La idea y la visión del presidente de la República, Enrique Peña Nieto, de que el PRI construirá un candidato potencialmente triunfador en menos de un año para sucederlo, se cumple en una jugada magistral a la que seguramente seguirán otras.

Hace varios meses, invitó a un grupo de periodistas a Los Pinos, en la que estuvieron presentes los directivos de Radio Fórmula, Rogerio Azcárraga Madero y Jaime Azcárraga Romandía, y este servidor le preguntó si creía posible que en su momento hubiese otros aspirantes presidenciales, además de la lista que conformaban ya varios integrantes de su gabinete.

Indubitable, clara y categóricamente, respondió que sí, lo que periodísticamente fue la “nota” y por la trascendencia que tenía, se adjudicó indebida e inmoralmente un colega, también ahí presente, haciéndola suya. Por cierto, poco después dejó de laborar en esta casa editorial.

Empero, lo importante es que una posible decisión presidencial de tiempo atrás, proyectada a mediano plazo, coaguló en la Mesa Temática de Estatutos, celebrada en Campeche rumbo a la XXII Asamblea Nacional del PRI, que tendrá lugar mañana.

Al suprimirse la obligación estatutaria que imponía 10 años de militancia a todo aquel que quiera ser postulado a la magistratura nacional de primer orden, la gama de posibles candidatos se incrementa.

Sin que necesariamente la apertura de los candados que ha decidido el PRI tenga una dedicatoria, como aseguran algunos analistas, los incluidos obligados a este momento son los secretarios de Hacienda y de Educación, José Antonio Meade y Aurelio Nuño, junto con el secretario de Gobernación, Miguel Osorio Chong (quien sigue adelante en las encuestas), José Narro, titular de Salud, y Enrique de la Madrid Cordero, secretario de Turismo.

Ampliar la baraja para designar al mejor, como ya ha quedado establecido, parece un simple acto de justicia para los dos funcionarios “incorporados”, considerando el servicio que han dado al país y la lealtad que observan para su jefe.

Al tiempo que el número de presidenciables es mayor, permite incluso sobrellevar mejor los tiempos turbulentos y las luchas intestinas en el PRI, que suelen darse previamente a que se conozca el nombre de su abanderado presidencial.

En el nuevo escenario que se acaba de configurar, se puede aventurar la hipótesis de que quizás el candidato no sea un priísta químicamente puro por su falta de militancia o su apartidismo, pero sí cercano al PRI y al Ejecutivo federal. Y en esa posición, pocos mejor que quienes conforman su gabinete.

Tampoco se puede dejar de considerar la inclusión velada de otros, cuyos nombres podrían estar en la mente de una sola persona. Así sea mediáticamente, pueden sumarse personajes como el gobernador de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas, a quien algunos empiezan a incluir por los magníficos y palpables resultados de su joven gestión, y por la confianza y simpatía con las que lo distingue el titular del Poder Ejecutivo federal.

En cualquier caso, y de acuerdo con la historia, la tradición, los usos y las costumbres, el poder que tiene el Presidente de México en turno, y a fuerza de reconocer las cosas en su esencia, quien decidirá el nombre de su sucesor será, sin lugar a dudas, Enrique Peña Nieto.

Quizá como nunca, y dada la complejidad de esa decisión, que será determinante para el futuro de México y de la sociedad, el Presidente de la República se ha sublimado como un estratega del ajedrez político, ha colocado todas sus piezas de defensa y ataque en la mejor posición y, con ello, es de esperar que dé jaque mate a quien, iluso, sigue creyendo que puede competir fuera del sistema.

La mayoría de quienes lo han intentado, han fracasado, y el próximo, en esa perspectiva, seguramente será el mismo de hace doce y, seis años, cuyo tercer intento no será “la vencida” para él, sino el vencido, dejando en el olvido, ahora sí para siempre, su intención de pasar a la Historia por capricho.

SOTTO VOCE… Los excesos de los consejeros del INE siguen a la orden del día. Ahora piden 154 millones de pesos para el área de Comunicación. ¿Comunicar qué y a quiénes?... Reconocer el yerro jamás será humillante. Así lo ha hecho la UNAM con el examen de ingreso a bachillerato, en el que se dieron algunas irregularidades. Corregidas éstas, admitió a casi cuatro mil muchachos más en un loable esfuerzo, considerando su siempre limitado presupuesto… Con toda responsabilidad, empeño, disciplina y buena voluntad, Juan de la Torre, líder del magisterio nacional, ha contribuido con mucho a la aplicación de la reforma educativa. Ha abonado a que empiecen a verse sus primeros frutos, y dispone de todo lo pertinente para darle continuidad en el próximo ciclo escolar.

ombeluniversal@gmail.com @mariobeteta

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