Todos se dicen abnegados, dispuestos a “sacrificarse”. Todos se asumen como patriotas. Cada cual ofrece las soluciones de siempre a los grandes problemas nacionales. Son ellos, según ellos, la única opción que tiene el país. Y por eso deben ser entronizados. La palabra cambio es la única divisa que tienen para convencer. Ninguno en las circunstancias actuales puede hacerlo. Su historial los condena. Frente a 2018, todo es desazón y desconcierto; enojo y zozobra.

¿Qué promesa no han hecho todos los políticos cuando han buscado un cargo electivo?

¿Cuántos han cumplido los compromisos contraídos en campaña, al momento de ir a pedir el voto?

¿Qué más pueden ofrecer para las elecciones de 2018 los aspirantes a la Presidencia, gubernaturas, diputaciones locales y federales, senadurías, Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y demás cargos que estarán en disputa?

El próximo año, como nunca, lo prometerán absolutamente todo. No tendrán límite alguno. Tal es la desesperación por hacer que la ciudadanía les preste oídos, atienda sus “propuestas”, lea sus siempre vacíos e intrascendentes lemas de campaña y vote por ellos.

¿Es esa desesperación porque alguien los tome en cuenta, un indicador de sus ansias por servir a la sociedad? Nadie se atrevería a sugerirlo.

La reiteración de las mismas prácticas, la repetición de los mismos engaños, los excesos y las burlas; la corrupción y el cinismo con los que actúan contra la población, sobrepasó el cansancio. Ésta, en cualquier grado, repudia a todos los actores políticos. De todos los partidos.

Lo saben. Mas, ¿van a aceptarlo? ¿Se quedarán impávidos y a resignarse a no intentar cualquier cosa para seguir “sirviendo” a la sociedad, lo que en realidad significa servirse ellos?

Probados y reprobados todos en alguna medida, tiempo y circunstancia, echan a volar la imaginación y, ¡oh sorpresa!, encuentran que las alianzas, coaliciones, segundas vueltas, candidaturas independientes, frentes amplios de oposición son la fórmula para mantener el engaño y seguir medrando con la “democracia”.

Esa lucha interpartidista es una guerra que libran políticos y partidos en nombre de la sociedad. Es el regreso de ellos al Estado de Naturaleza, con el que niegan la civilidad que caracteriza a la verdadera democracia. Pero en su guerra de todos contra todos ellos, arrastran a los demás, que están en estado de absoluta indefensión.

Sea que se presenten en lo individual o agrupados para los comicios de 2018, dividirán una vez más a los mexicanos. Millones pelearán sin saber de bien a bien por qué causa lo hacen. Los únicos que la conocen son los que procuran obtener ganancias.

En esa perspectiva, el PRD y el PAN, por lo pronto, se quitan la careta. Olvidan su irreconciliabilidad histórica. Tiran a la basura sus principios. Y sin el menor rubor, se muestran dispuestos a formar un Frente Amplio Democrático.

El objetivo que buscan es muy claro. Lo único que quieren es desplazar al PRI del poder y evitar que AMLO-Morena lo haga; es decir, frenarlos a los dos, y ¡claro!, colocarse ellos.

¿Con qué propósito? ¿Dudaría alguien de que, por más promesas que hagan, incluso que juren que servirán al pueblo, no se servirán ellos, siempre ellos, y únicamente ellos?

¿Habría alguien que pudiese considerar que guardan algo de lealtad al electorado, que los ha llevado a donde se encuentran, y sin miramiento alguno han ignorado sus demandas?

La definición del posible candidato de unidad PRD-PAN está por verse, puesto que apenas están dando pasos para construir el frente que lo postule. Lo que importa ahora es evidenciar lo que esperaría la población con una alianza gobernante formada entre la “izquierda” y la “derecha”. (Para la mayoría, un disparate “ideológico”).

En eso, justamente, en donde más hay que llamar la atención y poner cuidado. Las proposiciones de gobierno de esas dos ideologías, juntas, son cuestionables por anticipado. Por la experiencia que se ha tenido con una y otra en el poder, no merecen ni el beneficio de la duda.

Si la urgencia de México es pacificar a la sociedad, armonizarla, organizarla y orientarla en una sola dirección como un todo, mirando a la búsqueda de objetivos comunes que la hagan más igualitaria y justa y la liberen del cáncer de la corrupción y la impunidad, el desafío que está al frente para todos es inédito, sencillamente descomunal.

Y como resulta evidente que éste no se resolverá con los mecanismos que presentan panistas y perredistas como una panacea, puesto que no tiene contenido ni sentido colectivo, si son conscientes de ello, están obligados a buscar y proponer otra cosa.

Por todo lo anterior y hasta el momento, la única fuerza política que tiene posibilidad de derrotar a Morena y López Obrador, si escoge bien a su candidato, es el PRI.

SOTTO VOCE… Roberto Sandoval, todavía gobernador de Nayarit, está en la olla por connivencia con su ex fiscal, Édgar Veytia. Éste, preso en Estados Unidos, habría proporcionado datos suficientes para involucrarlo con la mafia y grandes negocios sucios, según información de las autoridades estadounidenses. Al parecer, se trabaja en una estrategia para impedir que se convierta en prófugo de la acción de la justicia una vez que entregue el poder. Se busca evitar otro “duartazo”… El senador Luis Armando Melgar será candidato a la gubernatura de Chiapas. Su disciplina, trabajo, persistencia y gestión a favor de esa entidad por varios años, lo vuelven el competidor más atractivo para cualquier órgano político… Con la tesis La Trata de Personas, el secretario de Trabajo, Alfonso Navarrete Prida, presentará su examen doctoral el próximo lunes en la Universidad de Sevilla. Tendrá sinodales de reconocida reputación académica. El doctor Alfonso Castro Sáenz, decano y director de la Facultad de Derecho de esa institución, presidirá su jurado.

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@mariobeteta

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