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Con muchos agradecimientos y una sonrisa, Björk cerró su presentación en el Parque Bicentenario de la Ciudad de México.

Este concierto que fue programado hasta el último momento, tenía una sorpresa para todos sus seguidores, después de que los boletos llegaron a costar hasta 10 mil pesos, la islandesa permitió que se bajaran los precios a menos de 2 mil.

En los primeros cuatro conciertos las entradas al concierto costaron 10 mil pesos para la sección roja y 6 mil 500 en la sección azul, pero en su última presentación esos mismos espacios costaron mil 626 pesos, mientras que las gradas en general costaron mil 275 pesos, dándole oportunidad a las personas que no podían pagar los precios anteriores.

Los fans tuvieron a menos de un metro a la cantante y, en comparación con el primer concierto, ella pudo interactuar con sus admiradores.

Björk estaba feliz y lo hizo notar, al término de cada canción gritaba en español: “¡Gracias!” “¡Gracias México!”, mientras que la audiencia la ovacionaba.

La islandesa interpretó el mismo repertorio, pero hizo que los asistentes se adentraran una vez más a mundos difíciles de describir, con canciones como “Utopia”, “Arisen my senses”, “Venus as a boy”, “Claimstaker”, “Show me forgiveness”, el espacio, los planetas, el Reino monera, la flora y fauna, una enredadera y un sinfín de escenarios, convergieron al unísono de las canciones.

Un teatro digital con audio inmersivo de 360 grados, en el que Björk pasó años preparándolo, hizo un show sonoro único, los sonidos de las flautas transversales viajaban de un lado a otro, las voces del coro estremecían el lugar con cada nota que se escuchaba y los sonidos de aves acompañaron el inicio y final del espectáculo. El adiós tuvo lugar cuando la cantante interpretó “Future forever”.

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