A un año de las elecciones presidenciales son muchas las señales de que Enrique Peña Nieto no tiene bajo completo control su sucesión. Anote usted, entre otras, las siguientes:

El enojo social contra un gobierno escandalosamente marcado por la corrupción, la inseguridad y la violencia; la debilidad política de todos los suspirantes de su círculo cercano; el creciente activismo, al interior del PRI, de grupos insatisfechos con la actual dirigencia y reacios a aceptar la imposición del candidato del Presidente (notablemente el de políticos ligados a Carlos Salinas de Gortari); la afanosa búsqueda del PAN y el PRD de una alianza que los salve de ser arrasados por una nueva elección de Estado; y el avance de una fuerza opositora, Morena, que ya ha mostrado músculo en los más recientes comicios.

Los del Estado de México, por cierto, lo único que ratficaron fue esa verdad reiteradamente advertida: el PRI no gana elecciones, las compra. Si Del Mazo ganó (a menos que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación diga lo contrario con un fallo francamente impensable), fue por el inmoral e ilegal uso de recursos públicos y, aun así, apenas le alcanzó. El PRI, por sí solo, tuvo menos votos que Morena. El candidato tricolor alcanzó la victoria gracias a los sufragios sumados de sus partidos aliados.

Y sí como dicen, el Estado de México fue el laboratorio de la operación que el tricolor montará en las elecciones presidenciales del año que entra, está por verse si la maniobra alcanzará ahora a nivel nacional.

¿Acallará la compra del voto el enojo social? Éste, por lo pronto, está en niveles poco antes vistos. El tráfico de influencias en la Casa Blanca y la casa de campo de Videgaray en Malinalco, y los latrocinios de los dos Duarte (Javier y César) así como de Roberto Borge, hacen que al respetable se le retuerzan las tripas. Y la inseguridad no lo deja vivir. Baste reparar que la matazón, en este gobierno, ya rebasó a la del panista Felipe Calderón. Los homicidios dolosos (delito con el que se miden los niveles de inseguridad) fueron 83 mil 209 durante los primeros cuatro años y medio del gobierno de Peña Nieto, doce mil 516 más que los 70 mil 693 ocurridos en el mismo período de Calderón.

Corrupción e inseguridad empañan, por igual, la imagen de Peña Nieto y sus posibles delfines: Meade, Videgaray y Narro, mientras que Osorio Chong, el mejor posicionado en las encuestas de los suspirantes tricolores, ha preferido la política del avestruz en estos meses en que la violencia criminal se ha disparado a niveles alarmantes.

Mientras, grupos priístas como “Alianza Generacional” y la “Nueva Corriente Democrática” han saltado a la palestra para impedir postulaciones de quienes no tengan militancia partidista (léase Meade) o para buscar, en la próxima Asamblea del 12 de agosto, establecer más candados que eviten una imposición presidencial.

Pero el embate más serio, al interior del partido, empieza a vislumbrarse en militantes que fueron o son cercanos a Salinas de Gortari. Un ejemplo: el freno impuesto a su sobrina, la secretaria general Claudia Ruiz Massieu, en la organización del cónclave tricolor. Ésta ha recaído, como le informaba aquí en la entrega pasada, en el ex procurador Jesús Murillo Karam, cercano al actual grupo que gobierna.

Otro personaje con peso político propio es Manlio Fabio Beltrones, quien ha salido a proponer que el punto central de la próxima Asamblea priísta sea la definición del futuro del partido, del proyecto de nación que ofrecerá al votante y dejar, para después, la designación del candidato, bajo las reglas ya existentes, sin que se hagan trajes a la medida, y sin que él mismo se descartara como posible aspirante, decisión que, dijo, tomará después del cónclave tricolor.

La situación, por lo tanto, impide asegurar que Peña Nieto tenga el control de su sucesión. Él podría ser, entonces, el quinto presidente que no imponga a quien lo suceda. Al de Salinas de Gortari (Colosio), lo asesinaron; a Zedillo le impusieron candidato (Labastida), arrasado por la expectativa de la alternancia; a Fox y al suyo (Creel), los madrugó Calderón; y al de este último (Cordero), lo desplazó Vázquez Mota para perder la elección con Peña.


INSTANTÁNEAS. 1. YA VIENE DUARTE. Es inminente el regreso a México, tanto como las próximas horas, del ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte. Anoche se habría acordado en Guatemala la fecha de entrega, según me dijo en Foro TV el ministro de Gobernación de Guatemala, Francisco Manuel Rivas Lara. Su país ya le notificó a las autoridades de México que están listos para entregarlo en el momento que ellas decidan. Es más, quieren que sea cuanto antes porque, según Rivas Lara, la vida de Duarte corre peligro. “Hay grupos criminales que podrían atentar contra su vida pues representa mucha información”, agregó el funcionario guatemalteco. Así que la extradición podría ocurrir hoy mismo o mañana sábado.

2. TEQUILA. Todo está listo en Guadalajara para la realización, hoy, del recorrido inaugural de una propuesta turística interesante: el Tren Tequilero de Jalisco que operarán conjuntamente Ferromex, de Alfredo Casar y el productor de bebidas Brown Forman, que dirige en México Randy MacCann. Hoy recibirán a funcionarios de gobierno y a directores de empresas nacionales e internacionales. Durante hora y media de recorrido, el Tren Tequilero pasará por los campos de agave entre Guadalajara y Amatitán.

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