Rubén Fuentes quedará en sus canciones: en “Cien años”, con la voz de Pedro Infante como fondo; en “La Bikina”, a la que Luis Miguel puso su toque, o en el tan popular “El son de la negra”, pero también en todas las aportaciones que hizo al mariachi, dándole un sonido sinfónico.

El compositor jalisciense murió ayer, a tan sólo unos días de q su cumpleaños 96, que celebraría el 15 de febrero, pero como suele decirse con los artistas, su genio se quedará eternamente en sus canciones, en su legado.

“Sus historias eran interminables, era un hombre ecuánime, muy especial, diferente, único, un estandarte para la música mexicana. Para mí, la gloria de nuestras canciones, de nuestra música con mariachi”, dijo Lucero a EL UNIVERSAL.

Rubén le produjo cinco discos rancheros: Con mi sentimiento, Lucero de México, Cariño de mis cariños, Cerca de ti y Un nuevo amor, de ahí que ella lo tenga en el corazón como un maestro.

“No era el hombre más cariñoso y dulce, que abrazara a todo el mundo y que con todos fuera tierno y encantador; no, era más directo, más serio, con un sentido del humor especial; a mí me veía como una hija o como una persona joven con quien le gustaba compartir. Fue una relación de trabajo que se prolongaba a momentos casuales, como una comida o una cena”.

Rubén nació el 15 de febrero de 1926 en Zapotlán el Grande, Jalisco, justo cuando en México comenzó la guerra cristera en contra de la intolerancia religiosa.

Heredó la música de sus padres, Agustín Fuentes, quien tocó el violín en la Revolución Mexicana y Tommy Gassón, que tocaba el piano. Ambos le abrieron la puerta de la música desde muy pequeño, por lo que Rubén fue desarrollando gran destreza y habilidad, pero sobre todo, un alma curiosa, exploradora y propositiva, la misma que daría al mundo más de 400 obras (en los registros de la Sociedad de Autores y Compositores de México aparecen 464 piezas de su autoría).

A los 18 años y por conexiones de la vida, se integró al Mariachi Vargas de Tecalitlán, en la Ciudad de México, y aunque era sólo un joven que entró como ejecutante, fue cuestión de tiempo para que se volviera arreglista, productor y luego, director musical.

En una charla con Ricardo Rocha hace varios años, pues reconocía que no concedía entrevistas, en el marco de un homenaje a su trabajo, Rubén contó que cuando él llegó al Mariachi no sabía nada del género, pero tenía escuela y sobre todo, carácter.

Su habilidad para moverse en el mundo de la música y el poder de sus canciones lució en tres principales intérpretes: Pedro Infante, Miguel Aceves Mejía y Marco Antonio Muñiz. Con el primero, hizo piezas como “Cien años”, en donde innovó incluyendo guitarra eléctrica y hawaiiana, al igual que en la canción “El muñeco de cuerda”. También le dio “Cartas a Eufemia”, entre muchas otras.

En entrevista con EL UNIVERSAL, el cantautor Fato lamentó la muerte del compositor. Dijo que no sólo fue un ejemplo, sino un amigo con el que pudo compartir momentos importantes.

“Me jacto de decir que fui amigo de Rubén Fuentes, viví cosas bellísimas con él. Duele perder a un hombre que innovó en el mariachi, que metió al mariachi en un contexto más sinfónico, incorporó nuevos instrumentos, le dio un sonido más instrumental. Perdimos a un gran genio porque un autor y productor como él es de esos personajes atemporales, se quedan para siempre”.

Recordó que cuando grabó su disco Terrenal en unos estudios en la Ciudad de México, Rubén Fuentes llegaba a saludarlo y a darle su opinión de su trabajo.

“Él vivía cerca de allí, yo le rentaba el estudio a Joel Solís y, te lo juro por Dios, aparecía después de las 2:00 pm a saludarnos, yo estaba con mi compadre Fernando de Santiago haciendo la producción, Rubén llegaba y decía: ‘eso suena distinto, este muchacho (Fato) está haciendo un mariachi distinto, destapaba su tequilita, se tomaba una copita y yo con él. ¡Imagínate cómo me sentía yo cuando un señorón aparecía a verme grabar mariachi y que le diera el visto bueno a lo que yo hoy llamo mariachi alternativo!”, contó Fato.

Rubén también guió a Miguel Aceves Mejía por el camino de la música, le enseñó a cantar con falsete e hicieron un gran equipo, le dio a su voz piezas como “Ruega por nosotros”, donde lucen definitivamente los falsetes, esa fue la primera canción que Miguel grabó de Rubén Fuentes, en los años 50. También dio voz a huapangos suyos, como “Ni contigo ni sin ti”.

Tras la voz de grandes ídolos

Pedro Vargas, Libertad Lamarque, Lucha Villa, Javier Solís, Pepe Jara, Julio Iglesias, Luis Miguel, el Mariachi Vargas y José José han sido los intérpretes de sus versos, pero además, Rubén también trabajó con otro emblema de la música de nuestro país: José Alfredo Jiménez, pues en los 50 y 60 Rubén se iba a ver a José Alfredo, quien le cantaba sus canciones y Rubén se encargaba de vestir sus piezas, de darles el sonido perfecto.

El compositor musical de cine, Daniel Hidalgo, aplaudió la obra y el legado de Rubén Fuentes, y externó a este medio el pésame por su partida:

“La muerte de Rubén Fuentes deja un hueco en la música mexicana que será difícil de llenar. Además de su trabajo como compositor de muchas melodías que reconocemos los mexicanos como propias, y su trabajo como arreglista de José Alfredo Jiménez, su aportación al cine mexicano es invaluable. Lo distinguía su gran capacidad para crear melodías que entraban fácilmente por el oído y que permanecía en la memoria, particularmente en la memoria de lo que sentimos como mexicanos. Un gran músico. Descanse en paz”.

Ni en cien años dejarán de pensar en Rubén Fuentes
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