La noticia del mensaje por el Tercer Informe de Gobierno fue el decálogo que presentó Enrique Peña Nieto para la segunda mitad de su gestión.

Se trata —como saben— de promesas, propuestas y aspiraciones presidenciales para cerrar la segunda mitad de su gestión —y carta de presentación para la elección federal de 2018—, con una marcada inclinación en el tema educativo.

Así, tres de las propuestas tienen que ver con el impulso a la educación —bonos para la infraestructura educativa, inglés en la educación básica y una Secretaría de Cultura—, además de leyes para fortalecer el Estado de derecho, estímulo a la justicia cotidiana, zonas económicas especiales, impulso a la actividad productiva en zonas rurales, estabilidad macroeconómica, inversión en infraestructura y austeridad presupuestal.

Sin duda que en el papel parece un decálogo no sólo atractivo sino certero, sobre todo ante la crisis interna e internacional que ha provocado una severa caída en los ingresos públicos. El problema —pequeño detalle—, es que nadie sabe si el decálogo se cumplirá. ¿Por qué?

Porque no es el primer decálogo de Peña Nieto, tampoco el segundo o tercero. No, en realidad es el número siete desde que se convirtió en candidato presidencial. ¿Lo dudan?

El 21 de mayo de 2012, durante su campaña, Enrique Peña Nieto presentó un decálogo para garantizar un gobierno democrático, en el que proponía lo obvio; libertad de expresión, de manifestación, religiosa, no discriminación, elecciones libres, rendición de cuentas y trato respetuoso en los medios.

El 1 de diciembre de 2012, luego de la protesta como presidente, Peña Nieto anunció las 13 acciones con las que comenzaría su administración. Cruzada Nacional Contra el Hambre, prevención del delito, unificación de códigos penales, seguro de vida para madres, pensión a la tercera edad, reforma educativa, trenes de pasajeros y regular las deudas estatales.

El 27 de agosto de 2013, Enrique Peña Nieto presentó un primer decálogo sobre la seguridad y la justicia, en el que proponía profesionalizar los cuerpos policiacos, transformar el sistema penitenciario y el fortalecimiento de la inteligencia. Poco se hizo.

El 11 de agosto de 2014, tras promulgar las leyes secundarias de la reforma energética, Enrique Peña Nieto anunció un decálogo de acciones para impulsar y fortalecer la implementación inmediata de dicha reforma en el país. No se ha cumplido.

El 27 de noviembre de 2014, luego de la crisis surgida por la masacre de normalistas en Iguala, Enrique Peña Nieto anunció un decálogo para la Paz, la Unidad y la Justicia en México. Policía única, clave única de identidad, ley contra infiltración del crimen organizado, fomento a la justicia cotidiana, entre otras. Nada.

El 3 de febrero de 2015, durante el nombramiento de Virgilio Andrade como secretario de la Función Pública, Peña Nieto dio a conocer nueve acciones para luchar contra la corrupción. Dichas acciones, según dijo Peña Nieto, serían llevadas a cabo por el nuevo secretario de la Función Pública. De poco han servido.

El problema no es que el presidente Peña Nieto presente un nuevo decálogo, tampoco que en el papel resulte atractivo y sea aplaudido. No, el problema es que se cumpla. Y claro, que se cumplan los anteriores. Al tiempo.

EN EL CAMINO. Por cierto, el espaldarazo del Presidente a los directores de Pemex y la CFE durante el mensaje del Tercer Informe echan por tierra la especulación sobre posibles cambios en esas empresas.

Twitter: @ricardoalemanmx

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