#LaVozDeLosExpertos

Estamos cada vez más cerca de dos realidades con cambios de conducta y fondo muy profundos. Uno es la inteligencia artificial, o mejor dicho: el machine learning (aprendizaje de las máquinas). El segundo es un mayor grupo de usuarios experimentando de forma más regular juegos y modelos que utilizan Realidad Virtual. Ambas tecnologías son muy interesantes y solemos hablar de ellas por separado, pero una puede complementar muy bien a la otra.

En el mundo después de la ley de Moore (cada dos años la cantidad de transistores en un circuito integrado se multiplicará por dos) solemos enterarnos sobre las cosas o factores “revolucionarios” después de que ya están instalados en un número importante de dispositivos. Esto es relevante porque lo vemos en las noticias como: “X” compañía o producto busca revolucionar “Y” mercado o solución”, pero en nuestro mundo altamente tecnologizado, no entendemos que “X” tecnología ya está lista, sin importar la marca o el producto, para modificar un sector.

Es así que más allá de cómo la Realidad Virtual y los circuitos integrados que están siendo diseñados específicamente para machine learning van a cambiar nuestra forma de entretenernos y trabajar, ya lo han hecho, pero ahora viene la parte de integrarlo a nuestras vidas. Seamos honestos, no es difícil integrar la tecnología a nuestra cotidianeidad, una vez que le perdemos el miedo y le dedicamos el tiempo necesario para aprender a utilizarla. Lo realmente difícil es que tengamos la visión de cómo dicha tecnología va a modificar nuestra cotidianeidad social, y cómo se reflejará en nuestra forma de convivir.

Las leyes no se hicieron para gente que vive encerrada, son guías de convivencia básica que nos permiten convivir de una mejor forma. Es por justo esta razón que tenemos que entender la importancia de la regulación sobre la inteligencia artificial, no por una cuestión de miedo, sino por una cuestión de convivencia entre el aprendizaje de las máquinas y la velocidad de comunicación de los humanos con las máquinas. Si con ello podemos mejorar la velocidad de comunicación entre los humanos, eso tampoco estaría nada mal.

Lo que me preocupa un poco (más que darme miedo) es cuando leo que empresas cambian su misión a algo como “acercar a la gente del mundo” (“bring the world closer together”) como una misión medible (en vez de la que tenían, aunque tampoco se me hacía extraordinaria, de hacer el mundo más abierto y conectado -make the world more open and connected-).

La parte de comunidades, que Google+ desarrolló desde hace algunos años, ahora se vuelve central en la estrategia de la firma de Menlo park. Hasta Twitter ha modificado las notificaciones para que veas los intereses de lo que llama la atención a la gente que sigues (hashtags, links, noticias), no exclusivamente las publicaciones que comparten. Todo esto muy bien, pero si llevo eso a las comunidades que haremos con nuestros lentes y guantes puestos, y añado el aprendizaje de máquinas, puede que salgamos de una realidad entretenida a una mucho más controladora.

Ahora se trabaja en circuitos de silicón que mejoren la experiencia de machine learning en de los equipos de realidad virtual que, junto con imponentes procesadores y un gran centro de cómputo en la nube, me hace creer que podemos acabar en un futuro similar al planteado por Ernest Cline en Ready Player One.  

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