Como en la tercera Ley de Newton, según la cual “a toda acción corresponde una reacción”, en política exterior aplica ese principio, y ayer el presidente Enrique Peña Nieto y su secretario de Hacienda, Luis Videgaray, tuvieron una reacción más, quizá la más contundente y rotunda, a su muy cuestionada jugada diplomática de invitar a México y recibir en Los Pinos al candidato republicano Donald Trump: el rechazo de Hillary Clinton, la abanderada demócrata, a la invitación que le formuló Peña para que lo visitara antes de las elecciones presidenciales de noviembre próximo.

“¿Aceptaría usted la invitación de Peña Nieto para visitar México antes de las elecciones de noviembre próximo?, le preguntó el periodista David Muir, de la cadena ABC, a la señora Clinton: “No. Me voy a enfocar en lo que estamos haciendo para crear empleos en casa y lo que estamos haciendo para asegurar que los estadounidenses tengan mejores oportunidades posibles en el futuro”, respondió la candidata y ex secretaria de Estado de Estados Unidos, quien criticó la visita de su contrincante Trump a México y lo acusó de haber causado un “incidente diplomático” con la polémica que tuvo en su reunión privada con Peña Nieto sobre la construcción del muro. “No supo siquiera la manera efectivamente de comunicarse con un jefe de Estado y pienso que es muy claro el resultado de este viaje”, dijo Hillary.

Anoche el presidente Peña Nieto regresaba de su viaje a China y se encontraba aún con los ecos de su cuestionada recepción a Trump, que le ha valido críticas demoledoras dentro y fuera del país, y una crisis política y de imagen que amenaza con convertirse también en una crisis diplomática, ante la negativa de la candidata demócrata de aceptar la invitación que le formuló, oficialmente, la Presidencia de México.

Porque si el mayor argumento con el que Peña y su nuevo “asesor” diplomático, el secretario Luis Videgaray, justificaron la invitación y el trato de jefe de Estado que le dieron a Donald Trump, fue que “puede ganar la Presidencia de Estados Unidos y porque sus posiciones son una amenaza, un riesgo”, exactamente la misma lógica aplicaría ahora al desaire de la señora Clinton.

La gravedad de que Hillary haya dicho “No” a la invitación del presidente mexicano, radica en que también “puede ganar la Presidencia de los Estados Unidos” y, si detrás de su decisión de no venir está el despecho o el disgusto porque cree que el gobierno mexicano prefirió a su rival y lo benefició al elevarlo como interlocutor al nivel de un jefe de Estado, entonces la candidata demócrata también puede convertirse ahora en una “amenaza y un riesgo” en sus posiciones hacia México.

Lo dijo recientemente el fundador de Wikileaks, Julian Assange, en una declaración que describe a la abanderada demócrata y posible primera presidenta de Estados Unidos: “Hillary es un halcón de guerra”. Y, a juzgar por la negativa con que respondió a la invitación del presidente Peña Nieto, esa “halcón” no está muy contenta con el gobierno mexicano.

NOTAS INDISCRETAS…Los homenajes ayer a Juan Gabriel, primero en Ciudad Juárez y luego en Bellas Artes, sirvieron para que el pueblo se volcara a despedir a un ídolo adorado por muchos y despreciado por seudointelectuales de moñito; pero también fueron ocasión para el oportunismo político y, tanto en Juárez como en el máximo recinto artístico, se vio muy solícito al gobernador de Chihuahua, César Duarte, quien acudió a montar guardias “de honor” junto a las cenizas del cantante y compositor al que gustaba contratar en vida para alegrar sus fiestas privadas. De hecho, los diarios juarenses reportaron que Duarte y su comitiva, entre la que estaba su esposa, se apropiaron del homenaje en la ciudad fronteriza y lo volvieron un “acto elitista”, pues sólo el gobernador y sus cercanos pudieron estar junto a los restos del ídolo. Y no conforme con eso, Duarte Jáquez se apersonó también en Bellas Artes donde, junto a su esposa, montó otra guardia de honor en la urna con las cenizas de Juanga. Eso sí, no fue el único oportunista en el Palacio, porque junto a él se paró también el gobernador de Michoacán, Silvano Aureoles, otro que anda urgido de reflectores ante el resurgimiento de la violencia en su estado. Pero de los dos el que parecía más compungido era Duarte, con eso de que ahora, con motivo de su último Informe de Gobierno, le dio por pedir perdón a los chihuahuenses con un spot donde dice: “También cometimos errores y si a alguien ofendí le pido una disculpa”. Nomás faltó que el gober corrupto se pusiera a cantar aquella de Juanga: “Con esta mi canción he venido a pedirte perdón”. ¿Qué fácil no?... Los dados mandan Escalera doble. Subida.

sgarciasoto@hotmail.com

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