La decisión que el presidente de la República deberá asumir próximamente de designar a dos ministros de la Suprema Corte, puede ser bastante fácil o tornarse muy difícil. Es susceptible de convertirse en aprobación o en desaprobación. En consenso o en disenso. En confianza o en desconfianza. Es momento de sumar positivos, no negativos.

La primera opción está en ajustarse a la Constitución y a sus palabras. Ante el revuelo que ha levantado la inminente propuesta que debe presentar ante el Senado de dos ternas para sustituir a Olga Sánchez Cordero y a Juan Silva Meza, el Ejecutivo dijo esta semana que se apegará fielmente a la ley suprema.

Ésta dice claramente que en el pleno debe haber preferentemente más integrantes con carrera judicial que externos. Eso no alcanza un rasgo de obligatoriedad. Pero, junto o más allá de la ley, está la máxima de Vox populi, vox Dei.

De guiarse por ésta, evitará la inclusión de candidatos identificados con algunos partidos. Postulará a jueces, magistrados y/o constitucionalistas reconocidos e independientes, de prestigio e imparcialidad, y para atender la sugerencia de muchas voces del Poder Judicial, del mundo de las leyes y de los derechos humanos, propondrá una terna de mujeres.

Con eso, ahogaría las demandas que emergen de todos lados contra las cuotas y los cuates. Escucharía la justa y legítima exigencia social de que no se partidice la justicia y generaría un amplio respaldo para su gobierno. En las democracias, las decisiones del poder son visibles y se sustentan en la opinión pública. Es lo que les da el soporte más fuerte.

“El mando (…) se funda siempre en la opinión pública. (…) No se puede mandar contra la opinión pública (…). Y mandar no es gesto de arrebatar el poder. Sino tranquilo ejercicio de él. En suma, mandar es sentarse”, recuerda José Ortega y Gasset en La Rebelión de las Masas.

En ese sentido, un elemento más a considerar es la impugnación del nombramiento de Eduardo Medina Mora, promovida por tres ex funcionarios de la PGR, despedidos cuando fue su titular. De manera insólita e histórica, ésta es la primera vez que la SCJN aprueba revisar si procede esa acción contra alguno de sus miembros.

Los ministros de la Segunda Sala no verán si estuvo bien o mal el nombramiento del ex embajador de México en Washington; determinarán si es posible impugnar el proceso. Y si fallan en este sentido, el caso será enviado al juzgado que negó admitirlo y tendrá que resolver la legalidad de la designación.

La vía para complicar los relevos es hacer lo contrario de lo que dice el clamor que está en el escenario nacional desde hace varios días y que, de concretarse, previsiblemente lastimaría la imagen del gobierno.

En esa decisión presidencial hay factores que están lejos de la gente. Son invisibles. Y son quizá los que más peso tienen.

Algunas preguntas de sentido común que la ciudadanía se puede plantear al respecto son: ¿Qué tan fuertes son los compromisos para designar a tal o cual persona cuyos antecedentes se cuestionan? ¿Qué pactos hay como para desdeñar principios y argumentos a fin de no hacer lo que no conviene a la impartición de justicia, a la sociedad, a la democracia y a la República?

“El hombre sabio procurará que sus actos parezcan siempre voluntarios y no forzados, por mucho que pueda obligarle la necesidad de realizarlos”, sentencia Maquiavelo.

Es evidente, natural y humano que se vea por las personas en quienes más se confía. Pero es obligado que, tratándose de decisiones de Estado, se mire al interés general. Exigirlo no es indebido. Ceder a ello no es una concesión. Es una práctica democrática que a todos beneficia.

SOTTO VOCE… La diputada Carolina Monroy impulsó un código de ética para San Lázaro. Con ello, algunos legisladores que disfrutaban de los aperitivos y digestivos en días de sesión, tendrán que abstenerse… Acostumbrado a las contradicciones, Andrés Manuel López Obrador elogia y busca ahora acercarse al papa Francisco cuando en el momento de su desafuero recriminó y desdeñó esa figura, poniendo su “personalidad y personaje” por encima del representante de miles de millones de católicos… Tal como se comprometió desde un principio, el maestro Juan Díaz de la Torre, líder del SNTE, ratifica su actitud responsable y leal al secretario de Educación, Aurelio Nuño, y al presidente Enrique Peña Nieto a fin de contribuir en la construcción de un círculo virtuoso que cambiará la historia de México en materia educativa.

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@mariobeteta

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