Desde hace más de cuatro décadas, cuando decidieron seguir el mismo camino ¿dónde iría sin que fuera Sofía Álvarez? su segunda esposa, con quien compartió no sólo su vida también su amor por la profesión, la cual reflejaron en la puesta en escena "Cartas marcadas", donde estaban sólo ellos dos en el escenario, leyendo las cartas de amor de destacadas figuras de la historia, pero su historia de amor también tiene su encanto.

"Mi encuentro con Héctor no fue uno de esos encuentros afortunados, es decir, no fue la suerte la que nos unió, fue un acto de arrojo, de valentía, un salto sin paracaídas, eran tiempos del Sindicato de Actores Independientes (SAI) y en esa época como ahora tener trabajo era complicado, pero él de alguna manera se las arregló para hacer teatro por las tardes, grabar telenovela por las mañanas, hacer cabaret por las noches, y de los poquitos ratos que le quedaban, grabar una radionovela en Radio Educación y ahí estaba yo", recordó Sofía Álvarez en 2019, cuando su esposo recibió un homenaje por sus 50 años de trayectoria por parte de la Secretaría de Cultura, a través del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).

La cuentacuentos, actriz y directora compartió que al conocerse y tratarse se fueron convirtiendo en amigos, pero debido a que la carga de trabajo que tenían ambos era mucha, sus citas tenían que ser en la madrugada, pero después de un tiempo vino un suceso que fue crucial para su relación.

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"Héctor estaba haciendo en ese entonces Mi vida es mi vida, en el Polyforum Cultural Siqueiros y lo invitaron a hacer una temporada en Panamá, entonce me dijo y cito textual: 'arregla tus fechas (de trabajo) y me alcanzas ¿no?'. Así que yo pedí que me mataran en la televisión, me pelee con todos mis amigos, le dejé una obra a Manolo Fábregas, que me dijo 'mijita está usted loca', compré mi boleto de ida y vuelta, porque una nunca sabe, y me fui a Panamá, nos enamoramos ahí y nos hicimos pareja".

Álvarez explicó que nunca estuvo a la sombra de Héctor Bonilla, porque en su relación siempre buscaron que las cosas fueran equitativas entre ellos, por eso mientras sus hijos fueran pequeños, Leonor y Sergio de su primer matrimonio con la actriz Socorro Bonilla , cuyo nombre real es María del Socorro Martínez Ortega; y el hijo de ambos Fernando, no estarían en teatro al mismo tiempo para que siempre hubiera alguien casa para acostarlos.

Una vida en función al teatro

"Pero somos una familia normal y corriente, bueno más o menos, porque hicimos de las giras nuestras vacaciones familiares, acomodamos bodas, cumpleaños, festejos y hasta mi parto de acuerdo a los días que no había función".

Vivir con un apasionado de los escenarios, sobre todo los teatrales, era saber que su casa se convertiría en bodega de escenografía, espacio para probar maquillaje y vestuario y hasta una sala de ensayos, lo que les dio a los Bonilla miles de anécdotas.

"Los muebles de mi comedor han estado contra la pared semanas enteras, mientras llegaba el ansiado momento de '¡ahora sí ya vamos a entrar al teatro!'. A Héctor le gusta memorizar caminando de un lado a otro, en voz alta y por lo general al aire libre, a nuestros vecinos les sigue llamando mucho la atención los extraños parlamentos y voces que salen de nuestro jardín, como la vez que estabamos ensayando una obra donde había un secuestro y la actriz gritaba ¡auxilio me tienen encerrada! y llamaron a la policía, así de normal y corriente es nuestra familia", compartió en aquella ocasión, bajo la mirada divertida de Bonilla.

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Otra de las cosas que dijo a la audiencia es que el histrión era un gran abuelo y cuando a su nieta Adela, hija de Fernando, le dio por jugar a "ensayar", el actor después de sus largas jornadas de trabajo llegaba a casa a ensayar con su pequeña, quien lo llamaba Bo.

"Cuando alguno de los musicales que ha hecho le gusta mucho a un miembro de la familia, siempre ha estado dispuesto a echarse otra función extra en la sala de su casa, compartiendo escena primero con los hijos y ahora con los nietos".

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También recordó que en su afán de querer levantar proyectos, muchas veces tuvo que negociar con ella sobre la manera en que quería obtener recursos, como la vez que quería hipotecar su casa para terminar la película "Rojo Amanecer", a lo que ella se negó.

"Hay algo que Héctor nunca aprendió hacer, cobrar. Hace muchos años cuando Manolo Fábregas lo llamó para hacer Barnum le dijo, 'Héctor para lo del sueldo que venga Sofía a hablar conmigo, ella y yo nos entendemos, porque usted de plano no sabe cobrar', y desde entonces me tocó hacerme cargo de los números, somos un buen equipo. Héctor ama y respeta tanto su profesión, que ha logrado que sus hijos la hayan abrazado también".

Sofía terminó contando que a pesar de que la gente percibe a Héctor Bonilla como un hombre serio, era el ser más juguetón y divertido, que se daba tiempo para leer todos los libretos que le mandaban porque era su obligación y remató con la frase: "Héctor tú eres mi Quijote y yo soy tu Sancho, te amo".

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