El jet privado Hawker Beechcraft 800 XP, matrícula XA-STK, finalmente despegó del aeropuerto internacional de Toluca unos minutos antes del mediodía del viernes santo (14 de abril). Su plan de vuelo marcaba como hora de salida hacia la ciudad de Guatemala, las 9:30 horas. Pero a las 9:35, cuando estaba por iniciar maniobras en la posición 2 de la zona de salidas y llegadas internacionales, fue abordado por oficiales de aduanas.

Había llamado la atención que en la aeronave viajaran familiares del prófugo Javier Duarte de Ochoa, entre ellos sus tres hijos Emilio, Javier y Carolina. En el portafolios de su tío, José Armando Rodríguez Ayache, concuño del ex gobernador de Veracruz, los aduanales encontraron 267 mil 364 pesos (13 mil 368 dólares), repartidos en sobres: dos billetes de 500 euros, 54 de 100 euros, 15 de 200 euros, 40 de 50 euros, 20 de 20 euros, 18 de 10 euros, siete de cinco euros, diez de mil pesos, nueve de 500 pesos, uno de 200 pesos, dos de 100 pesos, cinco de 50 pesos, 67 de 20 dólares, tres de diez dólares y 15 de cinco dólares.

Cuando alguien lleva más de diez mil dólares y no los declara, normalmente se le consigna al Ministerio Público. Esta vez se optó por multarlo y dejarlo ir con el resto de sus acompañantes: su esposa Mónica Macías Tubilla, cuñada de Duarte, sus hijos Paulina y Santiago Rodríguez Macías y la abuela María Virginia Tubilla de Macías.

Informadas de la identidad de los ocupantes del vuelo, la Agencia de Investigación Criminal (AIC) de la PGR y la Interpol, se concentraron en conocer el destino final de los viajeros y corroborar el dato que ya tenían de la ubicación del ex gobernador de Veracruz, a quien habían seguido la pista por Chiapas y Guatemala desde el 10 de noviembre de 2016.

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Javier Duarte de Ochoa llegó a Panajachel (132 kilómetros al suroeste de la ciudad de Guatemala) el miércoles santo (12 de abril). Se hospedó en la habitación 505 del Hotel Riviera, presuntamente adquirida en propiedad por uno de los múltiples prestanombres del ex gobernador. La inusual operación fue reportada a la Policía Nacional guatemalteca que, a su vez, la transmitió a la AIC. Su director, Omar Hamid García Harfuch, se trasladó de inmediato al vecino país con un grupo de agentes. Llegó el jueves santo (13 de abril) y situó su centro de operaciones en un hotel cercano al Riviera, también situado a las orillas del espectacular lago volcánico de Atitlán.

Hasta ese punto había llevado a Duarte su huida. Cuando pidió licencia al Congreso, el 10 de octubre del año pasado, estuvo unos días en Veracruz. El 14 de octubre, la PGR obtuvo orden para aprehenderlo. Dos días después, Duarte salió de Veracruz en un helicóptero del gobierno del estado que tenía plan de vuelo a la Ciudad de México. Pero se fue a Coatzacoalcos. Desde ahí viajó por tierra a alguna de las varias fincas cafetaleras que adquirió mediante prestanombres en la región del Soconusco, Chiapas.

El 10 de noviembre fue detenido en el aeropuerto de Tapachula Mario Medina Garzón, primo de Karime Macías, esposa de Duarte. Le encontraron dos pasaportes falsos con las fotografías del ex gobernador y su mujer, pero con los nombres de Alex Huerta del Valle y Gabriela Ponce Arriaga. Además, le aseguraron siete mil 500 dólares. Seis días después, el suegro y socio del ex gobernador, Antonio Macías Yazaguey, decidió mudarse de Coatzacoalcos a Tuxtla Gutiérrez con los hijos de Duarte. Los indicios eran sólidos: el prófugo ex gobernador se movía entre Chiapas y Guatemala.

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No se ha podido determinar con precisión el día que Duarte cruzó la frontera. Lo hizo, se sabe, por alguno del casi centenar de puntos ilegales que tiene la porosa frontera sur. Su red de apoyo le puso a disposición un helicóptero de la empresa de servicios aéreos “The Guisse”, operado por un piloto salvadoreño. Él lo habría llevado al oriental departamento de Livingston, en la desembocadura del Río Dulce. En el hotel Villa Caribe, antes “El Tucán”, pasó sus primeras noches en Guatemala, confundido entre los turistas mochileros que suelen alojarse en esos lares.

Después se movió a la capital, a una casa del Residencial Alto Valle, fraccionamiento de lujo ubicado en el kilómetro 12.5 de la carretera a El Salvador. Solía visitar con frecuencia los centros comerciales “La Pradera” y “Paseo de Cayalá”, este último en la zona más exclusiva de la capital guatemalteca, conocida por la gente como “la ciudad privada de los ricos”.

De ahí habría viajado el jueves santo a Panajachel. Al día siguiente, el viernes santo, lo alcanzó su esposa Karime. El sábado, en horas de la tarde, llegaron sus hijos y familiares. Ese 15 de abril, 25 agentes de la AIC y la policía guatemalteca esperaron todo el día que un juez obsequiara la orden de aprehensión. Habían desplegado dos círculos de seguridad en torno al hotel Riviera. A las nueve de la noche con un minuto, Duarte salió de la habitación 505 y bajó al lobby. Le echaron guante el sábado de gloria. Planeaba irse a Europa el domingo de resurrección. Para eso los euros que le llevaba su concuño y la contratación por 45 mil dólares, presuntamente ya amarrada, de un jet privado. No pudo continuar en su ruta de escape.

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