Ellas pueden llevar el peso de una historia, ser la protagonista de la telenovela más popular del momento o dar vida a las villanas que todos odian. Pero el tiempo que invierten en su trabajo, muchas veces no se refleja en sus cheques.

“Soy una mujer que trabaja desde los 19 años, hoy tengo 68, y donde he estado trabajando, como en Televisa o cualquier otra empresa, evidentemente los hombres ganaban más que las mujeres”, expresa la actriz nominada al Oscar, Adriana Barraza (Babel).

“En la Universidad Autónoma del Estado de México, donde hacía un programa de radio, yo ganaba menos que el muchacho que era técnico, (cuando) yo hacía el guión, la adaptación del cuento, ver la música, hacer las voces, toda esa parte gigantesca. Y bueno, uno estaba como acostumbrado a eso”, relata la actriz.

No es algo exclusivo de unas cuantas. De acuerdo a un estudio realizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), la brecha salarial de género es de 16%, es decir, por cada 100 pesos que percibe un hombre, una mujer sólo recibe 84.

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A Laura Flores, actriz y cantante, también le sucedió. Comparte que en la década de los 90, cuando protagonizó telenovelas como El alma no tiene color y Gotita de amor, llegó a saber que había colegas masculinos que ganaban más que ella. Situación que no vio extraña, porque estaba normalizada.

Hoy sigue viéndose como algo que simplemente así es:

“Todos queremos más, pero siempre va a haber alguien que cobre más o menos que tú. Obviamente creo que se podría recibir un poco más pero la realidad es que estoy de alguna manera habituada, y no es que esté acostumbrada a vivir con poco, no es por ahí, sino que estoy organizada con el presupuesto que yo puedo llevar a mi casa”, señala.

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Hablar del tema, y ahora que se conmemora el Día Internacional de la Mujer, no es con una intención de revictimizarse, asegura la actriz y directora Ángeles Cruz (Nudo mixteco). Se trata de asumir una realidad que sigue afectando al género femenino, que se complica mucho más cuando a esto se suma provenir de un pueblo indígena, como es su caso.

“Vivimos en un mundo tremendamente desigual, machista, misógino. En una cultura donde ser mujer es una desventaja, ser mujer indígena que proviene de una comunidad es doblemente complicado, se siente en la vida laboral y cotidiana. Pareciera absurdo enumerar las violencias cotidianas que se viven en todos los medios”.

Pese al panorama y una brecha salarial que no es exclusiva de México, Laura Flores asegura que no es una causa pérdida.

“Veamos en la historia contemporánea los logros que ha habido a nivel social. De entrada, el derecho al voto y la igualdad de las mujeres para elegir carreras universitarias, porque había algunas que no podían tomar. Cada vez es más común que ocupemos lugares que antes no eran contemplados”.

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