Dentro del mar de propuestas e iniciativas para intentar librar de la extinción al único mamífero marino endémico de México: la vaquita marina, la verdad es que ninguna ha funcionado. Tristemente, no estamos logrando salvarla.

A inicios de los años 2000 hablábamos de una población cercana a los 450 individuos de la marsopa más pequeña del mundo, la cifra actual es de menos de 30 ejemplares pese al financiamiento -con recursos públicos- de un programa integral para la recuperación de la vaquita marina iniciado unos años atrás. Las cifras no mienten: las medidas implementadas no han sido efectivas.

Lo anterior tiene una causa identificada claramente por los especialistas, incluso, reconocida por funcionarios de distintos niveles: la pesca de totoaba, un pez también en riesgo de desaparecer y muy codiciado en el mercado asiático por las propiedades que le atribuyen a su vejiga natatoria. Esta actividad no ha cesado y las vaquitas mueren año tras año al quedar atrapadas en redes agalleras (o de chinchorro) utilizadas para la captura de totoaba.

Recientemente el presidente Enrique Peña Nieto anunció la prohibición “permanente” del uso de estas redes en el hábitat de la vaquita marina en el Alto Golfo de California así como una veda a la pesca de 21:00 a 05:00 horas. La noticia se dio con tanto furor que el mismísimo Leonardo Dicaprio la compartió como un logro para la protección de la vaquita marina, pero se trata de una medida a medias.

Es innegable que estas acciones son un aporte, pero serán poco efectivas debido a que dejan huecos peligrosos para la vaquita que pueden ser aprovechados para seguir con la pesca de totoaba, disfrazándola de pesca legal, lanzando impunemente redes al mar, afectando no a las especies marinas sino a los pescadores que están en regla, lo cual seguramente las fundaciones Dicaprio y Carlos Slim desconocen.

La prohibición de pesca nocturna, en el papel es una muy buena idea pero está incompleta. Si el propósito es evitar que las pangas salgan de noche para fiscalizar mejor la pesca ilícita de la totoaba, al establecer horarios es posible que haya pangas en ciertos intervalos donde aún hay oscuridad. Además, se permite la pesca de peces Sierra que puede realizarse, incluso, de noche y con redes agalleras.

En consecuencia, las redes agalleras en las que queda atrapada la vaquita marina no están prohibidas del todo -sólo su uso pasivo- aunque el secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Rafael Pacchiano, presuma que México es el primer país en prohibir este tipo de redes. Desde la sociedad civil hemos pedido que exista una prohibición permanente de las redes agalleras (chinchorros) en la zona; lo que significa que se impida definitivamente su uso, tenencia, transporte, fabricación y comercialización para que no haya posibilidad alguna de que la vaquita marina quede atrapada en ellas.

Para que eso sea una realidad, deben existir alternativas reales para que los pescadores legales de la zona puedan realizar su actividad, compromiso que ha incumplido la Comisión Nacional de Pesca (Conapesca) desde hace dos años, pues debía desarrollar artes de pesca sustentable que hasta la fecha no ha presentado.

El hecho es que la pesca de totoaba continúa y ninguna de las medidas está enfocada a detenerla pese a que está identificada como una causa real de la extinción inminente de la vaquita. El aumento de personal de vigilancia solo ha servido para engrosar estadísticas gubernamentales y presumir acciones pero los números dicen lo contrario: las vaquitas marinas están muriendo y mucha de la responsabilidad es del gobierno por sus medidas a medias que no han podido frenar la pesca de totoaba.

Doctor en ciencias biológicas por el Instituto de Ecología de la UNAM y campañista de océanos de Greenpeace México
 

Google News

Noticias según tus intereses