Después de la del Estado de México, la elección en Coahuila es la segunda en llamar la atención de los comicios de este 4 de junio. Primero porque el estado es el único de la frontera norte del país que nunca ha vivido la alternancia política y hay en el ambiente la percepción de que ésta sería la primera ocasión en la historia política de la entidad que un partido distinto al PRI podría llegar al gobierno del estado. El hartazgo social contra la corrupción y el desgaste de la marca priísta que permea en el país también existe entre los coahuilenses, en donde ese fenómeno se identifica con el apellido de la familia que ha gobernado en los últimos 12 años, que además se encuentran divididos y enfrentados por las fuertes diferencias públicas entre el gobernador Rubén y su hermano y antecesor Humberto Moreira Valdés.

La percepción sobre una alternancia posible se ahonda, además del pleito familiar de los Moreira, en la ruptura que sufrió el PRI con la salida del diputado federal Javier Guerrero, que hoy es candidato independiente a la gubernatura, que registrara su postulación con casi 200 mil firmas, y aunque hasta el momento no figura en las encuestas que registran un empate técnico entre el PRI y el PAN, hay quienes prevén que el ex priísta podría crecer con parte del voto tricolor y capitalizando también la molestia social por la corrupción y el endeudamiento excesivo en los dos últimos sexenios en la entidad coahuilense.

El candidato del PRI, Miguel Riquelme, cuenta con todo el apoyo de la maquinaria moreirista en el estado, que a pesar de la división de los hermanos, continúa siendo una sólida estructura de operación y de un acabado clientelismo que, aunque en su momento fue creado por Humberto Moreira, con el apoyo de su entonces operador Rubén Moreira, hoy ese aparato se encuentra bajo el control total del gobernador, quien sabe operar muy bien política y electoralmente. Esa es la realidad contra la que se topan los pronósticos y los escenarios de alternancia política en Coahuila: que para que eso ocurriera y el PRI perdiera el poder después de 85 años ininterrumpidos, primero tendría que romperse el férreo control de la estructura política y clientelar que hoy se maneja desde el gobierno del estado.

Porque aunque el PAN ha crecido en la entidad y aprovecha el descontento social contra la dinastía de los Moreira, la realidad es que su candidato Guillermo Anaya, compadre del ex presidente Felipe Calderón, pero impulsado ahora por el dirigente nacional panista, Ricardo Anaya, no tiene hasta hoy la fuerza ni la contundencia para enfrentar a la maquinaria moreirista que, por encima del aparato del PRI en otros estados de la República, tiene un manejo muy particular y una fidelidad que hasta ahora ha apoyado a toda prueba primero al ex gobernador, Humberto Moreira, aún después de todas las acusaciones y señalamientos en su contra, y que ahora obedece fielmente al gobernador Rubén Moreira.

Hoy el PAN es en los números y en las encuestas quien más puede disputar la gubernatura al clan Moreira, pero falta ver si el panismo coahuilense tiene la fuerza para superar otro embate de la estructura moreirista que ya los ha arrasado en otras elecciones; la diferencia ahora puede ser la capacidad de Acción Nacional y su candidato Anaya para capitalizar el descontento social contra la corrupción y la continuidad del moreirismo en el poder, en la persona del candidato priísta Miguel Riquelme.

NOTAS INDISCRETAS…El sábado se cumplieron 79 años de le expropiación petrolera decretada por Lázaro Cárdenas en 1938 y uno se preguntaría, después de la reforma energética del presidente Peña Nieto, que revirtió esa expropiación y la estatización del petróleo, ¿cómo la celebran ahora los priístas y el gobierno? La respuesta la dio el sábado el acto oficial encabezado por el Presidente en Campeche. Ahí el gobernador, Alejandro Moreno, dijo en el discurso: “Así como la expropiación petrolera fue la más grande hazaña nacionalista, en el siglo XX, ahora las reformas estructurales, incluyendo la reforma energética, son la gran obra que construye el México del Siglo XXI. Son reformas impulsadas por un mexicano de excepción, de valor y de valores, que se compromete y cumple; un líder nacional que sobrepone el crecimiento de los índices de desarrollo del país sobre los índices de popularidad; un líder que antepone el interés nacional sobre cualquier otro interés. Un estadista del presente para el futuro de México, me refiero al amigo de Campeche, al presidente de la República, Enrique Peña Nieto”. Y entonces, ¿cuál fue la celebración? ¿Alguien entiende?..Los dados abren con Serpiente. Mal comienza la semana.

sgarciasoto@hotmail.com

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