Más Información

Hallan muerto en Guanajuato a delegado distrital del PT en Apatzingán, Michoacán; había sido reportado como desaparecido

Niegan amparo a Emilio Lozoya por caso de Agronitrogenados; exdirector de Pemex busca librar acusación de lavado de dinero

“Estamos hablando por separado con México y Canadá sobre el T-MEC”, dice representante comercial de EU

¿Irás al concierto de Bad Bunny? Secretaría de Seguridad de CDMX implementa operativo vial en inmediaciones del Estadio GNP
Podrán decir misa, pero el severo golpe al populismo argentino y venezolano —y la ruina que vive Brasil—, también son un golpe mortal al populismo mexicano; al proyecto de Andrés Manuel López Obrador, quien insiste en llevar a México por la misma ruta trágica que provocaron en sus países Cristina Fernández, Nicolás Maduro y Dilma Rousseff.
Y es que luego de la caída del gobierno populista de Argentina, del revés que sufrió la dictadura venezolana y de la crisis general que se vive en Brasil, lo menos que podemos decir es: “de la que nos salvamos si hubiese llegado al poder López Obrador”.
Y nos salvamos porque gracias a las instituciones democráticas —las que funcionan a pesar de ser harto cuestionables—, una mayoría de ciudadanos sensatos cerró el paso —en las urnas—, a la versión mexicana del chavismo y el madurismo, a la versión azteca de Cristina Fernández y Lula, versión que en México encarna Andrés Manuel López Obrador.
Nos salvamos porque las instituciones que hoy muchos han denostado, funcionaron en 2006 y 2012, a pesar de que el derrotado reclamó un fraude que nadie pudo demostrar y que muchos creyeron ver obnubilados por el calor y el auge del populismo mexicano.
Y si alguien duda que López pretendía llevar a México a un régimen populista como los que arruinaron Argentina, Venezuela y Brasil, basta con revisar la historia mínima de AMLO, sus ocurrencias políticas, su amor por el clientelismo, el origen oscuro de sus recursos y su “democracia de tómbola y mano alzada”.
Basta ver la adoración de buena parte de lopistas —como Fernández Noroña, Dolores Padierna, Martí Batres y Pablo Moctezuma, delegado en Azcapotzalco, entre muchos otros—, para confirmar que la democracia mexicana estuvo —y sigue estando— en un serio riesgo; el mismo riesgo que corrieron sociedades desesperadas como Argentina, Venezuela y Brasil y que, a la vuelta de los años, han pagado caro el experimento de creer en políticos mesiánicos, salvadores de la patria.
¿Qué van a decir ahora los fanáticos de AMLO que defendían a capa y espada el chavismo y el madurismo, los que ardorosos elogiaban sin freno a la locuaz Cristina Fernández, los que obnubilados se santiguaban ante la corrupta figura de Lula? ¿Dónde van a meter la cabeza los doctores, los académicos, los experimentados políticos que defendían con ardor a los próceres del populismo de gobiernos, luego del fracaso de los populismos de Argentina, Venezuela y Brasil?
¿Con qué cara van a cuestionar las gestiones económicas y políticas de los gobiernos de Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, ante el fracaso, la ruina y la tragedia de Argentina, Venezuela y Brasil?
¿Existe siquiera punto de comparación en la economía, la política, la inseguridad, la desigualdad, el desempleo, la inversión externa entre México y la Argentina destruida por Cristina Fernández, entre México y la Venezuela arruinada por Hugo Chávez y Nicolás Maduro, entre México y el Brasil depredado por Lula y su heredera Dilma?
Podrán decir misa, podrán justificar lo que gusten y manden, podrán engañar a muchos por mucho tiempo, pero no podrán engañar a todos todo el tiempo. Lo cierto es que el fracaso de los tres grandes de América Latina —Argentina, Venezuela y Brasil—, marca el fracaso del proyecto populista de Andrés Manuel López Obrador, quien sin haber llegado al poder, ya causó un grave daño a la democracia mexicana.
¡De la que nos salvamos!
Al tiempo.
www.ricardoaleman.com.mx
Twitter: @ricardoalemanmx
Noticias según tus intereses
[Publicidad]
[Publicidad]









