La catástrofe para México por la cancelación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) por parte de Donald Trump, no es tal.

Y cada vez más se extiende este convencimiento entre los expertos del sector privado a medida que se están entendiendo los detalles legales y económicos de una potencial decisión de Trump en ese sentido, tal y como lo prometió en campaña denunciando —una y otra vez— el acuerdo con México.

Pero es quizá, por esa razón, que en los últimos días hemos escuchado un discurso ligeramente más moderado de Trump sobre el futuro de la relación comercial con México y del Tratado mismo, probablemente derivado de los comentarios de sus analistas en la Casa Blanca y de los empresarios cercanos al republicano. Aunque —no hay que equivocarse— esta tregua no es motivo para creer que el delirante narcisista que hoy ocupa la Casa Blanca cesará sus hostilidades en contra de México. Trump ha documentado con suficiencia su desprecio y xenofobia hacia los mexicanos.

Pero hablemos del significado de una revocación del TLCAN por parte de Trump para la economía mexicana. La semana pasada un grupo de amigos tuvimos una interesante reunión con Alexis Michel, del despacho SMPS Legal, precisamente para abordar el tema.

Michel planteó tres asuntos relevantes:

1. Que, efectivamente, el presidente Trump puede revocar en cualquier momento el TLCAN, siguiendo los requisitos legales establecidos. Y es que si bien la Constitución de los Estados Unidos de América, en su artículo II, sección 2, establece que es facultad del Presidente suscribir tratados internacionales siempre y cuando cuente con la aprobación de dos terceras partes del Senado; “para efectos de la legislación norteamericana el Tratado de Libre Comercio de América del Norte es un Acuerdo Ejecutivo del Congreso (“Congressional-Executive Agreement”) por lo cual no califica como un tratado internacional”. Esta condición legal del TLCAN le permitiría a Trump —según lo establecido en el artículo 125 del “Trade Act of 1974”— iniciar su revocación. Y para ello el Presidente deberá notificar la denuncia del TLCAN a los estados de la Unión “con 6 meses de anticipación a su salida conforme al artículo 2205” del Trade Act. Después de ese periodo, se señala que los aranceles del Tratado (TLCAN) deben permanecer en vigor por 1 año más para permitir los ajustes necesarios al comercio.

2. El “Trade Act” establece que el Presidente puede incrementar los aranceles de conformidad con la Sección 125 (c) en un monto no mayor al 20% en ad-valorem (de acuerdo al valor del bien) del porcentaje vigente en la Tarifa el 1 de enero de 1975. Si embargo, el incremento estaría sujeto a los límites de los aranceles de Nación Más Favorecida (MFN, por sus siglas en inglés) del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT), que es el antecedente inmediato de la actual Organización Mundial de Comercio (OMC), al que Estados Unidos y México pertenecen y que tienen un promedio de 3.5% sobre la mayor parte de la tarifa (ya esto incluye el 4.7% de promedio de productos agrícolas). Claro que la posibilidad de que un tipo como Trump también denuncie el tratado con la OMC, en los mismos términos que lo podría hacer con el TLCAN, no puede descartarse; aunque ello traería consecuencias de otro calibre para EU.

3. Así que la insistencia en campaña de Trump —que la llevó incluso a sus primeros días en el gobierno— de incrementar los aranceles a México a un 35%, fue simplemente una declaración. Está lejos de la realidad legal y política en los Estados Unidos. Incluso si Trump insistiera en cumplir esa promesa de campaña, tendría que acudir a otras instancias que lucen muy complicadas de transitar para el rijoso Trump, como “solicitar al ‘United States Trade Representative’ incrementar aranceles a México a 35% argumentando prácticas desleales de comercio como sería la violación a un tratado o la ejecución de actos no razonables o discriminatorios para los EU”. Francamente estos argumentos lucen inverosímiles. Pero ante la realidad mental —dicen algunos psiquiatras estadounidenses— de un inquilino de la Casa Blanca como Trump, aún estos caminos deben ser contemplados en un escenario tan cambiante como el actual.

La argumentación de Michel debe ser tomada en cuenta por el gobierno y los negociadores mexicanos. Las amenazas de Trump sobre el comercio con México son las que provienen de un fanfarrón que se irán desinflando a medida que transcurran las semanas. La revocación del TLCAN es legalmente factible para la Casa Blanca, pero sus consecuencias para México y sus sectores productivos no son las que se nos han hecho creer, ni los políticos y empresarios estadounidenses estarían dispuestos a asumir las graves consecuencias, en sus votos y bolsillos, de una decisión así.

El gobierno mexicano tendría que informarnos con esa claridad sobre el asunto. O quizá les ha sido conveniente crear un ‘salvador de la patria’ para hacer frente un ‘frankenstein’ llamado Trump.

Twitter:@SamuelGarciaCOM

E-mail:samuel@arenapublica.com

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses