Está bien, juguemos. Y no porque se trate de trivializar o minimizar el asunto. Qué va. Bien sabemos que es la elección estatal que más expectativas ha generado en los años recientes. Y probablemente una contienda histórica.

Pero, como nadie tiene una infalible bola de cristal, entremos al juego de elucubraciones que todos practicamos profesional o amateurmente. Así que, metidas a la licuadora encuestas, tendencias, declaraciones, acontecimientos recientes, percepciones y mi propio ojo en las campañas, les comparto las tres alternativas más probables a mi entender:

Primer escenario.— Gana Alfredo del Mazo, el candidato del PRI y anexos, por un margen de 4 o más puntos. Abundarán las declaraciones de que se trató de un proceso injusto, de una elección de Estado o de Estados, pero privará la percepción de que la victoria priísta fue finalmente legal y que el margen no justifica conflicto post-electoral alguno. El PRI está de fiesta y hasta enseña los dientes. El gobierno peñanietista respira profundo; luego se envalentona y asegura que la elección ha sido una especie de plebiscito que prueba que los tricolores son la salvación nacional y que tienen todo para conservar la Presidencia de la República en 2018, casi con cualquier candidato que postulen. Un año más sin cambios en el estilo personal de gobernar, que diría don Daniel Cosío Villegas. Y un daño colateral en las aspiraciones presidenciales de Andrés Manuel López Obrador, que tendría que conformarse con pregonar un avance sustantivo de Morena y muy probables triunfos en alcaldías veracruzanas.

Segundo escenario.— Gana Delfina Gómez la candidata de Morena por un margen incontrovertible de cuatro o más puntos. No ha lugar a conflictos post-electorales. La percepción es que se trata de un triunfo inobjetable y casi heroico, luego del rechazo perredista a la declinación y los tres puntitos que finalmente sí se decidió a aportarle el PT. En medio del asombro, el PRI y el mismísimo presidente Peña Nieto se ven obligados a un acto inédito en el reconocimiento de la victoria morena. El propio mandatario y su partido, cambian radicalmente su estrategia a un año de la decisoria elección presidencial de 2018; han de llevar al mejor candidato químicamente apto y con posibilidad de triunfo, y no al más cercano ni al más cortesano. Un último año insólito en los eventos y los modales de un gobierno que buscará perpetuarse a toda costa. Y una batalla brutal contra un Andrés Manuel López Obrador, quien se fortalecería desproporcionadamente como el mejor candidato para ganar la Presidencia de la República en el 2018. Nada más. Y nada menos.

Tercer escenario.— Cualquiera de los dos: Alfredo del Mazo o Delfina Gómez ganan por un escasísimo margen de menos de dos puntos. Ninguno reconoce la victoria del otro. Se genera un conflicto post-electoral de enormes proporciones que trasciende a las calles, ciudades y pueblos del Estado de México. Días aciagos para la entidad y para todo el país. El enfrentamiento Peña Nieto-López Obrador es ya total y de alto riesgo.

Cuarto escenario.— Gana Juan Zepeda, el candidato del PRD. Se produce la sorpresa electoral más estremecedora de los últimos tiempos. El caballo que alcanzó y ganó; tan espectacularmente que a los otros caballitos no les queda más que relinchar, pero a manera de estupefacto homenaje.

Periodista.

ddn_rocha@hotmail.com

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