“Fue realmente complicado pensar que tenía algo que no era mío. Crecer de esa manera. Años pensando que no estaba en el cuerpo en que yo quería estar”. Es el testimonio de Morganna, una joven transexual que vivió una niñez en silencio y con angustia. “Tengo 37 años. Hace 30 no se hablaba mucho de estos temas. La gente no entendía nada. No podía compartirlo. La primera vez que mi mamá me vio pintándome me regañó muy fuerte. Un regaño así no se te olvida nunca”. Ella recuerda que a los cuatro años ya se sentía incómoda en su cuerpo. Tener un pene le molestaba muchísimo, tanto, que a los 15 años tuvo un intento de mutilación. La identidad de género es la percepción íntima y psicológica de ser hombre, de ser mujer, o de no ser ninguno de los dos. Se establece desde la niñez. Hacia los 3 años de edad ya está consolidada. Cuando esa identidad no coincide con el género con que se ha nacido, estamos ante una persona transgénero: una mujer con genitales masculinos o viceversa. Los menores transgénero manifiestan esa discordancia verbalmente o a través del juego. La reacción del entorno es casi siempre violenta. Regaños y castigos en casa, burlas y golpes en la escuela. La mezcla de hostilidad y censura genera en ellos ansiedad, tristeza, aislamiento y confusión. Muchas historias terminan en suicidio. Hace algunos días en México se llevó a cabo el primer Foro de Familias Diversas: la importancia del apoyo familiar en la infancia Trans y LGBI. Ahí se habló de la importancia de la familia en el apoyo a la niñez transgénero. El sexólogo David Barrios explicó que debe haber un acompañamiento psicoterapéutico para que el menor transite de manera feliz sus primeros años de vida. Ya luego como adulto puede optar por la reasignación de sexo con hormonación y cirugía para alcanzar la armonía entre su interior y su exterior.

Morganna informó a sus padres de su decisión de cambiar de sexo cuando tenía 28 años. La corrieron de su casa. Le dijeron que solo podía volver si lo hacía  vestida como hombre. Años después su mamá la buscó para decirle algo que le devolvió la felicidad y la reintegró a su familia: “No me importa si eres mi hijo o mi hija, te amo y quiero estar contigo”. Hace unas semanas, su padre dejó de llamarla Saúl. Finalmente se refirió a ella como mujer.


HUERFANITO. Según datos de Conapred, el 95% de los transexuales ha sufrido algún tipo de agresión a lo largo de su vida. Solamente el 36% tiene un empleo fijo. Enfrentan el más alto nivel de desigualdad social y tienen dificultades para acceder a los servicios de salud. La incidencia de suicidios es muy alta entre la población trans. Su promedio de vida es de tan solo 40 años. La discriminación mata. Este último dato lo confirma.

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