La guerra por las inversiones extranjeras en América Latina se ha intensificado y eso tendrá consecuencias sobre algunos países que no van al ritmo de los cambios que se exigen.

Una de las principales razones es la mayor exigencia de los ciudadanos hacia sus gobiernos por resultados concretos en momentos en que el crecimiento económico y los empleos se han pasmado.

Kuczynski, Macri y Temer -los flamantes presidentes de Perú, Argentina y Brasil- que han coincidido en Nueva York para asistir a la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas; son los más agresivos en esta carrera.

Hoy el presidente peruano Pedro Pablo Kuczynski (PPK) participará como orador en la Asamblea General, después de una intensa gira que realizó por China y por la ciudad de los rascacielos. Kucsynski, con apenas 54 días en el poder, decidió –a diferencia de sus antecesores- que su primera gira internacional fuera a China, el principal aliado comercial del Perú y uno de los mayores inversionistas en el país andino.

Si bien la economía peruana es una de las más dinámicas del continente, no ha estado exenta del ‘atorón’ que está sufriendo el crecimiento económico en América Latina y en los mercados emergentes globales.

Con todo, el gobierno de PPK busca que el Perú se impulse con sus propios motores internos a partir de nuevas inversiones en turismo, infraestructura e industrias de transformación básica para crecer por arriba del 3.8-4.0% esperado para este año.

En Beijing y Shangai, Kuczynski le planteó al gobierno chino la oportunidad de invertir miles de millones de dólares en infraestructura ferroviaria, refinerías, fundidoras de minerales, procesadoras agrícolas, desarrollo forestal, e infraestructura turística en el país andino.

Y es que China importa del Perú el 25% del total del cobre que compra en el mundo y es el mayor inversionista extranjero en la minería del país, entre otros sectores. Así que no se duda que las primeras respuestas chinas se darán durante la Cumbre de APEC en noviembre próximo en Lima, cuando Xi Jinping llegue a la capital peruana acompañado de varias delegaciones de inversionistas que explorarán las ofertas del presidente peruano.

Pero Kuczynski no está solo en su búsqueda de inversiones. Su vecino, el presidente argentino Mauricio Macri, celebró entre lunes y miércoles de la semana pasada un espectacular foro de inversiones en Buenos Aires al que asistieron 1,900 empresarios y ejecutivos de 67 países.

El objetivo del foro fue mostrar a una Argentina políticamente en marcha a escasos nueve meses de que Macri asumió el gobierno, a fin de recuperar la confianza de los capitales después del desastre que significó el gobierno de los Kirchner para la inversión extranjera. Es la punta de lanza de Macri para atraer nuevos capitales, particularmente grandes proyectos en infraestructuras y energía.

La reacción de los inversionistas no se ha hecho esperar. Dow Chemical, Siemens y la minera Vale han anunciado su interés en diversos proyectos petroquímicos, energéticos, de transporte y mineros que podrían significar miles de millones de dólares en nuevas inversiones en Argentina.

Claro que las resistencias saltan a la vista dados los aún escasos resultados en el manejo macroeconómico que tomarán tiempo para mostrarse, pero Macri sabe que su ‘bono de oportunidad’ no durará mucho tiempo más y de allí su urgencia para ganarse la confianza de los capitales, como lo hizo ayer en la bolsa de valores de Nueva York.

Mientras que en el gigante Brasil, Michel Temer, el también recién llegado a la presidencia, busca sacar al país de la recesión con nuevos planes de inversión que lanzó recientemente al sector privado en medio de una agitación política que no parece detenerse.

Una vez concluído el juicio político en contra de Dilma Rousseff el 31 de agosto, Temer dió a conocer el programa de inversión público-privado “Crecer” que incluye la licitación de 25 importantes proyectos de infraestructuras para 2017 y 2018 y que contempla la distribución de energía, construcción y concesión de carreteras, ferrocarriles, puertos, aeropuertos, hidroeléctricas, programas de saneamiento que desarrollará enteramente el sector privado, entre otros. Con estas inversiones Temer pretende generar nuevos empleos que ha sido la promesa reiterada de su gobierno.

Sin embargo los miedos de los capitales privados sobre las debilitadas finanzas públicas brasileñas deberán ser combatidos. Así que antes del anuncio, el gobierno de Temer envió al Congreso una enmienda constitucional para limitar el gasto público al crecimiento de la inflación durante 20 años, así como reformas laborales y a la seguridad social que buscan elevar la edad de retiro y flexibilizar la contratación laboral, lo que podría generar un mayor nivel de conflictividad social.

Pero Temer no tiene tiempo ni espacios para la dilación. Así que con los riesgos políticos encima está apostando por las nuevas inversiones desde el sector privado a los que ya les abrió la puerta.

Los agresivos proyectos de los recién llegados Temer, Macri y Kuczynski para cazar miles de millones de dólares en inversiones, cuestionan la pasividad de otras economías de la región que se rezagarán en esta guerra por los capitales.

Twitter:@SamuelGarcia

COME-mail:samuel@arenapublica.com

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