México, Canadá y Estados Unidos pronto iniciarán la modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), proceso indispensable para mantener a la región como la más competitiva y dinámica. Como avance, los líderes empresariales de Estados Unidos y México se reunieron el 6 de junio en Washington para identificar áreas de mejora. En los años en que el TLCAN ha estado en vigor han surgido sectores de la economía que deben ser incluidos. También se requiere corregir las deficiencias detectadas, así como atender las áreas de preocupación de cada país.

Las premisas centrales para la negociación son tres: 1) reconocer y preservar el valor de las cadenas de comercio, inversión y producción que generan empleos y mantienen fuentes de trabajo en América del Norte; 2) aceptar que otras regiones en el mundo están mejorando rápidamente su competitividad; y 3) identificar áreas y temas que ayuden a conservar y crear nuevos empleos —con la consecuente capacitación para ellos—, frente a las inminentes revolución tecnológica y competencia global.

El comercio y el empleo han crecido, en cantidad y calidad, durante el TLCAN. El comercio regional es cuatro veces más grande de lo que era en 1993, y entre EU y México es casi seis veces más grande. Las manufacturas tienen mayor contenido regional, lo que refleja el hecho de que fabricamos juntos bienes intermedios o finales. De acuerdo con el Centro Bush de la Universidad Metodista del Sur, América del Norte es la región comercial más competitiva en el mundo; con el objetivo de incrementar la competitividad, entre otros, debemos reducir los costos de transacción, mediante mejoras en la infraestructura fronteriza y en procesos.

La tecnología es la gran fuerza disruptiva global. La nueva tecnología obligará a capacitar, e incluso, a reconvertir los trabajos actuales, así como a preparar la nueva fuerza laboral con capacidades para emplearla. Durante el proceso de modernización del TLCAN, los gobiernos, las empresas, el sector educativo y las asociaciones profesionales de los tres países deberían implantar consorcios basados en la “cuádruple hélice” para prepararse ante el cambio tecnológico futuro.

La mayoría de los empleos de manufactura perdidos, en especial en EU, se debe a la introducción de la automatización y la robótica. Al aumentar la productividad y la producción, se requieren menos empleos tradicionales. La innovación y la inversión en tecnología han sido los factores que han ayudado a mantener la competitividad global de la región.

La competencia global y el cambio tecnológico han llegado para quedarse. La anunciada “cuarta revolución industrial” y el desarrollo de las tecnologías exponenciales (en las que convergen las tecnologías digitales, físicas y biológicas), sugieren la necesidad de reemplazar los trabajos que se pierdan por empleos más calificados. Las deficiencias en las competencias laborales en los tres países se verán acentuadas frente al probable aumento de la demanda de nuevas habilidades y nivel de estudios de los trabajadores en la región. En una serie de estudios de Deloitte y del Consejo de la Competitividad de EU entre 2013 y 2016 se encontró que los dos principales factores que condicionan la competitividad son: a) la calidad y disponibilidad de ingenieros y científicos, y b) la calidad y la disponibilidad de mano de obra especializada. Para dar cabida a la aparición de nuevas tecnologías, el TLCAN modernizado debe incorporar la suficiente flexibilidad para acomodar los ajustes que se necesitarán (en materia de capacitación e integración, por ejemplo) para que los tres países sigan siendo competitivos a medida que la tecnología evoluciona.

El TLCAN debe ser modernizado y adaptado a un mundo en rápida evolución. Este esfuerzo debe ser complementado por acciones concertadas entre la academia, la empresa, las sociedades profesionales y técnicas para desarrollar la innovación que nos mantenga como región al frente del mundo. Además, para preparar a la nueva fuerza laboral con las capacidades que requerirán el uso de las nuevas tecnologías en el trabajo, así como para capacitar y reconvertir a los trabajadores actuales. Es una estrategia que debe iniciar cuanto antes para asegurar que los tres países sigan constituyendo la región más competitiva y dinámica del mundo, generando más y mejores empleos y expandiendo nuestra prosperidad compartida.

Investigador, UNAM, y ex subsecretario para América del Norte, SRE.
Investigador, Centro Woodrow Wilson, y ex embajador de EU en México.

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