó la película en la revista Le Point, señalando que era una versión de la historia “muy antifrancesa y muy probritánica”.
“Los franceses ni siquiera se gustan a sí mismos”, retruca Scott. “Al público al que se la mostré en París, la amó”.
En su película, las apropiaciones de tierras de Napoléon para construir el imperio se condensan en seis vastas escenas de batalla.
En una de las grandes victorias del emperador en Austerlitz, en 1805, el ejército ruso fue atraído hacia un lago helado (la escena fue filmada en un aeródromo en las afueras de Londres), antes de que apuntaran los cañones contra ellos.
A medida que las balas de los cañones se precipitan hacia el hielo, los soldados ensangrentados y los caballos comienzan a hundirse en las aguas heladas, tratando desesperadamente de escapar.
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La escena es dramática. Es aterradora. También es hermosa.
“Tengo la suerte de tener buen ojo, eso es lo mejor que tengo”, dice Scott, quien nació en un pueblo costero de Inglaterra, y estudió primero en una escuela de arte en Hartlepool y luego en Londres.
Creador de mundos
En los años 70, era uno de los directores comerciales más renombrados de Reino Unido, que hacía en su momento de mayor éxito dos comerciales al día, según me cuenta.
Siempre quiso dirigir cine, pero “me daba mucha vergüenza discutirlo con alguien”, y no “sabía cómo entrar (en ese mundo)”.
Una vez que lo hizo, ascendió muy rápido.
El arte visual de Scott lo convierte en un consumado creador de mundos, ya sea el espacio en “Alien” y “El marciano”, la guerra civil en Somalia en “Black Hawk Down” (“Black Hawk derribado” en España y “La caída del Halcón Negro” en Latinoamérica), la Inglaterra medieval en “Robin Hood” o el Imperio Romano en “Gladiador”.
Si bien es un artista consumado, él hace su propio storyboarding, es decir sus guiones ilustrados.
“Se podrían publicar como historietas”, dice. “Mucha gente no puede traducir lo que está en el papel a lo que va a ser, y ese es mi trabajo”.
Abierto y receptivo
Su Napoléon, Joaquin Phoenix, me dice que Scott también "hace dibujos, cuando viene a trabajar, de cómo es la escena”.
Para él, Scott es un director abierto y receptivo: “Ha pensado en todo y aún así, puede cambiar espontáneamente” cuando le sugiere nuevas ideas, en esta ocasión incluso cuando había 500 extras, un equipo enorme y múltiples cañones.
Phoenix estaba “emocionado” de trabajar nuevamente con Scott, 23 años después de que fuera elegido para el rol de emperador Cómodo en “Gladiador”.
“El estudio no me quería para ‘Gladiador’. De hecho, Ridley recibió un ultimátum y peleó por mí y resultó una experiencia extraordinaria”.
Scott llamó a Phoenix “probablemente el actor más especial y reflexivo” con el que jamás haya trabajado.
Los protagonistas tuvieron libertad para desarrollar la relación entre Napoléon y Josephine, una mujer seis años mayor que él, de quien se divorció porque no pudo darle un heredero, pero cuyo nombre estuvo en sus labios cuando murió en el exilio en Santa Elena.
“Francia, el ejército, el jefe del ejército, Josephine”, fueron las últimas palabras del emperador.
Vanessa Kirby dice sobre su experiencia de ser dirigida por Scott que “nada era impuesto desde un principio, y pensé que eso era realmente liberador”.
Pero añade que tuvo que ajustarse al ritmo al que él trabajaba.
“Se mueve muy rápido. Puede que tengas cinco escenas grandes en un día, lo que significa que no puedes pensar”.
“Napoleón” se filmó en tan solo 61 días. “Si entiendes algo de cine, deberían haber sido 120”, me dice Scott.
A comienzos de su carrera, él solía operar la cámara en sus películas, además de dirigir. Scott dice que se dio cuenta de dónde realmente estaba el poder -en el operador de cámara y el primer asistente de director- y no quería dejarlo.
En “Napoleón” trabajó con hasta 11 cámaras al mismo tiempo y las dirigía desde un camión con aire acondicionado, diciendo: “Afuera hacen 180 grados y yo estoy sentado adentro gritando ‘¡Más rápido!’”.
Usar todas esas cámaras filmando desde diferentes ángulos “libera al actor para que se salga del guión e improvise”, porque no necesitas repetir tomas hasta el cansacio (que es algo “desastroso”).
Licencia artística
Inmortalizar a Napoleón en una película fue algo que el héroe de Scott, Stanley Kubrick, trató de hacer pero no pudo lograr.
“Sorprendentemente no consiguió poner (el proyecto) en marcha, porque él pensaba que podía poner en marcha cualquier cosa”. Eso se debió a la falta de dinero, dice Scott.
Su Napoléon ve cómo María Antonieta muere en la guillotina y dispara una bala de cañón a la Esfinge. Las licencias artísticas en esta película impresionista ha molestado a algunos historiadores.
Scott dice que se han escrito 10.400 libros sobre Napoléon, “eso es uno por semana desde que murió”.
Su pregunta, me dice, para los críticos que vieron la película y dicen que no es históricamente exacta es: “¿Estuviste allí? Ah, no estuviste allí. ¿Entonces cómo sabes?”
Scott anunció que estaba trabajando en “Napoléon” el día que acabó su película anterior, “El último duelo”, protagonizada por Jodie Comer.
Comer fue elegida originalmente para el rol de Josephine, pero tuvo que dejar el proyecto luego de que las fechas se retrasaran por la pandemia.
Ahora que “Napoléon” está llegando a los cines, Scott está por empezar a filmar “Gladiador 2”, con Paul Mescal y Denzel Washington, un proyecto que se vio interrumpido por la huelga de actores.
¿Por qué volver a “Gladiador”? “¿Por qué no, estás bromeando?”.
También tiene otra película en proyecto que ya está escrita y con sus actores elegidos, pero qué es, “no voy a decírtelo”.
Y a fines de mes tiene previsto celebrar su cumpleaños 86.
Muchos estarían ansiosos por bajar el ritmo, pero no Scott. Él hará películas por el resto de su vida, me dice.
“Me voy de aquí a Malta, filmo en Malta, termino allí y ya sé lo que voy a hacer después”.
¿Tiene algún consejo para su yo más joven?
"Ningún consejo. Me fue bastante bien. Llegué hasta aquí”, es su respuesta característicamente directa.