La cruenta masacre de 2011 que traumatizó a Noruega para siempre y un retrato conmovedor de los últimos días de la actriz alemana Romy Schneider pusieron alto el listón de la competición del Festival de Cine de Berlín, que llegó así al ecuador de su edición 68, cuyos premios se anuncian el sábado.

En Utøya 22.juli, basada en la masacre en la cual el extremista de derechas Anders Behring Breivik mató a 77 personas, la mayoría de ellas niños y adolescentes que participaban en un campamento del Partido Laborista noruego en la isla de Utoya, el director Eric Poppe decidió recrear en tiempo casi real y en una sola toma la matanza desde el punto de vista de una de las víctimas, Kaja, un personaje ficticio basado en numerosos testimonios.

La masacre perpetrada por Breivik, condenado a 21 años de prisión y que, antes de dirigirse a la isla, hizo explotar una bomba en el distrito gubernamental de Oslo que se cobró otras ocho vidas, duró 72 minutos. El filme de Poppe dura 90.

Con un ritmo intenso y por momentos desgarrador, aunque sin caer en golpes bajos, el filme de Poppe muestra a través de Kaja la desesperación de los jóvenes y niños que fueron objeto del interminable ataque.

Previo a su estreno ayer en la Berlinale, la película ya había generado un debate en Noruega, donde varias voces se alzaron para criticar que era demasiado pronto para que el cine se metiera con un trauma nacional.

Sin embargo, según contó el director, sintió la urgencia de llevar la masacre de Utoya al cine cuando comenzó a notar que en Noruega se estaba poniendo más el foco en el terrorista que en las víctimas.

“Mientras pasaba el tiempo notamos que el recuerdo de lo que pasó en la isla se iba desvaneciendo”, indicó Poppe. “Y al mirar Europa hoy y ver que el fascismo crece día a día, sentí que necesitábamos recordar lo que pasó en esa isla. Esta es la cara que tiene el extremismo de derechas”.

Por su parte, la directora alemana Emily Atef, quien, según comentó, suele interesarse por las historias de mujeres que intentan salir de crisis psicológicas —su película Der fremde in mir (El extraño en mí) de 2008, por ejemplo, era sobre una mujer que sufría depresión posparto—, conmovió con Tres días en Quiberon).

El filme recrea la descarnada entrevista que la actriz alemana Romy Schneider, quien se hizo mundialmente famosa con la trilogía Sissi, diera en 1981 al semanario alemán Stern desde una clínica de rehabilitación un año antes de morir a los 43.

“No se trata de un documental ni de un reportaje. Es una ficción que se basa en una de las más grandes actrices que tuvo Europa”, dijo Atef.

Protagonizada por la actriz alemana Marie Bäumer, la película no intenta ser un biopic sobre Schneider, sino un acercamiento a esos tres días cercanos al final de su vida, cuando, en medio de sus crisis maníaco-depresivas, decidió dar una entrevista al periodista alemán Michael Jürgs (Robert Gwisdek) en Quiberon.

Schneider no pasaba por un buen momento: su hijo David (quien murió poco después al tratar de cruzar un cerco y quedar empalado) no quería vivir más con ella, y el padre de su hijo, Harry Meyen, se había suicidado.

En tanto, en la sección oficial pero fuera de competición se presentó 7 Days in Entebbe, del brasileño José Padilha, protagonizada por la inglesa Rosamund Pike y el actor alemán de origen español Daniel Brühl.

En su nuevo filme, el director, quien se alzó con el Oso de Oro por Tropa de Élite en 2008, retrata el secuestro, en 1976, de un avión de Air France que viajaba de Tel Aviv a París por parte de militantes propalestinos, y la misión de rescate de las fuerzas de defensa israelíes después de que la nave fuera redirigida al aeropuerto de Entebbe, en Uganda.

“Los terroristas también tienen conciencia, son seres humanos”, apuntó Padilha. “Si los presento como inhumanos estaría loco”, apuntó el director del remake de Robocop, quien insistió en que eso no quita que sus acciones estén mal y sean equivocadas”.

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