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Se espera que mañana el secretario Luis Videgaray entregue el Paquete Económico 2017 al Congreso de la Unión con lo que dará inicio el proceso legislativo de discusión y aprobación del presupuesto que se ejercerá el próximo año.
Éste será un presupuesto de alta tensión económica y política. Ninguno de los que se aprobaron y ejercieron durante el sexenio fueron tan complicados para el gobierno de Enrique Peña Nieto como el que viene. Será un presupuesto que marcará a este gobierno priista, el futuro de la dupla Videgaray-Peña Nieto y, quizá, de la próxima elección presidencial. Le doy siete razones de por qué:
PRIMERO.- El contexto. Veremos bajo qué pronósticos económicos globales y para México se plantea el proyecto de presupuesto 2017 que entregará Hacienda; pero será difícil que se aleje del pesimismo generalizado que existe. Es prácticamente un hecho que el Fondo Monetario Internacional –en su ‘World Economic Outlook’ que presentará a inicios de octubre— reducirá sus pronósticos de crecimiento de la economía global para 2016 y 2017, incluyendo a Estados Unidos. Con esto 2017 será el sexto año consecutivo en que la economía mundial crecerá por debajo de su media de largo plazo, lo que no había ocurrido desde los años noventa. En medio de advertencias sobre mayores riesgos, el Banco de México recortó el crecimiento para México a un punto medio de 2.1% en este año y 2.5% en 2017. Sin embargo es probable una nueva revisión a la baja para éste y el próximo año, según los recientes resultados de la economía global, estadounidense y local.
SEGUNDO.- La deuda. El abrupto crecimiento de la deuda en los últimos años, en su sentido más amplio, no solo ha cuestionado el manejo de las finanzas públicas, sino también ha elevado –inercialmente- el costo financiero que se acercará al medio billón de pesos para este año y superará los 550 mil millones de pesos en 2017, o más, si las condiciones financieras globales se agravan. A ello se sumará el creciente costo de las pensiones y las potenciales necesidades financieras de Pemex, lo que impactará al déficit fiscal.
TERCERO.- El recorte al gasto. La mayor parte de los analistas del sector privado coinciden en que para alcanzar el objetivo de un déficit (RFSP) de 3% del PIB para 2017, se requerirá un recorte al gasto de alrededor de 300 mil millones de pesos o más, dependiendo de los problemas que enfrenten los ingresos fiscales el próximo año, comenzando por un bajo crecimiento económico, por el menor efecto positivo de las coberturas petroleras, y porque Banxico –previsiblemente— no entregaría remanentes del tamaño que lo hizo en este año.
CUARTO.- Presiones sobre la confianza. La advertencia de las calificadoras de riesgos al gobierno mexicano sobre el alcance de sus objetivos de finanzas públicas ya ha tenido repercusiones en las inversiones con salidas de capitales por 216 mil millones de pesos (11 mil 670 millones de dólares) una cifra no conocida para un periodo similar desde la crisis de 1994. Pero la ‘tarjeta amarilla’ de las calificadoras a México es solo un síntoma de una creciente desconfianza en el manejo de la economía, como lo muestran los recientes indicadores de confianza, tanto de los consumidores como de los empresarios en México. Así que el proyecto de presupuesto para 2017 que entregará Hacienda, será un indicador de la respuesta a esa preocupación generalizada.
QUINTO.- El freno. Mientras que la atención de los inversionistas estará puesta en el estricto cumplimiento de los objetivos fiscales, un recorte de estas dimensiones en el gasto público —particularmente de inversión en infraestructura— tendría un impacto negativo adicional sobre el crecimiento económico y la generación de nuevos empleos; sobre todo en un entorno global de animadversión al riesgo. Así que la puesta de ‘freno de mano’ a la economía parece inminente.
SEXTO.- La credibilidad de Videgaray y de Peña Nieto. En los años pasados hemos visto que el presupuesto es una herramienta política. La orientación del gasto, el planteamiento del ‘presupuesto base cero’, y los recortes que se anunciaron, se hicieron con una clara intención político-electoral. De allí que la credibilidad del secretario Videgaray y del presidente Peña Nieto en el manejo presupuestal de cara a un año eminentemente electoral, es tan baja. Lo dijeron los analistas de Citigroup y lo han repetido otros bancos de inversión globales. En la presentación del Paquete Económico 2017 y en el proceso de aprobación en el Congreso, está en juego esa credibilidad –hay que decirlo— con muy malos antecedentes.
SÉPTIMO.- La crisis potencial. Hay una serie de factores políticos, electorales y económicos que se conjugan para dibujar un escenario de riesgos y de alta conflictividad hacia 2017 y 2018 que ya hemos planteado aquí anteriormente. El presupuesto para el próximo año puede contribuir a ello si no se encamina a estabilizar, de fondo, las variables más preocupantes de las finanzas públicas como la calidad del gasto y la deuda pública.
Twitter: @SamuelGarcia
COME-mail: samuel@arenapublica.com
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