El huracán Patricia puso a prueba a todos. Probó a las instituciones del Estado y probó al Estado todo.

Probó la capacidad de reacción de los tres órdenes de gobierno y los tres Poderes. Y como en pocas ocasiones la coordinación fue casi perfecta.

Puso a prueba al Ejecutivo federal, a los gobernadores de los estados afectados y a los presidentes municipales de alcaldías donde pegó el meteoro. Todos cumplieron su responsabilidad.

Patricia probó los sistemas municipales, estatales y el sistema federal de Protección Civil. Y miles de albergues en decenas de municipios en por lo menos cinco estados, se montaron a tiempo y bien.

La amenaza del más destructivo meteoro probó la capacidad de respuesta de instituciones fundamentales en una emergencia como la exigida por el huracán más poderoso de la historia; instituciones como la Marina Armada, la Secretaría de la Defensa y la Policía Federal. Todas hicieron lo que debían y lo hicieron bien.

El huracán más potente que ha pegado a México puso a prueba a dependencias clave en la prevención y atención ciudadana en los previos, durante y después de la emergencia; dependencias como el Sistema Meteorológico Nacional, Conagua, Cruz Roja Mexicana y la Comisión Federal de Electricidad. Todas hicieron bien y a tiempo lo que debían hacer.

También probó —una vez más—, a la sociedad toda; ciudadanos de las zonas donde se esperaba golpeara el huracán reaccionaron correctamente, atendieron las recomendaciones del caso, acudieron a los albergues y evacuaron las zonas de peligro.

Y al tiempo que estos ciudadanos siguieron al pie de la letra los protocolos de Protección Civil, la otra parte ciudadana —los observadores—, reaccionó de manera correcta. De inmediato arrancaron las campañas de ayuda y recolección de víveres en las capitales más importantes. Y la respuesta fue inmediata, ejemplar.

También estuvieron a prueba las empresas aéreas y hoteleras, que sin más compromiso que la atención a sus clientes cambiaron vuelos y hospedajes, sin cargos adicionales.

Y sin duda que el Huracán Patricia también puso a prueba a los medios de comunicación quienes, en general, hicieron su trabajo de manera aceptable. De inmediato movilizaron enviados a las zonas de potencial desastre; alertaron a sus audiencias sobre el riesgo, difundieron mensajes básicos de Protección Civil y operaron como privilegiados canales de comunicación entre mandantes —que son los ciudadanos—, y los mandatarios, que son las autoridades.

Victoria del Estado; no se perdió una sola vida. En buena medida gracias al exitoso despliegue logístico de las instituciones del Estado —a que el meteoro no causó los daños que algunos auguraban—, no se perdió una sola vida como resultado directo del huracán Patricia; catalogado como el más potente y potencialmente destructivo de la historia de las mediciones.

Por lo menos hasta la tarde del sábado no se había registrado ninguna muerte a causa del golpe del meteoro. Y si bien los daños materiales son inevitables en fenómenos naturales de esa magnitud, lo importante es salvaguardar la vida. Y el objetivo se cumplió a pesar de los pronósticos.

Más aún, vale recordar que el Estado moderno surge precisamente en respuesta a la exigencia de preservar la vida y los bienes de la razón de ser del Estado; los ciudadanos.

Por eso, si las instituciones del Estado mexicano se movilizaron en dirección a ese objetivo —preservar la vida humana—, y si lograron el objetivo, se puede hablar de un rotundo éxito del Estado y de sus instituciones; de una victoria del gobierno federal, de los gobiernos estatales y del orden municipal; de un éxito de la sociedad toda, que pasó la dura prueba del embate de la naturaleza.

Y cumplieron los promotores del odio. Y en medio de la emergencia que no llegó a tragedia, la nota chusca y el espectáculo ridículo que también causó Patricia, estuvo a cargo de los profesionales del odio, los malquerientes del gobierno federal y de Peña Nieto y de los paladines de la mentira y el engaño, quienes no sólo cumplieron con creces sino que se exhibieron de cuerpo completo.

Por un lado, un puñado de adictos a AMLO y plumas a sueldo de Morena difundieron la especie de que con el pretexto de Patricia el gobierno federal había creado una cortina de humo para favorecer la imagen de Peña Nieto. La intriga fue apaleada en redes ya que los profesionales del odio confirmaron que en su proyecto contra las instituciones del Estado la vida humana es lo último que les importa. Estarían felices si Patricia hubiese reportado decenas, cientos o miles de muertos.

Pero igual de descocada que la patraña de los sembradores de odio, es la especie que también circulo en redes sociales y que supone que el gobierno de Washington “creó artificialmente” el huracán Patricia, para darle a Peña Nieto la oportunidad de ocultar todos sus fracasos. Sí, de risa loca, aunque usted no lo crea.

Y es que una vez que Patricia causó controversia alrededor del mundo al ser catalogado por meteorólogos como el huracán más peligroso del que se tenga registro, en las redes sociales cientos de internautas comentaron que el fenómeno no fue acto de la madre naturaleza, sino creación del gobierno estadounidense para ayudar a México a mitigar los problemas que le afligen.

Y en la locura total, los odiadores profesionales aseguraban que Patricia fue creado por el programa H.A.A.R.P. (High Frequency Advanced Auroral Research Project) o en español (Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia), invento supuestamente dirigido a cambiar el clima a complacencia, en cualquier parte del mundo, provocando desastres naturales que dejan a su paso muerte y destrucción.

Durante la última década, en distintos foros de Internet, lo señalan como responsable de los terremotos provocados en Haití y Chile que dejó miles de muertos y pérdidas materiales millonarias. Y ahora los usuarios de redes sociales dijeron que Patricia pudo ser creado y dirigido a México para ayudar a recuperar la imagen de Peña Nieto.

De ese tamaño es el odio, el delirio y la locura de los que apuestan por las tragedias en México y contra los mexicanos.

Al tiempo.

En el camino. Por cierto, el “amparo buscador” que ordenó Marcelo Ebrard —para saber si existe demanda en su contra por raterías de la L-12—, confirma que los ex jefes de Gobierno —AMLO y Marcelo—, buscan desesperados la presidencia del Tribunal de Justicia del DF. Por eso quieren tirar a la mala al actual presidente, Edgar Elías. ¡El nombre del juego es impunidad!

www.ricardoaleman.com.mx

twitter: @ricardoalemanmx

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