El reciente Oscar a la película Spotligth, que llevó al cine el escándalo de sacerdotes pederastas encubiertos y protegidos por la Diócesis de Boston entre 1984 y 2002, reavivó el tema de los abusos sexuales cometidos por ministros católicos en todo el mundo y aumentó las presiones al Vaticano para enfrentar este problema.

A pesar de que el papa Francisco evitó el tema en su reciente visita a nuestro país, México es de los países donde los casos de pederastia y abusos siguen impunes, tanto por encubrimiento de la alta jerarquía católica como por inacción de autoridades civiles y judiciales que permiten la impunidad de sacerdotes acusados penalmente. Los abusos de sacerdotes mexicanos contra niños y adolescentes son conocidos en El Vaticano desde la época de Juan Pablo II, cuando se denunció al fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, quien tolerado por Roma, por el poder económico de su Orden, abusó de decenas de menores y murió en 2008, retirado del sacerdocio por orden de Roma, pero impune ante la justicia por sus actos criminales.

Después de Maciel ha habido muchas más denuncias contra sacerdotes pederastas. Un reporte de la agencia Notimex, en abril del 2015, atribuido a “fuentes confidenciales” del Vaticano, señala que hay al menos 100 casos de sacerdotes mexicanos revisados por la Congregación para la Doctrina de la Fe y por el Tribunal especial creado por el papá Francisco en junio del 2015 para atender denuncias de pederastia en la Iglesia, encabezado por el cardenal Seán Patrick O’Malley.

Muchos de esos casos contaron con protección de jerarcas mexicanos que, lejos de denunciar a los pederastas, los protegieron cambiándolos de parroquias o enviándolos a supuestos “centros de rehabilitación”. Entre los jerarcas señalados como “encubridores de la pederastia”, Alberto Athie, activista contra abusos en la Iglesia, menciona en una lista al cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México; a Jesús Carlos Cabrero Romero, arzobispo de San Luis Potosí; José Luis Chávez Botello, arzobispo de Oaxaca; Jonás Guerrero, obispo de Culiacán; Marcelino Hernández, obispo de Colima; y Raúl Vera, obispo de Saltillo, entre otros.

A Rivera Carrera, anfitrión del papa Francisco en la Ciudad de México, se le señala hace años como encubridor de sacerdotes pederastas, desde el caso de Maciel, hasta otros documentados como el del sacerdote poblano Nicolás Aguilar, acusado en una corte de Los Angeles de abusar de 86 niños en México y Estados Unidos, y en cuyo juicio fue llamado a declarar el arzobispo mexicano. Recientemente cobró fuerza la denuncia del joven Jesús Romero Colín, quien acusa que de los 11 a los 16 años de edad, el sacerdote Carlos López Valdés, de la parroquia de San Agustín de las Cuevas en Tlalpan, abuso sexualmente de él.

El caso fue denunciado por el ex acólito ante el Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis de México con evidencias como fotografías del cura abusando de niños y, a pesar de que lo declararon culpable en 2011, López Valdés sigue oficiando en otras diócesis, apoyado por Rivera y por los obispos de Colima, Marcelino Hernández, y de Culiacán, Jonás Guerrero, a pesar de que el papa Francisco le envió en 2013 una carta de puño y letra a Romero Colín en la que le pide “perdón” por los abusos sexuales que sufrió.

El Vaticano ha emitido ya sentencias y sanciones en contra de sacerdotes mexicanos como Nicolás Aguilar en 2009 o en 2014 contra el padre Eduardo Córdova de San Luis Potosí. Pero nunca la Santa Sede ha sancionado a algún alto jerarca en México por protección y encubrimiento de pederastia. El único caso de enjuiciamiento en Roma a un alto prelado ocurrió en 2015 contra el ex nuncio apostólico en Santo Domingo, Józef Wesolowski, protegido de Juan Pablo II, y denunciado por periodistas dominicanos por abusar de jóvenes en aquel país. El proceso histórico en El Vaticano quedó inconcluso tras la muerte de Wesolowski antes de que concluyera el juicio.

La pregunta que se impone en estos momentos en México es, ¿cuándo veremos al primer jerarca mexicano acusado o señalado por El Vaticano por encubrir la pederastia? ¿Será acaso Norberto o los obispos de Colima y Culiacán? O al arzobispo se le permitirá su retiro tranquilo en 2017.

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sgarciasoto@hotmail.com

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