A pesar de que el Resumen de objetivos para la Renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), documento dado a conocer por la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés) el pasado lunes, tiene un contenido bastante proteccionista, los mercados no se alteraron, incluso al día siguiente, el tipo de cambio siguió apreciándose llegando a 17.50.

Paradójicamente, esto no resulta extraño. Así como los mercados sobrerreaccionaron cuando Donald Trump ganó las elecciones y posteriormente cuando comenzó a amenazar con sus declaraciones previas a la toma de posesión; posteriormente, entraron en una etapa de plena confianza al constatar que había contrapesos fuertes dentro del propio Partido Republicano y del sector empresarial que habían cabildeado para aplacar las amenazas del magnate de abandonar el TLCAN; ahora, se subestiman los riesgos y se toma la propuesta como una fanfarronada más, llevando a algún conductor de radio a comentar “perro que ladra no muerde”.

Lamentablemente, los temores de algunos expertos se cumplieron. Hace unos meses en estas páginas, Ricardo Ramírez planteaba que el capítulo 19 del TLCAN para resolver controversias era uno de los aspectos más positivos del mismo y que había que mantenerlo; pero la propuesta de EU es eliminarlo como mecanismo de solución de disputas, buscando que ya no se resuelvan en un panel trilateral, sino en los juzgados de Estados Unidos (EU).

Hay que reconocer que el documento presentado por Robert E. Lighthizer, representante comercial de EU, es claro, consistente y congruente desde el principio al destacar que Trump hizo la promesa de campaña de que se renegociaría o se repudiaría el TLCAN, anunciando que un nuevo TLCAN será modernizado para reflejar los estándares del siglo XXI buscando un trato justo que evite los desbalances en Norteamérica.

Curiosamente, la administración Trump se apropia de la retórica del gobierno de Peña Nieto, sobre la necesidad de modernizar el TLCAN, que reconocía la conveniencia de actualizarlo dado que las condiciones de 2017 eran muy distintas a las de 1994, pero dándole un sentido proteccionista buscando reducir el déficit de EU.

Para que no quepa la menor duda se plantea como objetivo principal: “Mejorar la balanza comercial de EU y reducir el déficit comercial con los países del TLCAN”.

La USTR recuperará aspectos del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), como sería incorporar dentro del TLCAN los temas laborales y ambientales, ya no como acuerdos paralelos. En una clara alusión a México, que ha sido acusado de incurrir en competencia desleal, se llama a garantizar las condiciones laborales mínimas que exige la Organización Internacional del Trabajo o las disposiciones ambientales internacionales.

Pero en sentido inverso, hacia Canadá pide que se deroguen las leyes ambientales con el propósito de fomentar el comercio y la inversión. Trump ha señalado recurrentemente que se han usado las cuestiones del medio ambiente y ecología como medios para dañar los proyectos productivos, manifestándose en contra de las regulaciones gubernamentales.

EU propone que haya un Comité Ambiental de alto nivel, que se reúna regularmente y resuelva estos aspectos. Obviamente, también se pone del lado políticamente correcto y llama a frenar la pesca ilegal, a prohibir los subsidios a las actividades pesqueras, a proteger y conservar la flora y la fauna en peligro de extinción (vaquita marina).

Respecto a las reglas de origen, se hace hincapié en que éstas deberán reforzarse para que se beneficie genuinamente a los productos hechos en EU y Norteamérica.

Se llama a impedir la evasión de impuestos y a combatir las infracciones aduanales. Sin embargo, aunque no se hizo alusión a la industria automotriz y solamente a la de textiles, es evidente que éste es uno de los temas más conflictivos.

Recordemos que la armadora Ford estaba en contra de que EU entrara al TPP, porque no estaba de acuerdo con reducir las reglas de origen. Por ende, no resulta extraño que Trump haya encontrado un importante aliado en esta industria.

Entre los temas más complicados que no estaban en la versión original, se destaca el comercio digital de bienes y servicios, o algunos que si bien ya estaban se quieren reforzar como la propiedad intelectual con la intención de combatir la piratería.

Sin embargo, uno de los que más conflicto podría generar, es el de las empresas en propiedad o contraladas por el Estado, en donde se busca asegurar que las compañías privadas que compitan con éstas no sean objetos de prácticas discriminatorias, o que las estatales sigan compitiendo recibiendo subsidios gubernamentales.

Finalmente, se busca un mecanismo apropiado para evitar que los países del TLCAN manipulen el tipo de cambio para ganar una ventaja competitiva tramposa.

Esto es, se extrapola la queja contra China, que confirma la versión mercantilista del comercio que tiene la administración Trump. Se ignora que en muchas ocasiones la depreciación del peso, no ha sido una intención deliberada de las autoridades cambiarias, sino un resultado que las condiciones del mercado impusieron.


Catedrático de la EST-IPN
Email: pabloail@yahoo.com.mx

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