En los pasillos de la política mexicana hace ya semanas que se habla con envidia por la enorme exposición mediática que ha tenido Aurelio Nuño. A toda hora y en todo lugar los medios han encontrado algo interesante que reportar sobre la actividad pública de este integrante del gabinete presidencial.

Mañana mismo el secretario de Educación tendrá puesto el micrófono todo el día, porque se presentan los resultados de la prueba Planea, el instrumento de evaluación que sustituyó a los exámenes Enlace y Escale.

No será sencillo para el secretario cuando explique la baja temperatura que marca todavía el termómetro de la calidad educativa pero prometerá que, ahora sí, con la reforma y su implementación, el futuro será distinto.

Habrá quien suponga que la potente luz de los reflectores que tan repentinamente cayó sobre el secretario de Educación es obra de Los Pinos. Sería ingenuo negarlo pero hay algo más.

El tema educativo es tan importante hoy en la discusión pública como no lo había sido desde hace veinte años. Aurelio Nuño está en el candelero porque la educación importa y también porque su reforma es la que mejor valoran los mexicanos, entre las muchas que formaron parte del Pacto por México.

Cuando la economía no va bien, la pobreza no disminuye, la inseguridad no cede, la corrupción no remite, el Chapo se escapa, los derechos humanos experimentan crisis y la imagen de México ha vuelto a estancarse, el tema educativo es prácticamente la única carta presumible por la actual administración.

Quien cerró las puertas a Aurelio Nuño para convertirse en el líder nacional del PRI le hizo un favor: le entregó el vehículo más noble de la temporada para competir en la carrera hacia Los Pinos.

Antes de él varios otros secretarios de Educación intentaron la misma proeza. José Vasconcelos fracasó, Miguel González Avelar llegó a la recta final y ahí se quedó, Alonso Lujambio soñó y no tuvo éxito. Sólo Ernesto Zedillo ganó la apuesta, pero antes tuvo que ocurrir una tragedia.

¿Por qué esta vez las cosas serían distintas para Aurelio Nuño?

El delfín del presidente tiene ventaja pero su suerte no está blindada. La buena opinión general sobre la reforma educativa sólo perdurará si la calidad de la educación mejora pronto y de manera creíble.

De lo contrario el padre de la reforma será juzgado por la expectativa frustrada y lo que hoy es su activo político más importante mañana podría ser la pala con que cavará su tumba.

Dentro de veinticuatro horas los resultados de la prueba Planea confirmarán que la calidad educativa en las primarias mexicanas está por los suelos. Escucharemos también a don Aurelio argumentando que la reforma es un árbol que tardará en dar frutos. Nos pedirá paciencia. Afirmará que su secretaría, el gobierno de Enrique Peña Nieto y el país entero están haciendo todo lo necesario para que la realidad cambie.

Y el público concederá, pero por última vez.

El año siguiente se dará a conocer la evaluación de la prueba PISA, que patrocina la OCDE. Si ahí los indicadores continúan siendo bajos, la aprobación del secretario de Educación sufrirá una suerte parecida: resbalará y punto.

La buena expectativa de la reforma educativa está ayudando al despegue de una candidatura, pero sólo la mejora en la calidad en la educación hará que esa trayectoria se consolide.

ZOOM: Aurelio Nuño puede hacer política con el tema educativo siempre y cuando demuestre que además de hacer política está mejorando la educación.

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@ricardomraphael

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