La fuga de Joaquín Guzmán Loera no sólo hizo mella en un gobierno que apenas comenzaba a recuperarse de la grave crisis de imagen y credibilidad que vivió a finales de 2014, sino que también aceleró la necesidad de cambios y ajustes en el gabinete de un presidente que se resiste a cambiar y se ufana —como si fuera virtud— de que “a él no le gusta hacer cambios” porque “su estilo” es mantener a sus colaboradores contra viento y marea, aún cuando el desgaste y la ineficiencia sean notorios.

A la crisis de imagen y el ridículo internacional, al que ya tuvo que hacer frente con declaraciones el canciller José Antonio Meade en su reciente gira por Chile, se añade la burla y la exigencia nacional por el escape del narcotraficante —con todo y la apología que le hicieron en el gabinete de seguridad— como elemento adicional de presión para los cambios que muy pronto decidirá el presidente.

En el mismo gabinete se da por hecho que a más tardar a mediados de agosto, el presidente Enrique Peña Nieto tendrá que tomar las decisiones de ajustes en su equipo, a pesar de la férrea resistencia de algunos en su equipo que, con cierta soberbia, se negaban a aceptar la necesidad de cambios. “No vamos a ceder aunque la plaza pública pida sangre y espectáculo”, decía hace meses, en medio de la crisis de finales de 2014, el jefe de la Oficina Presidencial, Aurelio Nuño.

Una fuente de alto nivel del gabinete de seguridad federal confiaba hace unos días en que la recaptura de Joaquín Guzmán Loera “ocurrirá pronto” y afirmaba que, más que un operativo de búsqueda, lo que está en marcha “es una cacería” en la que participan todas las instituciones de seguridad del Estado mexicano, desde el Ejército, la Marina, la Policía Federal, la Gendarmería y todas las policías estatales, además del apoyo internacional de agencias como la Interpol, la DEA y el gobierno estadounidense.

Pero con todo y el optimismo oficial, que apunta a que la orden interna del presidente Peña Nieto es que la captura de El Chapo Guzmán ocurra antes del Informe, tal y como deslizó el presidente del Senado, Miguel Barbosa, también dentro del mismo gabinete de seguridad hay quienes se preguntan, con molestia, ¿cómo es posible que no haya responsables de la vergüenza internacional que significó el escape del narcotraficante? “Hubo funcionarios de primer nivel que no atendieron los indicios previos de que esto podía ocurrir ¿y ningún titular de las dependencias de seguridad piensa renunciar?”, se pregunta un integrante del gabinete de seguridad federal.

¿Cuántos funcionarios más de primer nivel tendrían que responder por un error, una omisión o por la corrupción exhibida a nivel internacional en el sistema de seguridad y justicia del país? ¿Osorio seguirá anteponiendo un histriónico sentido del deber a la dignidad de saber que es el primer responsable de esa fuga? ¿Rubido y su pasión desbordada por El Chapo y su inteligencia seguirá también en el cargo? ¿El ineficaz e inexistente director del Cisen, Eugenio Ímaz, asumirá el costo de la falla y la corrupción que horadó la seguridad nacional con un túnel de un kilómetro y medio?

Así que entre los cambios que, dicen, pronto decidirá el presidente, en una de esas varios tienen que ver con las cabezas responsables de la fuga de El Chapo y que hasta ahora han salvado el pellejo con declaraciones justificatorias y aventando por delante a sus subalternos.

NOTAS INDISCRETAS… Entre las cosas raras que pasan en el nuevo INAI está el despido de más de 250 trabajadores en los últimos meses. Los comisionados del nuevo instituto han corrido, desde su llegada, a casi 50% del personal que laboraba en el desaparecido IFAI, con un alto costo para el erario en liquidaciones, porque curiosamente les dio por correr a los secretarios, directores generales y directores de área, justo las posiciones mejor pagadas, y los nuevos funcionarios son en su mayoría recomendados por ellos y sin tomar en cuenta el Servicio Profesional de Carrera. ¿Así o más claro el amiguismo y compadrazgo en el órgano de transparencia?... La renuncia del subsecretario de la SRE, Sergio Alcocer, y el anuncio de su reincorporación a la UNAM confirman que, sin demérito de las cartas académicas del doctor, Los Pinos sí tiene candidato para la rectoría de la UNAM que, aunque inicia formalmente hasta noviembre, en los hechos comenzó ayer con el predestape del “gallo” presidencial… Serpiente Doble. Caída libre.

sgarciasoto@hotmail.com

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