Llegó la época de las fiestas diarias, de la comilona con ponche y tamales, de las reuniones con la familia, los amigos y compañeros de trabajo, pero también de ver tradiciones ancestrales como la piñata, las posadas y las pastorelas, estas últimas consideradas como un medio de evangelización y también un género teatral nacido en México.

“Las pastorelas son el único teatro de origen mexicano, y aunque parece dramáticamente sencillo lo que se cuenta en una pastorela, es un teatro muy poderoso que inevitablemente causa un efecto emocional en la gente que lo ve, porque tiene unas características muy importantes, como la lucha del hombre entre el bien y el mal. Quisiéramos que México se acuerde que tenemos las pastorelas y que las vuelva a ver, porque para las nuevas generaciones parece un tema olvidado”, comentó Luly Garza, productora de la pastorela Sor Juanita y su abuelo.

Luly colabora con el dramaturgo Miguel Sabido, quien desde hace más de 50 años se ha dedicado a investigar y difundir este género, en el rescate de las pastorelas; es precisamente él quien asegura que sólo hay una manera de que éstas no caigan en el olvido.

“La única manera de que se salven las tradiciones es practicándolas, porque no se pueden meter en un museo, pero al mismo tiempo, si metemos las pastorelas tal y como se siguen haciendo en las etnias indígenas, el público criollo no las aguantaría, porque ellos las hacen por manda”.

Por eso él ha tratado de montar desde pastorelas muy tradicionales hasta unas más sencillas y modernas, el año pasado participó en Microteatro con una, y aunque no está de acuerdo con muchas de las versiones que se hacen actualmente, aplaude que se siga retomando el género todos los años.

“Esa es la manera de recuperar las tradiciones, volverlas cercanas a los públicos actuales, divertidas, que la familia entera las asuma, como pasó con la ceremonia de muertos y como ha pasado con las pastorelas”, dijo Sabido.

En la cartelera teatral hay montajes de todos los tipos y para todas las edades: infantiles, cabaret o tradicionales, pero de la misma forma se abordan diversos temas que conectan con la realidad actual del espectador, como la puesta en escena Entre huaraches, pingos y ángeles.

Es la historia de Juvencia, niña hija de padres migrantes que tienen que irse a EU, por lo que se queda al cuidado de su abuelo Aurelio; ella sueña con venir a la ciudad, donde cree que no hay reglas ni adultos, por lo que es mal aconsejada por la serpiente, que quiere perderla por el camino del mal, cuando ella se dirige a adorar al niño Jesús.

“Se muestra cómo es el choque generacional entre personas de la tercera edad y los niños, debe ser un un puente más que un choque solidario, amoroso, donde vean que hay más coincidencias que diferencias, que la familia debe ser el lazo fuerte que una a la sociedad”, comentó Javier Nieto, escritor y director de esta puesta en escena.

La historia de los pastores que tienen que ir a ver al niño Dios sirve como pretexto para crear espectáculos también muy hilarantes, como La antipastorela. Jesús, María y José José, que el actor Carlos Rangel con su personaje de Manigüis lleva siete años presentando en esta época decembrina.

El arcángel Manigüis Gabriel busca a la madre del nuevo Mesías, esta vez Cuautitlán es el lugar indicado para encontrar a María, pero su esposo, un carpintero de nombre José, está celoso por la inseminación artificial del Espíritu Santo.

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