Al día de hoy se estima que ISIS ha perdido aproximadamente 40% del territorio que controlaba en Irak, y alrededor del 30% del territorio que controlaba en Siria hace un año. A pesar de que, a momentos, el grupo parece recuperar porciones pequeñas de ese territorio, sus derrotas son cada vez más frecuentes y simbólicas. Esto ha afectado no solo las finanzas de la organización, sino incluso su cohesión interna. Está pasando lo que tenía que pasar, y es difícil pensar que ISIS no lo supiera desde el inicio. Esta organización se fue fabricando una compleja red de enemigos, muchos de los cuales se encuentran enfrentados entre sí, pero que comparten el interés de acabar con la amenaza del “Estado Islámico”. Estos enemigos incluyen, entre otros, a milicias kurdas, a milicias chiítas, al ejército de Assad y a todas las milicias rebeldes en Siria, a Al Qaeda dentro y fuera de Siria, al ejército iraquí y a las milicias sunitas de ese país, además de potencias regionales y globales tales como Estados Unidos, Rusia, las monarquías del Golfo, Turquía, Jordania e Irán. Era imposible que ISIS mantuviera de manera eterna la totalidad o incluso la mayor parte del territorio que controlaba en Irak y en Siria. Por lo tanto, el final de sus dominios materiales en esa zona ya ha iniciado. Sin embargo, y como lo hemos descrito a profundidad en este espacio, ISIS es mucho más que una milicia insurgente que controla y gobierna territorios en el mundo material. Por consiguiente, no estamos sino entrando a una nueva fase en la existencia de dicha organización. Para analizar esta nueva fase, hay que comprender en qué consiste el concepto de ISIS, así como sus diversas facetas y componentes.

ISIS es en efecto, una milicia insurgente que combate en Siria y en Irak. A veces utiliza tácticas de guerrilla, otras veces emplea tácticas terroristas, y otras veces usa tácticas frontales y más tradicionales de combate. Además, ISIS sigue gobernando determinados focos de territorio, para lo que cuenta con un aparato burocrático que administra tareas cotidianas. Pero ISIS es sobre todo una idea, un concepto contenido en su mismo nombre: “El Estado Islámico”, que ha producido a la vez un efecto de atracción -jalando a decenas de miles de combatientes hacia sus filas- y un efecto de exportación, logrando permear entre individuos y grupos viejos y nuevos en muchas partes del mundo, arrebatando a Al Qaeda el liderazgo de la jihad global.

De tal manera, la matriz de ISIS ubicada en Irak y Siria, no es sino uno de los componentes de la red. Estos son los demás: (a) ISIS-filiales o “provincias”. A lo largo de los últimos dos años, el autodenominado “Estado Islámico” ha ido estableciendo diversas filiales, las cuales, de manera coherente con su discurso, son denominadas “provincias”. Muchas de estas filiales son grupos que ya existían, algunos de los que anteriormente estaban afiliados a Al Qaeda y que ahora simplemente adoptan la nueva bandera o “marca”, como lo es el caso de Ansar Bayt al Maqdis en el Sinaí, hoy autodenominada la “Provincia del Sinaí del Estado Islámico”, o Boko Haram en Nigeria, hoy autodenominado “la Provincia de África Occidental del Estado Islámico”; (b) ISIS-células. Además de lo anterior, existen muchas células, algunas de ellas ubicadas en ciudades europeas. Varias de estas células están compuestas por jihadistas que tienen años de serlo, o una combinación de estos con jihadistas nuevos. Estas células tienen distinto grado de conexión con la matriz. En algunos casos, como ocurrió con las células que cometieron los atentados de París en noviembre o en Bruselas este año, la relación operativa entre dichas células y la matriz en Siria/Irak es elevada; (d) ISIS-Lobos Solitarios. Fuera de las células, hay un gran número de potenciales atacantes que no forman parte de organización alguna y que, por ende, no están coordinados entre sí o con alguna red. Estos atacantes normalmente operan en solitario. A veces operan en parejas o grupos pequeños como en el atentado de San Bernardino, California hace unos meses. Es un error identificar los ataques de estos lobos solitarios o minicélulas como si todos fuesen parte de un mismo plan coordinado. Sin embargo, es común que el liderazgo de ISIS llame a sus seguidores a cometer atentados, estén donde estén. Así, individuos desde Sídney hasta Ottawa o el norte de África, simplemente actúan en su nombre o inspirados por la organización. Esto, comunicativamente, es utilizado por ISIS para generar un sentimiento de capacidad, alcance y crecimiento.

Sumando los elementos anteriores, nos encontramos en una fase en la que muy probablemente ocurrirá lo siguiente: (a) ISIS-matriz seguirá perdiendo cada vez más territorio, (b) Allá en el corazón de sus operaciones –Siria e Irak-, veremos un incremento aún mayor de ataques terroristas como respuesta de esta organización, del mismo modo como ocurrió la década pasada en Irak cuando ISIS era parte de Al Qaeda. Se trata de una estrategia que el grupo conoce y domina desde años atrás, (c) Las “provincias” o filiales de ISIS seguirán cometiendo ataques en sus diversas circunscripciones, por ejemplo, en Nigeria, Yemen, Libia, Egipto o Afganistán. En esos países el combate a “ISIS”, o, mejor dicho, a los grupos locales que han adoptado la bandera de ISIS, estará a cargo de los gobiernos locales, pero veremos cada vez mayor asistencia internacional para tal efecto. Washington y algunos de sus aliados, por ejemplo, ya bombardean a estas filiales de ISIS en Libia y en Afganistán, (d) ISIS seguirá teniendo la capacidad de sostener y alimentar a sus células grandes o medianas en países europeos o en otros sitios como Rusia y Turquía. Sin embargo, es probable que las agencias de inteligencia vayan paralelamente desarrollando capacidades para cercar su actividad. No olvidemos que, durante al menos 11 años, ninguna ciudad europea había sido víctima de un ataque terrorista de la magnitud de los atentados de París efectuados con el grado de coordinación que observamos en noviembre. Así, podríamos predecir que los ataques de carácter coordinado a manos de células grandes o medianas podrían tender a disminuir en el mediano plazo, al menos por un tiempo, (e) Eso deja el mayor riesgo al descubierto: los ataques perpetrados por lobos solitarios o minicélulas. Estos son los más difíciles de detectar en su fase de planeación (la cual a veces es inexistente) y, por tanto, los más difíciles de prevenir. Según el Índice Global de Terrorismo, 70% de ataques en Occidente a lo largo de los últimos 10 años, han sido perpetrados por esta clase de actores. Podemos suponer, que, en esta fase de ISIS, la organización islámica echará mano de su poder de atracción e inspiración, incluso más de lo que lo ha hecho hasta la fecha, e incentivará a actores para que lleven a cabo este tipo de atentados en su nombre.

En suma, ISIS no muere con la pérdida de territorio. Su impulso por cometer ataques terroristas se incrementa. Esto será a través de cuatro canales distintos: La organización central en Siria y en Irak, sus grandes filiales como las de Libia o Yemen, sus células (como las europeas), y a través de la inspiración a lobos solitarios o minicélulas. El atender adecuadamente el problema supone primero que nada entender los mecanismos con los que la organización opera, comprender la fase que se avecina, y adelantarse en cuanto a las medidas para prevenir o al menos atenuar el impacto de los golpes con los que ISIS seguirá intentando dañar.

Twitter: @maurimm

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