Soy un gran aficionado del boxeo y respeto las voces especializadas del medio, pero no se requiere de gran conocimiento para saber que este deporte pasa por una severa crisis, por muchas razones, siendo la más poderosa un asunto de credibilidad.

Es cierto que el crecimiento de la UFC, la MMA y el regreso de la WWE impactaron en la audiencia del boxeo, pero también es cierto que más allá de reinventarse, este deporte se perjudicó a sí mismo.

Hay una falta notable de ídolos que sostengan el interés de la gente y quienes dirigen las múltiples organizaciones, asociaciones y consejos, han dividido más de lo que han sumado.

Qué tan mal estará el boxeo, que una de las carteleras principales de este año la protagonizan un hombre que sale del retiro y un peleador de artes marciales mixtas. ¡Imagínese nomás! Por no decir: ¡hágame el cabrón favor!

Se necesitaría estar loco para no reconocer a estos peleadores en sus disciplinas: Floyd Mayweather Jr. es uno de los mejores en la historia. Del otro lado, poniéndolo en su justa dimensión, McGregor es un extraordinario peleador con gran maquinaria publicitaria.

Al deporte en general le hacen falta personalidades como estos dos, pero subirlos al mismo ring es diferente y lo invito a usted a ponerle el calificativo que mejor le acomode.

Es triste ver una gira promocional convertida en un circo, donde reinan las mentadas de madre y los ataques personales. A toda pelea le viene bien un poco de espectáculo, el problema radica en que a este espectáculo, se le suma un poquito, sólo un poquito de pelea.

¡HE DICHO!


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