La disidencia magisterial que se opone a la reforma educativa del presidente Enrique Peña Nieto recibió ayer un primer golpe directo a su núcleo de poder y financiamiento. Con la desaparición del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO) se inicia una estrategia de debilitamiento y desmantelamiento de los grupos disidentes del magisterio que han puesto en jaque al proyecto reformista de Peña Nieto y se busca desarticular no sólo a la Sección 22 en Oaxaca, donde radica su mayor fuerza política y financiera, sino también en Michoacán, Guerrero y Chiapas, estados que se mueven bajo la influencia oaxaqueña.

Fue necesario que el gobierno federal cobijara y arropara a un debilitado gobernador Gabino Cué que, acompañado de los secretarios de Educación, Emilio Chuayffet; de Desarrollo Social, Rosario Robles, y del vocero presidencial, Eduardo Sánchez, se armó del valor que no tuvo en cinco años de gobierno para anunciar, en plena fiesta de la Guelaguetza, la publicación del decreto que desapareció al IEEPO que desde 1992 manejó la educación en su estado y se apoderó de la rectoría educativa, convirtiendo a la CNTE en un poder de facto que se impuso a varios gobernadores; desde Heladio Ramírez hasta José Murat, pasando por Diódoro Carrasco, la movilización para deponer a Ulises Ruiz y la subordinación total de Cué.

Por eso ayer, envalentonado, el gobernador de Oaxaca proclamó “la recuperación de la rectoría del estado” y lo hizo bajo la sombra y protección federal. Incluso, Cué no tuvo empacho en reconocer que la decisión de desaparecer el IEEPO no fue sólo suya —aunque él siempre tuvo las facultades constitucionales para tomarla— sino también intervino el gobierno federal que fue a respaldarlo hasta la capital oaxaqueña. “A través de este acto trascendental, por su proyección histórica, auspiciado por el imperio de la ley y el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, vamos a recobrar y fortalecer la rectoría educativa del estado. Vamos a crear un nuevo instituto de educación pública de Oaxaca”, anunció el gobernador.

Y el “auspicio federal” del que habló Gabino se hizo sentir no sólo en la presencia de Chuayffet, Robles y Sánchez, sino a través del propio presidente Peña Nieto que ayer respaldó la decisión estatal. “En el gobierno de la República, respaldamos esta decisión porque tenemos el deber legal y el compromiso ético de hacer realidad el derecho que tienen todos los niños y jóvenes del país a una educación de calidad”, dijo el Presidente.

En realidad el respaldo federal para asestar el primer golpe a la CNTE comenzó semanas atrás cuando Gobernación dio la orden de enviar a Oaxaca más de 4 mil elementos de la Policía Federal y la Gendarmería que, con el pretexto de “garantizar la seguridad de las fiestas de la Guelaguetza” que comenzaron el lunes, tomaron el control de la seguridad estatal. Desde entonces se preparaba la estrategia para debilitar a la Coordinadora que ayer inició una primera marcha sin mayor repercusión y anunció para hoy una Asamblea Estatal para definir las “acciones de resistencia”, ante la desaparición del Instituto que les proveía de dinero y poder.

Lo que sigue ahora, tras el primer golpe lanzado por el gobierno federal, es esperar a ver de qué tamaño es la reacción de la Sección 22 y de otras secciones de la CNTE como las de Michoacán, Guerrero y Chiapas, que podrían apoyar sus movilizaciones. También habrá que ver cuál es la segunda carta que tiene bajo la manga el gobierno federal y si, como se había anticipado, están listos los expedientes de investigaciones financieras contra Rubén Núñez y otros líderes de la disidencia a los que se podría acusar de “enriquecimiento y lavado de dinero”.

Por lo pronto la guerra contra la CNTE —con todas sus ramificaciones sociales y hasta de guerrillas y grupos subversivos— ha comenzado. Al presidente Peña Nieto el tema le servirá no sólo como demostración de fuerza, sino también para distraer la atención del ridículo internacional por la fuga de El Chapo Guzmán y les dará tiempo para intensificar la búsqueda y posible recaptura del capo. Veremos hasta dónde va la decisión presidencial y qué tanto resiste la disidencia magisterial la embestida final.

sgarciasoto@hotmail.com

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