El gobierno y el PRI tienen una buena herramienta para reconstruir su base consensual que les permita recrearse en el poder en 2017 y 2018. La incógnita es si apelarán a ella. Si sus intenciones se quedan en el discurso, como tantas veces durante tantos años, sus posibilidades de permanecer se verán muy comprometidas.

Esa potente arma fue exhibida por el Presidente de la República el pasado fin de semana durante el Consejo Político Nacional. Ante la clase política dominante, expresó:

“En el PRI no deben tener cabida ni la corrupción ni el encubrimiento y mucho menos la impunidad”. Nadie estaría en desacuerdo con esa tesis. El problema es que se ha expuesto muchas veces, y tantas otras no se ha cumplido.

Enrique Peña Nieto puntualizó: “…nuestros gobiernos deben ser concretos y positivos (…) ser íntegros en el ejercicio del gobierno. No debemos ser omisos frente a casos que indignan”. Eso es lo que quiere todo el país, considerando la desbordada corrupción que lo corroe.

Frenar ese pernicioso fenómeno es lo que la sociedad clama y reclama. Los casos de algunos actores políticos que han rebasado todos los límites ahí están. El gobierno federal, más allá de partidos y pactos, debe hacer observar la ley.

Frente a esa brutal realidad, susceptible de sintetizarse en un esquema de saqueo indiscriminado y en una rapacidad sin precedente, derivadas en inmunidad, impunidad y reincidencia, el gobierno tiene la obligación de actuar.

Se le presenta incluso como una oportunidad para reconstruir los fundamentos de su consenso con los que pueda enfrentar, en una perspectiva más cierta de éxito, las elecciones para gobernador en los estados de México, Coahuila y Nayarit, y las de alcaldes en Veracruz, el año que viene.

Más aún, si decide que se aplique la ley a tantos saqueadores como estamos viendo, a manera del inicio de un proceso de reivindicación y de reacercamiento con la sociedad, puede mejorar su nivel de aceptación y ser más consistente y competitivo para retener el poder presidencial en 2018.

Sancionadas con todo rigor las pillerías que se atribuyen a Rodrigo Medina, Javier Duarte, Roberto Borge, César Duarte, Gabino Cué, quienes apenas han dejado el poder, se convertirían en un auténtico golpe de timón que mandaría dos mensajes cruciales para el reencauzamiento de la conducta política:

1). Se castigarán las corruptelas, y 2). Están avisados quienes incurran en esas prácticas.

Parafraseando a Jesús Reyes Heroles, retomado por el presidente Peña Nieto en su idea para elegir al candidato presidencial, de que “primero el programa y después el nombre”, se complementaría con la máxima de: “primero la ley, luego el consenso”. La congruencia entre lo que se dice y se hace es obligada. Condiciona la generación de apoyo.

En las condiciones de deterioro general de la vida política nacional, esta premisa es absolutamente inevitable. Sobre todo para el gobierno y su partido. Tiene bajo su control todo el aparato estatal. Con eso, puede hacer todo para reestablecer el orden, la mesura, la decencia y la honradez entre la clase gobernante.

Los instrumentos ahí están. El discurso ahí está. Los casos sobre los que puede y debe actuar, ahí están. Sería loable ver la determinación, la voluntad y la visión para aprovechar una coyuntura y una situación susceptibles de traducirse, mediante las acciones legales correspondientes, en aceptación y apoyo excepcionales.

Identificada y presente como la enfermedad sociopolítica más grave que sufre el país, la corrupción es materia de promesa para todos los partidos. Todos, sin excepción, la invocan, junto con la inseguridad, como la mayor y mejor oferta electoral que pueden hacer a un pueblo hastiado, deprimido y enojado por esos incontrolables males.

Pero sólo el PRI, que está en el gobierno, puede hacerla realidad y sacarle un provecho inestimable justo ahora. Ese partido, más que palabras preelectorales, necesita acciones preelectorales. En todos los tiempos y lugares, éstas son lo único que da respaldo a políticos y organizaciones que pretenden conquistar y/o mantenerse en el poder. Y en el gobierno y en el PRI se debe saber de sobra que sólo las palabras ya no alcanzan para seguir gobernando.

SOTTO VOCE… Inteligente y sensible, atento a la opinión pública, Luis Serna se muestra receptivo a la crítica constructiva. Nuestro reconocimiento y consideración… Atinada, la estrategia del Presidente de la República en política monetaria y conducción financiera, a fin de reafirmar la estabilidad y la confianza que tanto requiere el país en este momento… Alejandro Murat desplegó una buena estrategia al asumir de madrugada la gubernatura de Oaxaca. Evitó confrontaciones con la CNTE. Al parecer, lo que busca en una línea de negociación es concretar acuerdos y gobernar tranquilo después del fiasco, la ofensa y la traición a los oaxaqueños que provocó Gabino Cué. Y todo indica que está determinado a iniciar una investigación a fondo para evitar que el ex gobernador se salga con la suya, pues dejó al estado en quiebra total… Podrá haberse cancelado la oportunidad de que el procurador Raúl Cervantes Andrade asuma en automático la titularidad de la Fiscalía General de la República, pero no sus posibilidades de hacerlo mediante los nuevos requerimientos. Lo avalan su experiencia, conocimiento, honestidad, eficacia y eficiencia.

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@mariobeteta

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