Ocurrió hace unas semanas, antes de que se definiera la candidatura del PRI al gobierno de Oaxaca. Alejandro Murat Hinojosa, entonces precandidato, habló con su padre, el ex gobernador José Murat, y le pidió hacerse a un lado y no meterse en su proyecto político “si es que quieres que sea gobernador”. El acuerdo, solicitado por el hoy candidato priísta a su progenitor, pasaba por un distanciamiento de José Murat para evitar que sus negativos y enemistades políticas le fueran cargados en automático al joven aspirante.

“Tú ya tuviste tu momento, ya viviste todo lo que quisiste políticamente, ahora tienes que valorar qué es más importante, si tu participación en la política en estos momentos o el proyecto de que yo sea gobernador”, habría dicho Murat Hinojosa a Murat Casab, según versiones de allegados al hoy candidato al gobierno de Oaxaca. El ex gobernador, que aún se mantenía como operador de algunos personajes del gabinete de Peña Nieto, habría aceptado cortar de tajo cualquier actividad de operación política y cualquier participación suya en la campaña del hijo.

Para sellar esta especie de “retiro político” de José Murat, el acuerdo incluyó la posibilidad de que se fuera a vivir al extranjero, para evitar que su presencia y fuerte personalidad interfiriera con la estrategia de Alejandro Murat o se hablara de un “maximato”, o dominio del padre, en las actividades del ahora candidato priísta a la gubernatura oaxaqueña. A eso obedece la reciente boda de Murat Casab con su pareja Aurora Alcántara, hermana del empresario mexiquense Roberto Alcántara, con quien el ex gobernador contrajo nupcias el pasado sábado en una ceremonia familiar. “La idea es que el matrimonio radique en el extranjero”, confirmó una fuente cercana a la familia.

“Mi padre es mi padre y eso no va a cambiar nunca. La relación familiar se mantiene intacta. Yo le tengo cariño y admiración como hijo, pero políticamente lo más saludable es que haya distancia. La gente tiene que entender que yo soy Alejandro Murat, y sí, José Murat es mi padre y lo será siempre, pero yo tengo otro estilo de hacer las cosas y una forma distinta de entender la política, incluso generacional”, comentó en una ocasión el ex director del Infonavit, interrogado sobre el papel que jugaría su padre en su proyecto político.

En aquella plática, se refirió incluso a los casos de algunos gobernadores y ex gobernadores del PRI que han sido cuestionados por la injerencia de sus padres en los asuntos de gobierno en sus estados. “Sé que ese es todo un tema, que preocupa y molesta a la opinión pública, con razón. El ejercicio de gobierno es unipersonal y no se comparte, así sea con alguien tan querido o cercano como un padre”, dijo en alusión a casos como el Rodrigo Medina y su padre Humberto Medina Ainslie, quien no sólo jugo un papel protagónico en la gubernatura del priísta, sino que terminó con denuncias de corrupción.

Así que, justo al anunciarse su elección como candidato, cuando todas las críticas a Alejandro Murat Hinojosa se enfocan a su primer apellido —con toda la carga política de enemigos y detractores del padre— el reto del abanderado priísta en Oaxaca es demostrar que tiene personalidad y propuesta propias, y romper el estigma y prejuicio de ser un junior más de los que, lamentablemente, abundan en la política mexicana. Ya se verá si funciona el “pacto de los Murat” y si los electores oaxaqueños, al final los únicos que deciden, juzgan que el apellido es marca y herencia positiva o cacicazgo nocivo.

NOTAS INDISCRETAS… El tema de Tierra Blanca y los cinco jóvenes desaparecidos se le sigue complicando al gobernador veracruzano, Javier Duarte. Cuando se pretendía que la detención de Francisco Navarrete, presunto líder del Cártel Jalisco Nueva Generación, arrojaría luz sobre esas desapariciones, lo que salió a relucir fueron los vínculos políticos del presunto narcotraficante con el PRI y en particular con el diputado priísta Tarek Abdalá, cercano a Duarte, y a quien Navarrete habría operado en su campaña. Total, que como él mismo dijo, “de 100 que intenta, 99 no le salen”, ¿o cómo era?... La captura y encarcelamiento del ex vocero de Guillermo Padrés en Sonora, Jorge Morales Borbón, debería poner a temblar a más de un encumbrado comunicador gubernamental. Y es que a Morales lo acusan de “desfalco al erario” sonorense porque “pedía un porcentaje de los contratos que asignaba a varios medios”. ¿Cuántos jefes de prensa del gobierno federal y estatales no hacen exactamente lo mismo? ¿A todos los meterán a la cárcel? Es pregunta.… Los dados mandan Serpiente. Mal tiro.

sgarciasoto@hotmail.com

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