Corría el año de 1888. Heraclio Bernal, el Rayo de Sinaloa, andaba escondido en una finca en las faldas de la sierra, por el rumbo de Cosalá. Narran que dormía empiernado con su novia Bernardina. Los hombres de la ley casi llegaron hasta él pero escapó. En su huida recibió un tiro en el glúteo derecho. Heraclio logró esconderse en una cueva. Ahí lo hallaron luego porque un mal amigo lo delató.

En 1909, la misma leyenda —exacta— se contó sobre la aprehensión de Jesús Juárez Mazo, mejor conocido como Jesús Malverde. No lejos de Cosalá recibió un tiro en la pierna derecha y a punto de morir por gangrena fue apresado y conducido a Culiacán donde lo ahorcaron.

Suponer que Joaquín El Chapo Guzmán repite el guión de sus predecesores es absolutamente ridículo. Y sin embargo un comunicado conjunto de las secretarías de Gobernación, Marina y Defensa probó que la imaginación teatral del gobierno mexicano no tiene inhibiciones.

Las autoridades afirman que huyendo de las fuerzas del orden, el fugitivo mexicano más buscado obtuvo una lesión en la pierna. ¿Dónde? ¡Adivine! En Cosalá, Sinaloa.

La pereza de quien redactó este guión merecería una cárcel sin túneles. Resulta tan manoseado como si el bandido actual más buscado de Inglaterra se escondiera, como lo hizo Robin Hood, en el bosque de Sherwood.

Que la autoridad me perdone el escepticismo pero además de la extraña sintonía con el pasado tengo otros argumentos que me provocan recelo.

¿Cómo sabe el gabinete de Seguridad Nacional que el señor Guzmán recibió heridas en una pierna? ¿Hay testigos? ¿Hay fotografías? ¿Se hizo un análisis antropomórfico para corroborar identidades? ¿A qué distancia tuvo la autoridad a Guzmán Loera? Si estaba tan cerca como para saberlo herido ¿cómo fue que se fugó de nuevo?

También alimenta mi incredulidad que Renato Sales Heredia, titular de la Comisión Nacional de Seguridad (CNS), no estuvo enterado de la pierna herida en Cosalá hasta que el comunicado conjunto resolvió su imperdonable ignorancia.

Dos días antes el periodista Mark Potter, de la cadena NBC, afirmó que de acuerdo a tres fuentes distintas, Guzmán Loera habría sido interceptado, durante la primera semana de octubre, en la región que separa a Durango y Sinaloa, por un comando de la Marina mexicana. Pero el fugitivo repelió la aproximación y logró eludirse.

A pregunta expresa de la prensa sobre esta versión de Potter, Sales Heredia respondió sin ambigüedad: “No hay nada, nada de eso.”

¡Cuál no habrá sido su sorpresa cuando minutos después, la Secretaría que paga sus quincenas —Gobernación— lo desmintió!

Cuesta trabajo concebir que el comisionado de Seguridad, el responsable del gobierno para coordinar los esfuerzos en contra del crimen organizado, desconociera un hecho tan significativo.

Peor aún, ¿cómo fue que sus jefes decidieron no avisarle del comunicado que iban a publicar? ¿Qué está pasando dentro del gobierno de Enrique Peña Nieto si puede ocurrir una falta de coordinación así de descomunal?

Afirma Potter (Mark Potter), que cuenta con tres fuentes para respaldar su dicho. ¿Cuáles son esas tres fuentes? ¿Las mismas que signaron el comunicado conjunto?

Algo muy artificial flota alrededor de esta información; algo que impide creerla y creerle a quien la propaga.

ZOOM: mientras un video sonoro prueba que el señor Guzmán Loera sigue contando con cómplices encumbrados dentro del gobierno mexicano, el refrito de una leyenda decimonónica sirve para hacer propaganda a favor de la acordada contemporánea, que persigue al bandido posmoderno y casi lo atrapa.

@ricardomraphael

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