Las legítimas aspiraciones de todos cuantos desean gobernar México, deben pasar obligadamente por filtros muy cerrados y un escrutinio muy riguroso. Con ello, el electorado podría tomar la mejor opción en las urnas y esperar que, quien gane una elección, ejerza el poder con probidad, rectitud y eficacia, mirando a la búsqueda del bienestar colectivo.

La base de los requisitos que deberían cumplir todos los candidatos a un puesto electivo, es el de una alta preparación y escolaridad. La educación es la base más segura sobre la que se puede esperar una conducta aceptable y hasta intachable de cualquier ciudadano. En los actores políticos, esta característica debe ser incuestionable. Sería la garantía de un buen gobierno. Otra de las improntas que los deseosos de poder deberían poseer y que tendría que estar a la vista de todos, es su moral, fundamento de la política.

Esa sencilla fórmula sería de mucha ayuda para no elegir a verdaderos criminales de la política por cuantos destrozos y pesares causan a sus gobernados con sus yerros y sus excesos. Hay que cerrar la puerta a esos especímenes, que están surgiendo por doquier en todo el planeta. Hoy, triste y vergonzosamente, están encabezados por Donald Trump, lo cual debería apenar a quienes ayudaron a encumbrarlo.

Establecer al menos esas dos exigencias, no es ni siquiera cuestión de legislar para el caso mexicano. Quienes públicamente no se ajusten a ellas, simplemente deberían ser marginados. Empero, el realismo político-partidista, determinado por intereses de grupo o de bandas, no permite albergar esa esperanza.

Tampoco lo son las propuestas de grupos interesados que sueltan cualquier ocurrencia para hacerse notar y tratar de sacar raja. Ahí está el grupo que propuso la iniciativa 3de3, que resultó una auténtica vacilada. Algunos se sometieron a ella y presentaron su declaración patrimonial, fiscal y de intereses. Y hasta les creyeron que dijeron la verdad.

En la situación actual de cuestionamiento, descrédito y repudio al que ha llegado la gestión pública, un personaje no escapa a ese deber. No tanto por sí mismo, sino por quienes lo han rodeado y eventualmente podrían compartir con él alguna responsabilidad. Andrés Manuel López Obrador se halla indefectiblemente comprometido a deslindarse de personas que han sido vinculadas a actos perniciosos y reprobables. Su permisividad hipócrita con la mala actuación de muchos morenistas es inadmisible. El desempeño de algunos debe ser aclarado.

Con sarcasmo, evasivas y una buena dosis de cinismo y socarronería, ha superado los casos de su ex secretario particular, René Bejarano, y de Gustavo Ponce, su secretario de Finanzas en el gobierno citadino. El de José Luis Abarca, ex alcalde de Iguala, se perdió por escándalos nuevos que hasta en horas hacen “olvidar” los anteriores en un rosario interminable.

Pero, en sólo unas semanas, surgieron Eva Cadena, a quien apoyó como candidata a la alcaldía de Las Choapas, y Rigoberto Salgado, todavía delegado en Tláhuac, donde se ha descubierto un nido de criminales de los que él, eventualmente, formaría parte desde hace 14 años, cuando fue titular de Seguridad en esa demarcación. ¿Quién no recuerda que tres elementos de la policía fueron quemados vivos y que nunca se inició investigación alguna por el control que tenía sobre el Ministerio Público?

Si AMLO quiere dejar testimonio real del compromiso que dice tener con sus potenciales electores, le está vedada su acostumbrada salida por la tangente. Mucho menos se le puede aceptar su reiterado discurso de que los vergonzosos casos de corrupción en los que se han visto relacionados algunos militantes de Morena, derivan de la posición que tienen él y su partido.

Los deberes en la política deben prefigurarse antes del ejercicio de un cargo. Por lo tanto, él está mucho más obligado a dejar muy clara su postura respecto de Rigoberto Salgado. De lo contrario, le ajustará la sentencia de que “el que calla otorga” y socialmente quedará establecida la percepción de que protege a delincuentes.

Si el PRI, incluso como partido en el poder, ha impulsado juicios contra los ex gobernadores Andrés Granier, Javier Duarte y Roberto Borge y tiene en la mira a otros para recrear su consenso, lo menos que puede hacer AMLO es proponer una estrategia para llevar ante la justicia a todos los “distinguidos morenistas” e, incluso, fijar posición sobre sus hijos, considerados socialmente como vulgares “mirreyes”.

SOTTO VOCE… Miguel Alonso Reyes, director de Fonatur, debería ordenar a su representante en Ixtapa que emplee parte del presupuesto en la repavimentación que necesitan prácticamente todas las calles de ese lugar. Por primera vez, están en condiciones muy lamentables… El gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo Flores, sigue empeñado en reafirmar la seguridad y la tranquilidad en el estado, especialmente en el Triángulo del Sol, que conforman Ixtapa, Acapulco y Zihuatanejo, donde con todo y todo, los hoteles están casi a su máxima capacidad por las actuales vacaciones… El jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, se ha propuesto recomponer el deteriorado tejido social que hay en Tláhuac por la presencia de grupos criminales. Se espera que, a la brevedad, entregue buenos resultados y evite que se repita ese caso en otras delegaciones… En un recuento de su desempeño, el director de Liconsa, Héctor Pablo Ramírez, ha entregado cuentas positivas. Con una estrategia eficaz, ha beneficiado a cientos de marginados en todo el país.

ombeluniversal@gmail.com, @mariobeteta

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