En el barrio donde vivo han aparecido muertos 22 perros. Desde hace tres semanas alguien viene sembrando carnadas envenenadas con el propósito de exterminar a las mascotas que visitan el viejo Parque México de la ciudad capital.

Ante el reclamo de un vecindario que hasta hace pocos días se asumía generoso con los animales domésticos, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJ) ha montado un operativo para patrullar las calles y atrapar al delincuente.

Esta pequeña historia de barrio ha levantado vuelo más allá de su lugar de origen. La organización PETA (Personas por un Trato Ético a los Animales) ofreció más de 80 mil pesos a quien proporcione información sobre el criminal y el domingo pasado hubo una manifestación grande para llamar la atención a propósito de la tragedia.

Pero no todo es indignación; al respecto también se escucha la voz de quienes ven como menor y hasta justificado el episodio. El día de ayer Paola Ascencio, reportera de El Gráfico, entrevistó a una mujer que la autoridad tiene bajo vigilancia. Fue detenida por la PGJ porque supuestamente confesó ser la autora de los asesinatos.

De acuerdo con su propio testimonio, mientras Ana Guadalupe Vela almorzaba quesadillas en un puesto de la calle fue importunada por un perro gigante. Frente a la indolencia de su dueña la mujer agredida reventó diciendo: “por eso están matando perros en la Condesa … no vaya a ser que este también aparezca muerto”.

Tal conversación llevó a que la señora Vela fuera denunciada ante la autoridad y recibiera poco después una visita de la policía en su domicilio. Además de esa declaración desafortunada, pesa en su contra que tiene formación en ciencias químicas, hecho que ya antes se presumía como relevante por el uso de estricnina en los cebos del Parque México.

Sin embargo, las pruebas fueron insuficientes para actuar contra ella y horas más tarde recobró la libertad. En la entrevista referida ella aseguró que era inocente, pero aprovechó para mostrarse sorprendida por una autoridad demasiado preocupada por los perros y muy poco por los seres humanos.

La información publicada por El Gráfico da cuenta de una persona dispuesta a menospreciar la indignación que sus vecinos sentimos por las mascotas asesinadas en nuestro barrio.

Calculo que son muchos quienes comulgan en voz baja con el argumento de la señora Vela: ¿Para qué tanto escándalo? ¿Por qué se dedica la fuerza pública a buscar un mataperros estando en libertad tanto asesino de seres humanos?

Me cuesta trabajo creer que la señora Vela sea responsable de este crimen, pero ella se equivoca en redondo cuando disminuye la gravedad de la situación.

Quien realmente esté detrás de los asesinatos caninos es un sociópata que no disfruta únicamente con extinguir mascotas. El problema principal es el odio que resiente en contra de sus dueños. No se trata sólo del placer experimentado con el vómito y las convulsiones que durante varios minutos experimentan los animales antes de perecer; su gozo se alimenta también del sufrimiento humano que se vive en cada hogar donde se perdió una mascota.

El sadismo del sicópata que maquinalmente asesina animales es el escalón previo de una violencia que suele terminar estrellándose en contra de las personas. Este es un argumento básico de cualquier manual dedicado a describir la personalidad de los asesinos en serie.

Por ello es que una matanza como la ocurrida en mi barrio no sólo obliga a preocuparse por las mascotas y sus amos, sino por todos los que puedan ser víctimas de la violencia que ese mataperros podría producir contra sus semejantes.

ZOOM: La violencia sistemática contra los animales es una alerta temprana de la violencia sistemática contra los seres humanos. De ahí que el expediente del mataperros deba importar a la autoridad.

www.ricardoraphael.com

@ricardomraphael

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses