Jóvenes asesinados abarrotan el Estadio Azteca. Ése pudiera ser el brutal titular de algún diario nacional para dar a conocer los homicidios de 90 mil jóvenes en una década en México.

Tan brutal como desgarradora y fría es la cifra que escupe la realidad sobre el rostro de la nación. Como balde de agua helada cala los huesos, cimbra las conciencias y despierta la indignación adormecida por décadas. No puede ser de otra manera. Más vale que no.

Las cifras se levantan de su tumba. Todos los días del año pasado se asesinaron a 28 jóvenes en el país, por las razones que sean. El crimen organizado, la violencia callejera o los asaltos mataron a nuestros muchachos del campo y de las ciudades. Pero no se trata de que 2016 haya sido un año especialmente violento, que lo fue. Los homicidios entre nuestra juventud se han hecho viejos. Cada día de la última década mataron a 25 jóvenes de entre 20 y 34 años de edad, de los 58 que en promedio diario registraron las estadísticas para los 10 años comprendidos entre 2007 y 2016.

La violencia como paisaje cotidiano que ha normalizado la información que se lee en las páginas de los diarios y se escucha y ve en los noticieros de la radio y la televisión. Los homicidios diarios por decenas que ya no inquietan ni cuestionan el actuar de los gobernantes, como si fueran ajenos a una realidad de la que no tienen que rendir cuentas.

Que México sea una necrópolis, como me lo decía Juan Villoro hace no mucho, no parece ser suficiente argumento como para incomodar a los poderosos políticos que nos gobiernan. Los alcaldes, delegados, gobernadores, secretarios de estado y presidentes de la República nos han hecho ver que se puede gobernar cargando con semejante fardo sobre la conciencia. Es el hedor de la corrupción. Los socavones de la política que albergan a miles de muertos, sin que los reyes siquiera se inmuten.

¿Acaso es posible construir una economía duradera —como si fuera una autopista de altas especificaciones— con basamentos de barro, sin un respeto mínimo a las leyes y una prolongada crisis de legitimidad? No. Es simplemente la farsa del discurso de la competitividad económica, el brillante asfalto que oculta vicios que tarde o temprano hundirán la corrupta construcción, como ocurrió recientemente con el Paso Exprés de la autopista México-Cuernavaca. Es el socavón del gobierno.

Los homicidios de 90 mil jóvenes en los últimos 10 años son la expresión de la ausencia de gobierno y de un Estado de derecho invisible. Es la furia que grita el fracaso de las políticas públicas. De las políticas para combatir la pobreza, de la política fiscal, de la educación y de las oportunidades de capacitación y de empleo. De la corrupción en los cuerpos de seguridad pública.

Pero lo más doloroso —si es que puede gritarse un dolor más grande que la pérdida de estos 90 mil jóvenes— es la pérdida de la ilusión, de la esperanza para los supervivientes.

La cifra perturba, cuestiona, lastima. No, presidente Enrique Peña Nieto. No puede hablar de planes económicos grandilocuentes, de mejoría en las finanzas públicas, de más autopistas o de exportación de automóviles cuando las bases institucionales y legales de esta estructura económica están podridos. No, cuando decenas de miles están siendo asesinados y no ha hecho nada sensato para detenerlo.

OHL, oferta cuestionada. Ayer OHL México informó al mercado que se aceptó la oferta (OPA) que realizó el comprador Magenta Infraestructura por 85% de sus acciones. Con esto la emisora española espera deslistar sus acciones de la Bolsa Mexicana de Valores. Sin ofrecer más detalles OHL México señaló que Magenta adquirió del mercado poco más de 66% de sus acciones y el resto, para alcanzar 85%, fueron acciones adquiridas de la tesorería de la empresa.

La operación refleja que una buena parte de los accionistas no estuvieron dispuestos a desprenderse de las acciones de OHL México en su poder, por el bajo precio, de 27 pesos por acción, ofertado por Magenta. Ello quiere decir que un grupo importante de accionistas de OHL México esperan presionar en las próximas semanas para obtener un mejor precio de Magenta (que es la figura que representa al fondo australiano IFM) por sus acciones. Ello podría derivar en demandas futuras en contra de Magenta y OHL. La otra situación a dirimirse en los próximos días es si la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, que encabeza Jaime González Aguadé, autoriza la salida de OHL México de la Bolsa Mexicana de Valores con los resultados de la oferta pública dados a conocer ayer y si, en todo caso, se da una nueva oferta; lo que parece improbable.

Twitter:@SamuelGarciaCOM
E-mail:samuel@arenapublica.com

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