Finalmente llegó un mensaje fuerte de recomposición del presidente Peña Nieto. El cambio anunciado esta mañana no es menor, pues recae en una secretaría de primerísimo nivel y en un hombre cercanísimo al primer mandatario, casi su alter ego.

La salida de Hacienda de Luis Videgaray tiene que ver, por supuesto, con su erróneo involucramiento en el affaire Trump. Pero eso, por lo visto, solo fue la gota que derramó el vaso. El ajuste tiene que ver más con lo interno.

La soberbia de Videgaray, quien ya actuaba como una especie de vicepresidente, lo desgastó frente a los poderosos círculos del empresariado y la banca, primordiales para el sostenimiento de un gobierno severamente debilitado. La soberbia fue sinónimo de malos tratos, lo que se convirtió en línea de conducta en Hacienda.  Acaso eso explique las renuncias en cadena presentadas esta mañana por el subsecretario Fernando Aportela y el titular del SAT, Aristóteles Núñez, duros entre los duros. Así que el relevo en Hacienda, con el multifacético José Antonio Meade, es garantía de experiencia y eficacia financiera, pero también de mano firme pero tersa.

Y en esta lógica de lo interno, el que gana es el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, a quien no sólo le quitan de en medio a su principal adversario en la carrera priista hacia la candidatura presidencial, sino también a la cuña que le impusieron desde Los Pinos con Luis Miranda Nava quien ahora encabezará a la Sedesol que deja Meade.

Entre los que pierden está el recién nombrado dirigente del PRI, Enrique Ochoa Reza, ahora que su gurú y mentor Videgaray quedó fuera de la jugada.  ( , @RaulRodriguezC)

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