espectaculos@eluniversal.com.mx

El documental pasa por un buen momento en México y tiene mucho por dar al mundo, señala Carlos Morales, director de Sinfonía de un mar triste, el único cortometraje mexicano que se estrenó en el Festival de Cine de Sundance 2018 y que llegará a la Berlinale en febrero próximo.

En esta competencia fílmica anual participaron 13 mil 468 proyectos de 29 países. De 8 mil 740 cortometrajes, Sinfonía de un mar triste, es uno de los 63 seleccionados.

“Nos emocionaba presentar este tipo de historia en Estados Unidos porque representa el sueño de Hugo, el protagonista, y porque es muy oportuno por el tema de la construcción del muro y por las políticas propuestas por (Donald) Trump”, comenta Morales, quien viajó junto con el cinefotógrafo Daniel Zúñiga y la productora Claudia Vicke a Park City, para asistir a dos de las cuatro presentaciones de su filme.

En la cinta, el protagonista narra sus miedos y emociones. Su padre se fue a trabajar a EU cuando Hugo tenía dos años, y su madre los abandonó cuando éste era un niño, quedando a cargo de su abuela materna junto con su hermano menor, quien a los 14 años fue asesinado por el narco, que busca dar con el paradero de Hugo, luego de que éste huyera a Tijuana tras ser dado por muerto en las afueras de Guerrero, porque el hijo de un narcotraficante deseaba a su novia.

¿Cómo escogieron esta historia?

Zúñiga: Me identifiqué con la historia de Hugo porque durante mi adolescencia tuve miedo de que me pasara lo que le pasó a él y a su familia. Y es que de 2007 a 2013 en las noches te despertabas con los balazos, había balaceras a mediodía, bares rafagueados con decenas de muertos y muchos secuestros.

¿Cómo se sienten tras este logro (llegar a Sundance)?

Morales: Como profesionales de la industria nos sentimos satisfechos. Y de manera personal, muy contentos de que se le esté dando la voz a este tipo de historias.

Zúñiga: Quedé muy contento con el documental. Es oportuno por lo que está pasando en Estados Unidos con los migrantes. Y es muy importante no verlos sólo como migrantes sino como alguien que escapa, que está buscando una vida mejor. A veces huyendo de una pesadilla. Y creo que logramos expresar visualmente lo que Hugo sentía.

Filmaron durante cinco días en Tijuana y Tecate. ¿Qué dificultades tuvieron?

Zúñiga: Fue un proceso bastante afortunado. Todo fluyó bastante bien: Hugo contándonos su historia, la casa para niños migrantes nos dio muchas facilidades para filmar ahí. Utilizamos sólo luz natural para captar la soledad del personaje y composición centrada para ver el espacio vacío alrededor de Hugo. Queríamos luz natural, y el mar, la belleza visual de Tijuana... Buscamos al final el ocaso en la playa que representaba una metáfora para nosotros también.

Google News

Noticias según tus intereses