El presidente Enrique Peña Nieto envía dos señales al anunciar nuevos cambios en su gabinete: el de Arely Gómez, que dejará la Procuraduría General de la República para ser la secretaria de la Función Pública; y el del senador Raúl Cervantes Andrade, quien la sustituirá como cabeza del ministerio público federal. Una de esas señales se vislumbra plausible, la otra no, pues deja abiertas muchas dudas. Ambas, en todo caso, tienen que ver con decisiones claramente transitorias.

Arely Gómez González entrega buenas cuentas al frente de la PGR, cargo al que llegó el 3 de marzo del año pasado. No inició con el pie derecho pues apenas a los cuatro meses de iniciar su responsabilidad, se fugó Joaquín El Chapo Guzmán Loera. Seis meses después, no obstante, se logró su recaptura y todo indica que las gestiones de la Procuradora llevarán a la extradición del narcotraficante a Estados Unidos, a más tardar en febrero próximo.

Gómez González recibió de su antecesor Jesús Murillo Karam el caso Ayotzinapa con la llamada verdad histórica desmoronándose. Su gestión reencauzó las indagatorias, recuperó la interlocución con los familiares de los 43 desaparecidos y lidió, sin permitir la ruptura, con las investigaciones paralelas del Grupo de Expertos Independiente (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Asimismo, ha conducido con atingencia, la indagatoria contra el gobernador priísta con licencia de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, y el ex gobernador panista de Sonora, Guillermo Padrés.

Que Peña Nieto mande a una colaboradora eficaz a encabezar el combate a la corrupción es, por lo tanto, una señal alentadora. Pero aquí surgen algunas preguntas: ¿Qué tiempo de vida le queda a la Secretaría de la Función Pública que debe dar paso a la nueva Comisión Nacional Anticorrupción? ¿Ha pensado en Arely Gómez para que quede al frente de esa instancia o solo llega para darle cerrojazo a la oficina? ¿Al moverla de la PGR la saca de sus opciones de quien deberá encabezar la transexenal Fiscalía General de la República?

El otro nombramiento recae en el ya senador con licencia Raúl Cervantes Andrade, quien será el tercer procurador general de este gobierno. La señal que manda Peña Nieto no parece digna de aplauso, pues se trata de uno más del círculo de amigos, primo por cierto de su Consejero Jurídico, Humberto Castillejos Cervantes y del ex comisionado para la seguridad en Michoacán y actual presidente de la Comisión Nacional del Deporte (Conade), Alfredo Castillo Cervantes.

Esa relación pesó mucho en el ánimo del propio Senado al ratificar a los aspirantes a ocupar un lugar en la Suprema Corte de Justicia, cargo al que aspiraba quien encabezará ahora a la PGR.

Acaso hayan influido también las acusaciones de maltrato que su ex esposa Angélica Fuentes (hoy también en litigio con el empresario Jorge Vergara, quien después fuera su marido), contó a Sabina Berman en una entrevista para Vanity Fair y que después retomó Katia D'Artigues en sus Campos Eliseos de EL UNIVERSAL, el 15 de mayo de 2015.

Cervantes Andrade, en todo caso, deberá aclarar si ha superado o no el problema de alcoholismo que revela su ex mujer y, preguntarse también, si el Presidente lo manda sólo para cerrar la puerta de la PGR y dar paso a partir de 2018 a un nuevo fiscal general o si lo está señalando, desde ya, como el jurisconsulto que habrá de ocupar el transexenal cargo de ese órgano autónomo.

Las dos propuestas presidenciales ya están en el Senado para su ratificación.


rrodriguezangular@hotmail.com

@RaulRodriguezC


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