Cinco soldados muertos y diez militares heridos. Los sobrevivientes sufrieron quemaduras graves y varios de ellos resultaron con amputaciones. Fueron víctimas de una emboscada.

Según testimonio de sus compañeros, no habían comido ni descansado durante las doce horas previas al enfrentamiento con un convoy de ocho camionetas blindadas y sesenta hombres armados hasta los dientes. El ataque duró cerca de 40 minutos y varias granadas fueron lanzadas en contra de los carros militares.

Sobre los responsables de esta acción criminal hay dos versiones. El Ejército afirma que el Cártel de Sinaloa quiso rescatar a uno de los suyos, que los militares llevaban en custodia dentro de una ambulancia porque antes había sido herido en un enfrentamiento en las proximidades de Badiraguato.

Pero no debería descartarse que el grupo de los Beltrán Leyva, liderado ahora por Alfredo Beltrán Guzmán, El Mochomito, se encuentre detrás de este episodio. El hombre al que se llevaron los atacantes es Julio Óscar Ortiz Vega, alias El Kevin. Se trata del brazo derecho de Aureliano Guzmán Loera, hermano de El Chapo Guzmán quien, junto con sus sobrinos Alfredo e Iván Archivaldo Guzmán, gobierna hoy el Cártel de Sinaloa.

Según el reporte militar la ambulancia donde viajaba Ortiz Vega recibió al menos quince disparos con arma automática. El Kevin pudo haber muerto durante la refriega. Como la ambulancia fue secuestrada por los atacantes no se supo nada más de él.

No obstante, de haber sido intención rescatar al lugarteniente de Aureliano, esta acción se presenta como temeraria. La descripción de los hechos lleva a suponer que en realidad lo que buscaban los perpetradores era eliminar y no rescatar a Ortiz Vega.

En cualquier caso, para perseguir a los responsables —sean de un bando o del otro— es necesario analizar el contexto en el que ocurrió la emboscada. La trágica muerte de los militares no es un hecho aislado, es en realidad un eslabón más de una larga escalada violenta que comenzó en junio de este año y que, entre otras razones, se explica por el cambio del mando político en Sinaloa.

La pugna entre el clan de los Beltrán Leyva y el Cártel del Pacífico ha entrado en fase intensiva porque en enero del próximo año caducarán los acuerdos políticos prevalecientes durante la administración de Mario López Valdez.

Los Beltrán no quieren perder la oportunidad de mejorar su negocio ahora que la protección política brindada a la familia Guzmán está en su fase más débil y un nuevo gobernador, Quirino Ordaz, habrá de fijar reglas distintas.

El primer episodio de esta fase violenta comenzó en el mes de junio, cuando los Beltrán balacearon la casa de la madre de El Chapo, en la Tuna Badiraguato, porque andaban tras Aureliano Guzmán.

Con ello violaron dos leyes que entre los narcotraficantes sinaloenses eran sagradas: jamás meterse con la familia del enemigo y nunca generar problemas en el pueblo que ha sido cuna de la gran mayoría.

Desde ese día la hilera de muertes en todo el estado se expande y cabe temer que así seguirán las cosas hasta que uno de los dos grupos criminales logre exterminar al otro.

Para los Beltrán Leyva resulta ahora ventajoso que el Ejército considere principales sospechosos de la emboscada a los líderes del cártel enemigo. Y es que podrían ahorrarse la guerra contra los familiares de El Chapo Guzmán ya que el mando militar tomará el relevo en esa tarea.

El general secretario, Salvador Cienfuegos Zepeda, declaró este fin de semana: “De manera cobarde y ventajosa, nuestros soldados fueron emboscados por otro grupo … de enfermos, insanos, bestias, criminales … (contra ellos) vamos con toda la fuerza.”

Tiene razón el general en estar furioso y desde luego que los militares caídos merecen una acción contundente de la justicia.

Sin embargo este hecho debería poner en la mira a los principales responsables, no solo de esta emboscada, sino de toda la escalada violenta. Esos responsables son quienes desde el gobierno sinaloense han sostenido acuerdos políticos con ambos liderazgos del crimen organizado.

Por otro lado, de no perseguir con igual contundencia a los dos cárteles, este episodio habrá de cumplir con su eventual cometido: involucrar al Ejército para que ayude a los Beltrán en su pugna contra la familia Guzmán.

ZOOM: Mientras la política siga sirviendo para proteger a las bestias criminales, la violencia continuará cobrando un número incontable de vidas.

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