“No va a robar”. “No tiene compromisos”. “Es antídoto contra Trump”. “Es líder mundial”. “No puede ser comprado”. “Nadie tiene poder sobre él”. “Sabe cómo generar desarrollo”.

A principios de enero, mientras el enojo por el gasolinazo crecía entre los mexicanos, con estos argumentos circularon a través de las redes sociales varios videos promoviendo la candidatura presidencial de Carlos Slim Helú.

Cabe que gente próxima a él haya lanzado esta campaña. O quizá la candidatura de “el ingeniero” —como se le llama entre la élite mexicana— surgió como una respuesta genuina frente a la crisis que estamos viviendo.

En cualquier caso es inevitable leer el discurso del viernes pasado frente a los medios de comunicación en la clave de su posible candidatura hacia el 2018.

Ante un gobierno y unos partidos con niveles de aprobación tan bajos, y un embate internacional encabezado por Donald Trump que se anuncia abrumador, el liderazgo del empresario mexicano más poderoso del mundo emerge de manera natural.

Nunca antes Slim había convocado a una rueda de prensa con el propósito de enviar un mensaje político y en esta ocasión se tomó casi una hora para hacerlo.

Dividió sus argumentos en tres grandes bloques. Primero trató con parsimonia y sin sobresaltos los riesgos, las ventajas y los desacuerdos que México tendría con el nuevo habitante de la Casa Blanca. Ciertamente fue un bálsamo frente a tanto nerviosismo.

Luego expuso su visión para enfrentar la crisis y detalló algunas de las políticas públicas que el país debería emprender para fortalecer el mercado interno. Por último festejó la unidad que provocó entre la sociedad mexicana la decisión del presidente Enrique Peña Nieto de cancelar la visita a Washington prevista para el día de mañana.

En simultáneo, envió varios recados al gobierno que no pueden pasar desapercibidos: Cuando dijo que Trump era “negociator” y no “terminator” hizo explícita la duda que muchos tenemos sobre la capacidad de la administración Peña Nieto para celebrar una negociación de la que vayamos a salir bien librados.

Si se le pregunta a Slim qué tan buenos negociadores hay en este gobierno, lo más probable es que este empresario manifieste la desconfianza que sostiene frente ellos.

Cada quién habla como le va en la feria: él fue un gran perdedor de la reforma en telecomunicaciones, mientras que sus adversarios las ganaron todas.

El segundo mensaje cifrado tiene que ver con la lista de propuestas de política pública que expuso durante la conferencia de prensa. Sorprende que prácticamente ninguna haya sido incluida dentro del Acuerdo para el Fortalecimiento Económico y Protección de la Economía Familiar, firmado hace veinte días entre el gobierno, las cúpula empresarial y el liderazgo obrero.

¿Por qué el empresario más rico del país no estuvo presente en ese evento? ¿Por qué sus ideas no fueron consideradas? ¿Por qué hasta ahora las da a conocer?

La respuesta es simple: las relaciones entre el gobierno de Peña y Carlos Slim han sido mediocres tirando a malas. Cabe que ahora mejoren, porque una nueva circunstancia se impone, pero eso no quiere decir que la solidaridad entre las partes esté a salvo de futuros descalabros.

El tercer mensaje implícito fue que, en efecto, si lo decide, Slim puede ser el próximo Presidente. Cuenta con condiciones financieras envidiables para jugarse una candidatura triunfadora.

Dentro de la trama tan compleja en que nos encontramos los mexicanos, la respuesta que Peña Nieto entregue a este empresario marcará pauta sobre la manera como el Presidente piensa aprovechar la propuesta de unidad.

Peña Nieto cometería un error si piensa que la unidad ofrecida será incondicional. Nadie le ha firmado un cheque en blanco y, excepto su gobierno, no habrá quien se atreva a hacerlo.

Por lo pronto Slim le impuso tres condiciones: uno, México debe enviar a sus mejores negociadores a Washington, no solo a los amigos de Peña Nieto; dos, los acuerdos entre mexicanos para enfrentar la crisis no pueden construirse a partir de la exclusión y; tres, si el gobierno no sabe resolver (hacia fuera y hacia dentro), el ingeniero podría jugar la carta de su candidatura presidencial.

ZOOM: De la campaña para promover la opción presidencial de Carlos Slim Helú hay un argumento preocupante. Cuando se dice que “nadie tiene poder sobre él” debe recordarse que la democracia no funciona si hay gobernantes que asumen como cierta tal barbaridad. Ahí está Donald Trump como ejemplar desastroso.

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@ricardomraphael

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