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Bob Dylan se electrificó en 1965 y los Beatles se calzaron los trajes de Sgt. Pepper’s en 1967, eso fue cambiar de piel. La regla ha sido primordial en el manual del rock y en eso estaba Arcade Fire cuatro años atrás, cuando editaron su disco Reflektor, apoyados en dos nuevas amistades: David Bowie y James Murphy, de LCD Soundsystem.

Sin perder la intrínseca intensidad que los había llevado hasta la cima de la escena rockera, los canadienses descubrieron entonces el hipnotizante reflejo de la bola de espejos, sí, las de las pistas de baile. Y, ante la duda, caminaron hacia la luz.

Everything now, el quinto álbum de la banda de Montreal, encuentra a los hermanos Butler y compañía tirando pasos en la pista, despojados de prejuicios musicales, aunque empapados de un cinismo que, por momentos, suena anacrónico.

“Cada milímetro del cielo tiene una estrella, cada milímetro de piel tiene una herida. Creo que tú tienes todo ahora. Cada milímetro de espacio en tu cabeza está lleno con las cosas que lees. Creo que tienes todo ahora. Y cada película que viste llena los espacios en tus sueños”, canta Win Butler, sacando a relucir su Bowie interior en una pieza ideal para abrir este nuevo capítulo.

El paso por la pista de baile de Arcade Fire alterna buenas intenciones: un puñado de clichés bien utilizados, alguno que otro robo de guante blanco y un par de canciones que, si bien no se recordarán como lo mejor de su obra, llevan la impronta de esta banda que, en esta oportunidad, contó con la producción de Thomas Bagalter, uno de los dos comandantes de Daft Punk.

De este experimento sonoro surgió su gira Infinite content tour, con la que regresarán a México para ofrecer dos conciertos en el Auditorio Nacional el 29 y 30 de noviembre.

La gira toma su nombre de “Infinite Content”, que sugiere la mano del otro músico que comparte la producción del álbum: Steve Mackey, ex bajista de Pulp.

En las otras composiciones, tras el inicio con “Everything now”, la banda se despacha con “Signs of life”, que los acerca a una suerte de Frankie Goes to Hollywood del nuevo milenio para, luego, bucear en terrenos tecno-industriales en “Creature comfort” y, acto seguido, plantear un segmento dub-rocker-reggae de la escuela The clash con “Peter Pan” y “Chemistry”.

“Electric blue” retoma cierto aire de ese pop sueco para bailar que hoy está tan de moda, pero “Good God Damn” vuelve a cambiar el ritmo y anticipa el fin de fiesta, lánguido, pero con estilo, de “Put your money on me” y “We don’t deserve love”.

El guiño del cierre con “Everything now (continue)”, que une este último track con la intro, apto para el sinfín de la reproducción digital, funciona como chiste, pero al mismo tiempo recuerda que Arcade Fire no es Daft Punk y Everything now ni siquiera se acerca a Random access memories, el álbum himno bailable de este milenio que bien podría animar una fiesta.

Es difícil imaginar que la banda canadiense se mantenga en este estado de baile por siempre, pero, ¿quién le quita lo bailado? Con información de Redacción

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