Andrés Manuel López Obrador, asumiéndose como un incontrolable tsunami, desde hace años se da a la innoble tarea de arrasar con todo.

En su proclividad a ser omnisapiente, no respeta a nadie. No reconoce ningún límite. En esa incorregible conducta, ha disparado sus dardos contra las instituciones más respetables que tenemos: El Ejército y las Fuerzas Armadas.

Impulsivo e irreflexivo como es, arrebatado, hace unos días tuvo la osadía de sugerir que estas entidades son las responsables de la desaparición de 43 estudiantes ocurrida el 26 y 27 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero.

Ante el padre de uno de los desaparecidos de Ayotzinapa, que lo increpó en Estados Unidos sobre este asunto, y su reclamo por respuestas acerca de su participación en el ascenso al poder de José Luis Abarca, presidente municipal de la localidad entonces, se salió por la tangente y de manera implícita responsabilizó a las fuerzas castrenses de esos lamentables acontecimientos.

En su desproporcionada “respuesta”, el aspirante por tercera vez a la Presidencia de México con certeza no aquilata la importancia del Ejército y las Fuerzas Armadas.

La impronta fundamental que las distingue es su lealtad. Sin ésta, quizás él no anduviera en campaña ni estuviera recorriendo libremente el territorio nacional en su pretensión de gobernar la República.

Nadie con un mínimo de juicio, honradez y conocimiento de la Historia, puede ni debe olvidar que los soldados y marinos mexicanos, la mayoría provenientes de familias de campesinos y obreros, se han mantenido como una indeclinable fuerza moral, que vigoriza su naturaleza militar en la defensa de la soberanía y la Constitución, los principios, la ética y los valores que nos distinguen como Nación.

A nadie escapa que han sido y son la mejor y más sólida salvaguarda de las instituciones y de las normas. Nadie como ellos ve sólo a un objetivo: México. Porque para ellos no hay partidos, no hay ideologías políticas, no hay visiones personalistas ni de grupo. No hay desmesuras ni ambiciones. La confianza que tiene la población en ellos por su participación en la lucha contra la inseguridad y la violencia, no es gratuita.

Esos hechos, evidencia de un contínuum en el tiempo, es bastante para, como sociedad y país, reconocer, respetar y honrar a esas instituciones. Y Andrés Manuel López Obrador no debe ser la excepción.

Por ello se justifican sobradamente las exigencias que actores y sectores, y los directamente aludidos, hacen al líder de Morena de un trato respetuoso no como una concesión, sino como un acto obligado de honestidad y de objetividad.

Por la historia de esas entidades, por la fidelidad que han demostrado siempre al país y por la obediencia que invariablemente han observado a la figura presidencial, López Obrador está obligado a retractarse de lo que ha insinuado de ellas y a reconsiderar sus excesos verbales.

Máxime, si por el azar del destino llega a convertirse en su jefe, accediendo a la Presidencia de la República. En ese escenario, con certeza no le darían un trato diferente del que han tenido para con los titulares del Poder Ejecutivo, sean del partido que fueren.

Si ahora ha abusado, si no ha podido frenar ni moderar sus excesos y ha querido llevarse por delante a quienes menos lo merecen, sería un gesto digno de alabanza que lo admitiera y, con humildad, les ofreciera una amplia y cumplida disculpa pública como la parte esencial que son de la base que necesita… en su afán de colmar sus legítimas aspiraciones.

SOTTO VOCE… En sólo cinco meses, el panista Javier Corral empieza a ser una decepción y un fraude para los chihuahuenses. En busca de la gubernatura, prometió una y otra vez hacer justicia y terminar con la impunidad. Y hasta ahora, nada. Igualmente, ofreció seguridad y acabar con la violencia, pero de nuevo está desbordada. El asesinato de la periodista Miroslava Breach, ayer, es la mejor evidencia de eso. ¿Y él? ¡Tranquilo! ¡Despreocupado! ¡Jugando golf! Si no fue la alternancia, ¿cuál es la solución? Todos prometen y utilizan la palabra cambio como si los resultados se dieran en automático. No es lo mismo juzgar desde la barrera que enfrentarse al toro en el ruedo. Tristemente, en la mayoría de los casos el giro no es de 180 grados, sino de 360. El mismo diablo con distinta peluca... Si AMLO y Morena optan por hacer la selección y designación de su representante a la Jefatura de la Ciudad México por la vía democrática (encuesta), Ricardo Monreal sería el seguro ganador. Deberá, sin embargo, mantener su popularidad durante ochos largos meses de golpeteo… La desvergüenza de Hilario Ramírez, mejor conocido por ladrón y grosero, no tiene límites. Después de aceptar que robó, “pero poquito”, como alcalde de San Blas, el famoso Layín pretende gobernar Nayarit como “independiente”. ¿Será tan ignorante o dejada la ciudadanía en esa entidad para llevarlo al poder? ¿El alcohol y las pachangas que organiza continuamente y que embrujan a muchos, serán suficientes para que alcance ese puesto?... ¿Con qué objeto se creó el Comité de Acompañamiento Ciudadano para elegir al primer Fiscal Anticorrupción, si después de la decantación que hizo del grupo de aspirantes en un minucioso trabajo, su opinión no es tomada en cuenta por intereses políticos, económicos y de grupo?

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@mariobeteta

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